Un sonido estridente, repetitivo y molesto que duró al menos cinco minutos fue la carta de presentación del grupo estadounidense de indie rock Amen Dunes el pasado 24 de septiembre en La [2] de Apolo de Barcelona. Tras un cuarto de hora esperando a que empezara el concierto, el ambiente se fue enfriando. Un ambiente que previamente había intentado animar –sin éxito- con su música alternativa y, sobre todo, experimental el joven cantautor británico Lauren Auder. Y digo intentado porque pese al look llamativo del artista – cabello largo y rubio desaliñado, camisa blanca del siglo pasado y pantalones a juego -, su actitud descuidada que rozaba el ‘ese tío está colgado’ y su empeño por demostrar su potencia vocal, el público parecía sentirse bastante ajeno a todo eso.
Por fin, después de la espera y sin florituras, Damon McMahon, el cantante de Amen Dunes, entró en el escenario acompañado del resto de su banda. Con la guitarra en mano, abrieron el concierto con Satudarah de su nuevo disco Freedom (Sacred Bones Records, 2018), que sonaba realmente bien. La calidad vocal e instrumental y la oscuridad y la amargura que entrañaban las canciones de su nuevo álbum fueron la esencia del concierto. Así lo advirtieron previamente los del Primavera Sound en su página web: “No te asustes si al principio el sonido te resulta demasiado amargo, es normal. En cualquier caso, busca una sombra, cierra los ojos y espera”.
“Cierra los ojos”, esa afirmación no pudo ser más acertada. No era un concierto para bailar, ni siquiera para mantener los ojos abiertos, pues esa música introspectiva ganaba en la oscuridad. Fue el caso de Believe que, según explicaba el grupo en sus redes, trata sobre “la nostalgia, la mortalidad, el paso del tiempo y los poderes femeninos que presiden la vida”. Durante la canción, los fans juntaron sus parpados y se dejaron llevar por la melodía. Por este motivo – quiero pensar -, el cantante no alimentó su conexión con el público durante el recital: McMahon apenas soltó dos frases seguidas; a veces, ni siquiera miraba a los espectadores e, incluso, en repetidas ocasiones, les daba la espalda.
El concierto fue corto y los asistentes entraban y salían del lavabo o iban a la sala externa a fumarse algún pitillo sin sentir que se hubieran perdido gran cosa. Sin embargo, en la escasa hora y poco que duró el recital, el grupo fue capaz de tocar todo el repertorio de Freedom y también algún que otro tema de sus otros discos como Splits are parted de Love (Sacred Bones Records, 2014) o, ya en el primer bis, Song to the siren de Cowboy worship (Sacred Bones Records, 2015), donde por primera vez McMahon se dirigió al público: “How do you say ‘I love you too’ in spanish?”. Pero, finalizado el segundo bis – Miki Dora – el grupo se marcó un Jacques Brel: soltaron los instrumentos y abandonaron el escenario sin mediar palabra.
Autores de este artículo
Celia Sales Valdés
Víctor Parreño
Me levanto, bebo café, trabajo haciendo fotos (en eventos corporativos, de producto... depende del día), me echo una siesta, trabajo haciendo fotos (en conciertos, en festivales... depende de la noche), duermo. Repeat. Me gustan los loops.
1 comentario en «Amen Dunes: De espaldas al público»
Una pregunta: sabía la persona que ha escrito este artículo el grupo al que iba a ver? Lo había escuchado antes? Ha intentado entender lo que pretenden hacer con su música? Porque recalcar que no es música “para bailar” o repetir que el artista habló poco con el público (como si eso fuera importante en un concierto) denota bastante ignorancia.