Antes de disertar sobre el magnífico concierto del bluesman texano Carl Buffalo Nichols, deberíamos hacer una puntualización. El club Heliogàbal (como tantos otros en Barcelona o en cualquier ciudad del mundo), batalla por sobrevivir. El primer aplauso debe ser, obligatoriamente, para quien sigue en la brecha, luchando contra todos los elementos posibles y sin descanso, con el firme propósito de que la música en directo continúe alentando nuestros corazones. Este discurso, repetitivo, cansino y si me apuran rancio, agota, pero es absolutamente imprescindible. Lo gordo engaña, el pequeño formato está feneciendo. No dejaremos de denunciarlo.
El de Houston (aunque creció en Milwaukee, Wisconsin) nunca había pisado nuestra tierra, pero no creemos que se pueda quejar de la acogida, la respuesta del público asistente fue caliente, al igual que el género que le baña.
La última creación de Nichols se titula The Fatalist (2023) y en ella, recrea la imperecedera aportación de combativos músicos como Son House, Robert Johnson, Willie McTell o Muddy Waters, de quien interpretó I Feel Like Going Home. En este último disco y en todo lo que ha creado les rinde tributo, el legado inspira, nunca reblandecerá el futuro.
En modo acústico y en solitario, arrancó con Cold Black Stare y The Fatalist Blues, novedosas contribuciones portadoras de las mayores aptitudes del Buffalo, tan agresivo como triste. No le importó hablar de alcoholismo como de los problemas de su tierra natal (Living Hell), aunque tampoco rehuyó del country-rock trotón, sobre todo cuando los irlandeses Dara Tohill (bajo) y Patrick Blaney (batería) hicieron acto de presencia. Junto a ellos emuló la psicodelia del blues de Mississippi. La contribución europea no desentonó, de todos modos, cuando se erigió como único protagonista (lúcidos relámpagos de slide guitar), surgieron los mejores momentos de la noche. Los seguidores del sonido del Delta pueden imaginar a un guitarrista sentado en su porche y cantando penas y esperanzas, con un poco de imaginación, estuvimos junto a él.
Seguramente, a muchos, se les pasó por la cabeza comparar su voz rugosa con Tom Waits, creer que Dylan aparecía o que los Crazy Horse estaban de vuelta, ninguna de estas apariencias son falsas. Sin embargo, estos ilustres precedentes bebieron de las fuentes originales, de aquellas que sufrían e intentaban conseguir un porvenir más justo.
Buffalo Nichols es un guitarrista excelente, poseedor de una voz bien timbrada y excitante. No va a conseguir superar a sus precursores (nadie podría), pero tiene dotes suficientes para perpetuar lo heredado con solvencia, calidad y sentimiento verdadero.
Su gira pasará por Madrid, València, Zaragoza y Donostia. No se lo pierdan. El blues de cepa nos acompaña pocas veces. Aprovéchenlo.
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Barracuda
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Mario Olmos
Vinculado a la fotografía desde el siglo XX. En los últimos años he juntado mi locura por la imagen y mi pasión por la música. Me consideran fotógrafo, pero me defino como alguien que deja momentos congelados con la intención de provocar una reacción.