Antes de entrar en materia, unas breves consideraciones: La aparición de Aiala en el panorama musical español, constituye un infrecuente soplo de aire no viciado, un punto de luz oteado desde lejos para iluminar la carretera ominosa por donde transitamos últimamente. Sellados, no por su voluntad, con el timbre de “música urbana”, el dúo formado por Jara Aiala e Isaïes Albert, nos demuestra que existe vida más allá de los clichés coyunturales y que se puede estar en boga mirando hacia el pasado sin rubor, eso sí, utilizando medios reinantes; tampoco debemos desechar los logros positivos.
Era la noche, la puesta de largo de su primer LP titulado, con enorme gusto, Nothing less than art (New Beats- Kasba, 2019). Y la hicieron en un marco de renombre: el festival Cruïlla de Tardor, emoción y responsabilidad unidas sin dañarse.
Aiala se presentó en escena con una escueta banda de cuatro elementos incluida la voz de Jara. Una formación que de ninguna manera podía trasladar la sutil labor de estudio pero que demostró, a palo seco, sus posibilidades interpretativas alejadas de efectos a menudo impuros. Si que hubo algún efecto, el bloque sonoro lo necesitó en ocasiones, aunque no abusaron de ello, puntos a favor.
El canto de Jara está impregnado de voces míticas como las de Billie Holiday, Ella Fitzgerald o Aretha Franklin y, a juzgar por la vestimenta lucida en la primera parte del show, el gusto por lo vintage también sacude su corazón. Para la ocasión, utilizó un traje de color rosa evocando al que utilizó Marylin Monroe (más tarde copiado por Madonna) en el film Gentlemen prefer blondes (Howard Hawks, 1953). Con el único acompañamiento de Isaïes al teclado, inició el set entonando la sedosa In trouble, tema repetido en la tanda de bises y dedicado al planeta Júpiter, tendencia que se extenderá en cada una de las canciones. Nothing less than art representa una especie de viaje astral que, en el álbum, comienza en Saturno y termina en la Luna; clave de un disco que podríamos denominar conceptual.
Aparcado en el planeta de los anillos, mi vista se dirigió inmediatamente a los largos guantes, su rubia cabellera y esa voz sensual que tantos éxitos pueden darle, inicio prometedor.
Aiala es un conjunto inseparable, sin embargo no podemos obviar el protagonismo ejercido por su cantante que eclipsa, casi por completo, a su sosias, quien se limita a tocar y a componer. Ése es su trabajo y lo desempeña a las mil maravillas, un rol imprescindible, sin su presencia el proyecto no se entendería. El valor de los presuntos secundarios.
Jara no vive sólo de las voces antes citadas, también utiliza inspiraciones más cercanas, su juventud la liga obviamente a otros géneros. Cortos todavía de un repertorio propio para llenar una extensa actuación, están obligados a utilizar composiciones ajenas. La primera en llegar fue When doves cry (Prince) interpretada a la manera como lo hubiera hecho Annie Lennox, la segunda muestra de calidad vocal. Jara estudió canto y lo sigue haciendo. Observamos fáciles maniobras en los agudos y en la zona baja, el aprendizaje ha servido de mucho, tanto que puede retar a Amy Winhouse en la excelente All in y atreverse con un cover de Tears dry on their own, dificultad máxima solucionada con destreza.
Perdonen la expresión pero Jara Aiala los tiene bien puestos. Rapeó (no es lo suyo) en Me siento iluminada (única letra en castellano) y rizó el rizo atreviéndose con Moonage daydream (David Bowie) a la cual añadió unas notas de Hotel California (Eagles), triple salto mortal al que incluso hubiera renunciado la fabulosa trapecista Pinito del Oro. No salió malparada aunque el riesgo fue peligrosísimo, “un patir”, cómo diríamos en catalán.
Usó el reggae en la encantadora Times goes fast y el dancehall en Make a good face, delicias jamaicanas ejecutadas con el influjo de la isla caribeña. Parece que la revitalización del género ahora parte de Europa, inaudito. Con un look más casual abrió la segunda parte de la velada. En ella aparecieron una endurecida Mother’s daughter (Miley Cyrus), Pink ink, un blues agarrado, o Listen, dedicada a Saturno y mi favorita, definitivo disparo certero antes de los postres.
Complementos para mostrar sus tres hits: La citada recreación de In trouble, la balada venusiana My essence donde irrumpió la espléndida voz de la corista Celia del Barco (atención a este nombre) y Red temple, su canción más exportable.
En la barras de La Nau, los trabajadores comentaban: “Es guapa y canta muy bien”. Quedémonos con la segunda frase, de una evidencia palmaria, y con los rasgos femeninos o feministas de su discurso. “Bona nit a totes” fueron sus últimas palabras, mensaje del todo clarificador.
El poder de seducción de Aiala es muy alto y mejorará puliendo algunos momentos de frialdad en tablas e incorporando quizá una mínima sección de vientos. La labor realizada tiene fuste, los resultados llegarán solos, estamos convencidos, la lozanía les ofrece este regalo. Disfruten ustedes con su universo.
It’s been so long, I keep changing, I’m patient, I’m grateful and loving the change. Losing all my senses, I’ve finally reached my essence…
My essence, Aiala
Autores de este artículo
Barracuda
Víctor Parreño
Me levanto, bebo café, trabajo haciendo fotos (en eventos corporativos, de producto... depende del día), me echo una siesta, trabajo haciendo fotos (en conciertos, en festivales... depende de la noche), duermo. Repeat. Me gustan los loops.