Iba a ser la noche del recuerdo de un álbum memorable, el homenaje de Diego El Cigala a Bebo Valdés, y acabó siendo la de un gitano del barrio de Gràcia, ahora residente en Mataró, llamado Jaime Calabuch ‘Jumitus’. El soberbio pianista se echó el concierto a la espalda y fue despedido con una enloquecida ovación. Nunca olvidará esa noche. Jumitus fue el alma de un combo notable, apoyó al jefe de filas en todo momento (especialmente en la finísima interpretación de Vete de mí), reconstruyó el final de Lágrimas negras a modo de rumba catalana y no hizo más porque no le dejaron. Se comenta que ya le están erigiendo un monumento por clase, musicalidad, seriedad y simpatía. ¿Elogio desmesurado? Los que estuvieron allí, saben que no. Lo mereció con creces.
En el Palau de la Música Catalana no cabía un alfiler. Pero, como bien saben los que han asistido a otros conciertos del cantaor madrileño (de nacionalidad dominicana), los seguidores del flamenco gitano le han abandonado, y pocos de ellos estuvieron allí para jalearlo. Hace unas semanas, a El Capullo de Jerez sí le acompañaron. El jerezano sigue fiel a sus principios, El Cigala ha escogido otra ruta. Buena parte de culpa la tiene Bebo Valdés, con quien construyó hace 15 años Lágrimas negras (Calle 54 Records, 2003), esa milagrosa conjunción de música cubana y sentimiento flamenco que arrasó y cambió su vida, quizá, para siempre.
Evidentemente somos injustos en atribuir el definitivo cambio al superlativo pianista fallecido. Sin embargo también parece claro que a partir de ese momento iluminado, Diego Ramón Jiménez Salazar ha vivido de rentas. De hecho este artículo estuvo a punto de llamarse ‘Viviendo de Bebo’, frase nada alejada de la realidad. El espectáculo presentado lleva por título 15 años de ‘Lágrimas’. Nadie duda de la sinceridad del agasajo, aunque no pudimos evitar oler un tufillo a mercantilismo.
Tiene cuarenta y nueve años, pero aparenta, como mínimo, quince más. El fallecimiento, en 2015, de su mujer Amparo Fernández le dejó huella, tanta que probablemente no prestó suficiente atención a su salud. El deficiente estado, tanto físico como vocal, salió a la luz desde el primer instante. Las musas inspiran, no ejercen de galenos.
Comenzó clamando, con evidente afonía, los primeros versos de Si te contara, tema inicial de Dos lágrimas (Cigala Music, 2008), especie de continuación menor de la obra que le encumbró junto a Valdés. Al finalizar la pieza, escuchamos la primera ovación. Diego El Cigala se ha convertido en una estrella mediática a la que se le perdona casi todo. Las ventas millonarias, éxito inusual en un artista del ramo, o sus apariciones en ridículos programas televisivos, deben ser los motivos para la actual devoción alcanzada. Por otra razón no se entiende. Aún conserva algo del temple que le distinguió como un cantaor de tomo y lomo hace casi dos décadas. Lo demostró en Como el agua, único momento auténticamente jondo de la función. A pesar de todo, creemos que cimas del nivel de su primera grabación en solitario Undebel (EMI, 1998), no volverán.
Hasta cuatro veces pidió a Jumitus la introducción de Corazón loco y no consideramos que fuera por deferencia al músico sino por no sentirse preparado para atacar las primeras notas. Por suerte, la voz se fue calentando a base de cante y las aclamaciones comenzaron a tener significado. Los brebajes de color anaranjado suministrados por una asistente hicieron efecto. Exhibió tempo en La bien pagá, nadie triunfa por un toque de barita mágica de Harry Potter.
El talento es indiscutible, todavía vive en su interior, también quedó patente en la animada versión de Dos gardenias con el publico tocando la clave a base de palmas. Sereno y ajustado en Procuro olvidarte, difícil no hacerlo cuando se entona esta joya, y desatado en la fiesta gitana del cierre con todo el Palau alborotado.
El ciclo De Cajón! del Festival de Jazz de Barcelona 2018, se apuntó otro tanto gracias a unos músicos, en especial el héroe Jaime Calabuch, que salvaron en más de dos ocasiones a un fenómeno con problemas. Cómo cantaba el añorado Gato Pérez en La rumba de Barcelona: ‘Gràcia rei de tots els barris de la festa i del sabor’.
Próximo capítulo: Tomatito-José Mercé.





Autores de este artículo

Barracuda

Sergi Moro
Desde que era un crío recuerdo tener una cámara siempre cerca. Hace unos años lo compagino con la música y no puedo evitar fotografiar todo lo que se mueve encima de un escenario. Así que allí me encontraréis, en las primeras filas.