Cuando supimos que el nuevo proyecto de Mayte Martín se titulaba Tatuajes, nos vinieron a la cabeza dos posibles motivos del porqué lo llamaba de este modo. El primero (más lógico) es que había decidido sacar del baúl de la Piquer alguna copla olvidada, entre ellas, Tatuaje la popular pieza compuesta por Valerio, León y Quiroga. El segundo (mucho más descabellado) era que, desesperada por el penoso panorama sonoro que nos inunda, había creado una nueva empresa de tatoos, negocio infalible. Al final resultó que esos grabados no eran ninguna de las dos cosas.
Tatuajes se refiere a canciones, aquellas que nos han marcado la vida, con las que nos hemos emocionado, enamorado, llorado, vivido, pedazos de historia transitada que nunca nos hemos quitado de encima, en este caso para bien. Lo podríamos resumir como unos grandes éxitos de nuestra existencia. Aquí no valían géneros (están amontonados con criterio) sino la trascendencia de cada una de las composiciones.
Para llevar a cabo esta aventura que le apasiona, pensó en vestirla, lujosamente, con un traje algo distinto al de otras ocasiones. Encargó los arreglos a su pianista de cabecera Nelsa Baró y convenció a Guillermo Prats (contrabajo) y Vicens Soler (batería) para que el colchón musical tuviera garantías. Había nacido el Mayte Martín Quartet.
Debo reconocer que, aun conociendo el nombre de algunos de los temas que componían la selección, llegaba al Grec prácticamente virgen y sin saber, exactamente, en qué iba a consistir el nuevo reto. Me importaba poco, ya que cualquier cosa que salga de su privilegiado cerebro es sinónimo de calidad y coherencia. Por algo hablamos de la mejor.
Dejarse el alma
La cantante del Poble Sec (no nació allí pero como si lo hubiera hecho) no acostumbra a dejar ningún asiento vacío vaya donde vaya, sus fieles seguidores nunca la dejan sola. Sin embargo, el 23 de julio presentaba un obstáculo con el que no se contó al programarse el concierto: las Elecciones Generales. Todos, incluida la artista, teníamos el temor de que las gradas del Teatre Grec no se llenarían como de costumbre. Cierto fue que divisamos algunos huecos, pero dadas las circunstancias creemos que quedó satisfecha.
Seguir a Mayte es un seguro de vida. Te puedes jugar el alma, no la perderás. Percibes que no te fallará nunca, se meta en el fregao que se meta. Para ella el habitual vicio de apretar el piloto automático no tiene sentido. Siempre acaba exhausta y así es porqué se deja la piel y el corazón en cada espectáculo. Sabemos, a ciencia cierta, que no puede hacer una gira demasiado extensa, la abandonaría a medio camino. Los fans también son conscientes de este tremendo esfuerzo y jalean y lloran cada nota que brota de su privilegiada garganta. La ovación de despedida, después de habernos regalado una intensa interpretación de La bien pagá, único acercamiento a la copla, fue de aquellas inmortales.
Sabio eclecticismo
En estos Tatuajes podemos encontrar canción latina de autor, italiana, chanson, bossa, tango y arrebatos varios. Martín, más ilustrada y lista que nadie, conoce el límite (lo tiene) de sus capacidades vocales y sabe que no puede ni debe cantar Gracias a la vida tratando de imitar a Violeta Parra, tampoco transformarse en Mercedes “La Negra” Sosa para entonar Alfonsina y el mar y Zamba para no morir (ralentizando cada frase hasta el finito para parar el tiempo) o acercarse a su idolatrada Marta Valdés en la sublime En la imaginación.
El truco (si se le puede llamar así) es encaminarlo todo a su terreno de modo, digamos, “bolerístico” (Lucía de Serrat fue claramente llevada a este plano con unos silencios y filados que sólo ella puede hacer) y de esta manera crear lo que yo llamo “Martín Touch”, un signo distintivo que personaliza cualquier cosa que cante; te hace olvidar que no es suya.
Ese toque le permite hacernos llorar (a eso fuimos) con Ne me quitte pas de Brel, acariciarnos suavemente mientras embellece, más si cabe, Amore mio (Canfora/Basso) o llevarnos al nirvana del brazo de una de las más bellas canciones jamás compuestas: Eu sei que vou te amar (Vinicius de Moraes). Cabe destacar que cantó las tres en el idioma original y con un acento académico. Sobresaliente.
A Mayte le encanta pincharte con un puñal y que quede clavado en tu corazón durante todo el acontecimiento. Y, al igual que a un servidor, le encantan las tonadas corta venas. En este apartado (mi favorito) surgió la artista matadora, aquella que provoca problemas cardiovasculares. Pudimos escuchar El breve espacio en que no estás de Pablo Milanés (¡qué letrista!) el tremebundo tango Porqué vas a venir (Guzmán/Velazco) y dos piezas del inconmensurable Manuel Alejandro: Procuro olvidarte (Bambino forever) y A que no te vas (Rocío Jurado en los altares). El Grec tembló escuchando estrofas con la intensidad de “A que no te vas, a que sigues como un perro aquí a mi lado. Hasta que yo diga ¡ya!”. No se puede ser tan perfecta y al mismo tiempo tan incisiva, emocional y turbadora. Conmoción absoluta.
He dejado uno de sus caballos de batalla para el final. La primera vez que escuché Lía (José María Cano) fue en la voz de Ana Belén, no me gustó nada. Con los años la he sabido apreciar porqué Mayte Martín se ha apoderado de ella, convirtiéndola en un milagro. Ese final alargando la nota es descomunal: “Lía con tus besos la parte de mis sesos que manda en mi corazón”
Mayte Martín lo ha logrado nuevamente, en parte gracias a sus músicos (no podía escoger a otros). Prats y Soler brillaron en la base rítmica y Nelsa Baró pasó del minimalismo a los crescendos o florituras sin apenas alterarse. Inmensa.
Mayte bromeó con un desliz del contrabajista, descalificó al reggaetón (bien hecho), agradeció la paciencia del técnico de sonido (“soy un coñazo”) y se sintió feliz de ver caras conocidas, agradeciendo a todo el público la voluntad por ir a escucharla en un día tan extraño.
Gracias por el esfuerzo, talento y el cariño que nos regalas cada vez que te subes a un escenario. Hasta la próxima.
Autores de este artículo
Barracuda
Òscar García
Hablo con imágenes y textos. Sigo sorprendiéndome ante propuestas musicales novedosas y aplaudo a quien tiene la valentía de llevarlas a cabo. La música es mucho más que un recurso para tapar el silencio.
4 comentarios en «Mayte Martín Quartet: En otra dimensión»
Si, ella y su grupo son un portento. Pero esta vez destilaba tristeza. Mucha tristeza
Articulo maravillosamente escrito. Me saco el sombrero y se lo tiro al autor!!!
Gracias aunque sea tarde
Gracias aunque sea tarde