Desde el que los escuchó por primera vez pinchados en una boiler room, al aficionado del flamenco o de OT: La Plazuela tiene la virtud de poder enganchar a cualquiera. El joven dúo granadino formado por Manuel Hidalgo “El Indio” y Luis Abril “El Nitro”, vive un momento dulce, recopilando halagos y sold-outs por todo el territorio nacional con su disco debut, ‘Roneo Funk Club’ (Universal, 2023). En Barcelona, el pasado jueves 25 de abril asistimos a la segunda de las noches para las que no quedaba ni una entrada, donde dieron el pistoletazo a un final de gira que culminará en la plaza de toros de su ciudad natal.
No sorprende a nadie que una propuesta como la de los andaluces triunfe a la primera, viendo la acogida obtenida por precedentes nacionales recientes como El Madrileño (y menos de la mano de una major como Universal). Sin embargo, La Plazuela tiene algo especial en la conexión que genera entre su público. Tiene que ver, bajo mi parecer, con el sello de sus propias raíces: el haber nacido y crecido con la música de su tierra, fusionarla y presentarla con orgullo, su coherente discurso y reivindicación de las clases populares o el pueblo gitano… No se trata solo de vestir la música de siempre con los códigos actuales.
Desde el primer instante, fuimos testigos de un directo concebido para triunfar en pabellones, con una excelente producción que seguramente vive sus últimos “ensayos” en salas, antes de pasarse a las masas de festivales, y WiZinks. Impecable fue el juego de luces, tanto el uso que se hizo del equipo de la sala como el propio del grupo. El cámara en escena, colaborador ya indispensable en muchos conciertos, dio siempre la perspectiva correcta, anteponiendo en todo momento el directo frente a frente entre escenario y público. Una pena los problemas iniciales con la emisión de la intro desde el backstage en La Ida, aunque pronto quedarían olvidados. Los músicos, perfectamente uniformados de blanco y a conjunto con el neón que lucía en una esquina: “Roneo Funk Club”. Sabemos a lo que hemos venido.
Precisamente, el roneo-funk de La Primerica Helá fue la primera en enganchar al público sin remedio, empezándose a suceder las diferentes influencias de La Plazuela, desde el jazz, el funk o la electrónica más cruda. Referencias constantes y reconocibles al flamenco clásico, Vulfpeck o Daft Punk, perfectamente entrelazadas, como si hubieran ido de la mano desde siempre. “Suenan como La Leyenda del Tiempo de Camarón” – comentaba alguien entre el público. No es mal piropo. Las empastadas voces de las coristas o los juegos jazzísticos del teclista estuvieron muy presentes durante todo el bolo, en lo que fue un engrasado trabajo coral.
A ritmo de reggae con Principios del XX, celebraron el poder vivir de la música, reivindicando asimismo la época en la que cotizaban tres días en tres años trabajados, cobrando cincuenta euros por concierto. “La gente nos decía que buscásemos un trabajo de verdad”. Pues ya lo han conseguido. Con los pies en el tierra, que se suele decir, Nitro evocaría más tarde la importancia de disfrutar y valorar el instante actual, sin adelantarnos a lo que vendrá después.
Los conciertos de este fin de gira traen una sorpresa muy especial para el público, y es que la despedida del disco debut va de la mano de la presentación de su próximo EP ‘La Caleta’, proyecto en colaboración con David De Jacoba y Texture. El propio De Jacoba fue el invitado de lujo de la noche, participando en distintos momentos del bolo. El momento cumbre de esta alianza ganadora se vio en Alegrías de la Ragua, donde el cante y los quejíos más elementales acompañados de cajón y guitarra rompieron en una fiesta absoluta junto con la entrada de la banda al completo. En el apartado de las colaboraciones – aunque fuese de forma digital – una proyección de Lola Índigo acompañó a los artistas en escena en La Primavera; una solución bastante efectiva y, desde luego, mucho mejor que simplemente lanzar las partes vocales por ordenador.
Péiname Juana, esa pegadiza línea de bajo que ha servido como reclamo para buena parte de los que hemos descubierto a La Plazuela en los últimos meses, sonó elevada, con los músicos moviéndose por todo el escenario para interactuar con sus seguidores, bandera andaluza al cuello. Mención especial a Jose Luis Mesa, que se hizo suyo el escenario una y otra vez con el instrumento de las cuatro cuerdas (cinco, en su caso). A partir de este tema, definitivamente Razzmatazz se quedó pequeña.
Si alguien se dio por satisfecho con el fin de fiesta de la aclamada Relajeo Beach, aún quedaban fuerzas para irnos hasta las dos horas de concierto. Posicionando la batería y una mesa de mezclas frente a frente, Javier Moreno y Nitro daban comienzo a una rave breakbeat que progresivamente fue acumulando decibelios y personas encima del escenario. Cubata en mano, volvió Indio, disfrutando de ver a su público bailar y, poco a poco, lo mismo hicieron el resto de músicos y coristas, hasta reventar una sala que estallo en gritos y empujones (de los buenos) desde la primera a la última fila. Así acababa un show impecable del que es difícil sacar alguna pega. Si eres capaz de montar una fiesta ecléctica, variando los registros y manteniendo la parroquia arriba en todo momento, no hay mucho más que añadir. La próxima, ¿la montamos en el Sant Jordi?
Autores de este artículo
Mikel Agirre
Sergi Moro
Desde que era un crío recuerdo tener una cámara siempre cerca. Hace unos años lo compagino con la música y no puedo evitar fotografiar todo lo que se mueve encima de un escenario. Así que allí me encontraréis, en las primeras filas.
