Al entrar el pasado miércoles en el salón principal de L’Auditori de Barcelona, mientras los espectadores cogíamos asiento a la espera de la entrada de los artistas, uno no pudo evitar detenerse en lo extraño de la escenografía: una especie de patio iluminado con bombillas, preparado para una sobremesa, flotando en la negrura de la moqueta y telones, una imagen conocida en medio de un vacío absoluto, no muy alejada de la portada del Clamor de Maria Arnal i Marcel Bagés.
A este curioso mundo se adentró Enric Montefusco a referirse al público y a presentar la que sería la última representación en directo de sus Coros de medianoche, proyecto iniciado en 2018 que ha sido esencialmente un espacio en el que poder compartir su repertorio con otros artistas amigos, cantando juntos alrededor de una mesa llena de comida, dando palmas y coreando.
Poco a poco, ese escenario en un principio extraño fue cobrando vida y calidez.
Después, con la llegada de la banda de Montefusco a aquel patio escenificado, se rompió el silencio solo ocupado hasta entonces por las pisadas en la gravilla dispuesta en el suelo, e interpretaron la primera canción de la noche, una introducción a capela, a la que siguió la entrada del primer invitado, Niño de Elche, para cantar el tema Toda la fuerza acompañado de la guitarra de Montefusco.
A ellos dos se les fueron uniendo el resto de los Coros de Medianoche: Maria Arnal, Albert Pla (que hizo suyo el Auditori cantando La casa museo), Nacho Vegas y, finalmente, Los Hermanos Cubero, cada uno trayendo algo para la mesa: un melón, una lechuga, una botella de vino. Poco a poco, ese escenario en un principio extraño fue cobrando vida y calidez.
la vida del concierto estaba en la conjunción de estos artistas, que aunque participaran o no en la canción, aunque solo observaran sentados en una silla plegable, se sentían parte de un todo
Si bien en este contexto cada uno de los invitados a la sobremesa tuvo oportunidad de tener la voz cantante y de interpretar cada uno de los temas del EP que da nombre a este espectáculo, la fuerza, la vida del concierto estaba en la conjunción de estos artistas, que aunque participaran o no en la canción, aunque solo observaran sentados en una silla plegable, se sentían parte de un todo. Incluso el público, arrancándose por palmas en varias ocasiones, era parte de ese todo.
El concierto se encaminó a su clímax final cuando Maria Arnal comenzó a cantar los primeros versos de 1, 2, 3 Sol tema insignia de la antigua banda de Montefusco, Standstill, tema que, a pesar de tener ya más de quince años, pareció diseñado para este espectáculo con sus menciones de “vasos y cucharas”, con los sonidos de platos que se cuelan en la grabación original. “Romper un silencio así ya tiene perdón”, se gritó a viva voz en L’Auditori de Barcelona.
El coreo se extendió a la última canción de la noche, Todo es mentira, original de Albert Pla, e incluso más allá, cuando tras marcharse del escenario, Montefusco y compañía volvieron para cantar una vez más junto a los asistentes el estribillo del tema, dando fin, esta vez sí, a la sobremesa de los Coros de Medianoche.







Autores de este artículo

Miguel Lomana

Montse Melero
Hacer fotos es la única cosa que me permite estar atenta durante más de diez minutos seguidos. Busco emoción, luces, color, reflejos, sombras, a ti en primera fila... soy como un gato negro, te costará distinguirme y también doy un poco menos de mala suerte.