Llegué tarde. Bajé las escaleras que conducen a la mítica Cava y crucé la puerta. Ya en el interior, escuché los compases del trío protagonista. “Es el primer tema”, me susurra un asiduo al local, no era del todo cierto. Sonaba Armando rampas, una de las composiciones del pianista Marco Mezquida. Realmente, era la segunda pieza de la noche, me había perdido Obituario (creación del saxofonista malagueño Ernesto Aurignac), más tarde la recuperaría en el segundo pase. Mi erudito amigo tampoco andaba errado: después de más de veinte minutos de una intensidad musical apabullante, supimos la verdad. M.A.P. habían tocado ocho de las piezas de su primer álbum en conjunto a modo de suite, el engarce fue perfecto. La letra P, nos lleva a presentar al tercer miembro de nuestro ‘mapa’: el baterista catalán Ramon Prats, autor de U, considerada por el terceto cómo himno del grupo, y que precedió al bis final, una magnífica recreación de Body and soul, el inmarchitable standard compuesto en 1930 por Johnny Green.
No debería parecernos extraño que M.A.P. acuda al repertorio tradicional para cerrar una actuación que, en su mayor parte, estuvo más cercana a la insubordinada improvisación generada por el free jazz, pero encajonarlos en ese estilo sería un grave error. Esas pulsaciones pianísticas del menorquín, evocadoras de bellos paisajes impresionistas, la calidez del saxo de Aurignac en Coral, conjuntada a la destreza en los platillos del baterista, no deben llevar colgada ninguna etiqueta ni sello. Es música libre, total, deudora exclusivamente de la belleza. Les seduce pertenecer al grupo de los power three, aquellos tríos (Emerson, Lake & Palmer sería un modelo), que pese a tocar otros estilos, tenían como bandera la enfatización del virtuosismo, en su caso nada banal. No hay en ninguna de sus improvisaciones reflejos de sinsentido o futilidad, ni sobrecarga de protagonismos, todo fluye con una ligereza y espontaneidad sobrecogedora, El sueño de Oniria o la más agitada Discusión, son fieles reflejos de ello. Contemplar la sala llena en sus dos sesiones con una propuesta de tamaño riesgo, nos hace albergar esperanzas de ver hecho realidad el regalo del éxito. Unos privilegiados capaces de conseguir incluso el milagro de llevarnos a New Orleans en Conan-Canon, no merecen el anonimato, el marketing no debe obstruirlos, su talento lo destrozará. Más difícil era mostrar su maestría a pesar de procesos febriles, operaciones recientes o la lumbalgia que mantuvo sentado a Ernesto Aurignac en los dos pases de esa gloriosa noche del jueves. No pudieron con ellos.
Fuentes acreditadas nos informan de la próxima salida al mercado de material nuevo y alguna sorpresa más. Cualquier melómano que se precie, debería estar con las antenas puestas, logros de esta categoría no se consiguen todos los días.
Autores de este artículo
Barracuda
Dani Alvarez
Bolerista y fotógrafo. Como fotógrafo, especializado en fotografía de espectáculos. Dentro de la fotografía de espectáculos, especializado en jazz. Dentro del jazz, especializado en músicos que piensan. Trabajo poco, la verdad.