Confinada en Inglaterra, Malena Zavala (1993) lanza su segundo disco: La Yarará (Yucatán Records, 2020) supone un gran salto a nivel estilístico y de ambición. Tras la publicación de Aliso en 2018, Zavala dio inicio a un proceso de indagación que la llevó de su herencia musical anglosajona, fruto de haberse criado en el condado inglés de Hertfordshire, hacia unas raíces pobladas por sonidos latinos inscritos en su genealogía familiar y afectiva. Hablamos con ella sobre volver a casa simbólicamente; ahora que estar en casa es todo lo que podemos hacer.
Podríamos empezar enmarcado La Yarará: ¿una hibridación entre dos identidades?
¡Sí! Creo que ha sido un proceso natural. Sentía la necesidad de investigar, de sacar la herencia latina que inevitablemente forma parte de mi identidad. Es cierto que mis referencias fundamentales están en la música anglosajona, en artistas como Arcade Fire o Devendra Banhart, pero yo también buscaba aprender cosas nuevas aquí, trabajar sonidos nuevos en producción. Esta vocación de búsqueda es un impulso natural en mí.
Se podría decir que en Aliso trabajabas más con tu background musical y en la zona de confort correlativa a haber crecido en Inglaterra: La Yarará, a pesar de ser un ejercicio de profundización en tu identidad, también supone salir de esa zona cómoda para ti.
Sí, podríamos resumirlo así. He pasado toda mi vida en Inglaterra, recibiendo los inputs culturales comunes; ahora sentí que necesitaba salir de eso y asimiliar la complejidad de mi identidad real, que también tiene una vertiente latinoamericana.
¿Cuál es tu relación personal con la cultura argentina y cómo trabajas esta dualidad entre dos sensibilidades tan distintas?
Yo crecí con mis padres en Inglaterra, pero ambos son argentinos. En casa hablábamos siempre español, servíamos comida tradicional argentina. Mi mamá es chaqueña, de una zona que posee un acento muy particular; mi padre de Posadas, en la provincia de Misiones. De ahí que yo solo conozca el argentino del noroeste. Poco antes de la cuarentena estuve en Argentina y conocí a unos amigos a los que mi acento, que mezcla el chaqueño con el británico, les causó mucha impresión. Decían que nunca habían escuchado nada similar. Respecto a la sensibilidad, es cierto que mi madre tiene la fuerza y el poder de una personalidad latina y yo me parezco un poco a ella, pero por otra parte también puedo ser más tímida o reservada, polite en un sentido muy inglés. Así que la mezcla… supongo que se manifiesta de forma natural.
Es curiosa la forma en que esas dos sensibilidades se encuentran en La Yarará, porque es evidente que tienes esa voluntad de recuperar un sonido latino vinculado a tus raíces pero en ningún momento renuncias a tu orientación anglosajona.
A lo largo de mi vida nunca he tenido un fuerte sentimiento de pertenencia hacia ningún país. Supongo que, al haber crecido escuchando música inglesa, para mí sería extraño desplazarla por completo de mi forma de crear. Este disco es mi forma de aceptar mi identidad: ni totalmente argentina, ni totalmente inglesa.
Como música paso mucho tiempo dentro de casa, ahora que todo el mundo está encerrado siento que quiero ayudar a los demás desde mi conocimiento de una situación similar y hacerlos sentir mejor
Además, es curioso que las canciones en inglés del disco estén agrupadas al principio del mismo y hablen de salir de una zona determinada, de abrazar el cambio: I’m leaving home, What if I… Después el disco se abre rítmicamente y las últimas canciones son en español, en ese sentido también tiene algo de viaje, de proceso en sí mismo.
Eso es verdad, aunque no fue premeditado. No es más que una muestra de la manera en que yo compuse las canciones del álbum: las últimas, las hice entre junio y agosto del año pasado. Fue un intervalo de tiempo corto en el que yo busqué con intensidad aquello que quería decir. Las canciones del principio son algo más viejas. Así que bueno: es cierto que no pensé el álbum como un proceso, pero también es cierto que ese proceso está en su fondo.
Y eso también hace que el disco, a pesar de lanzarse ahora, parezca que viviese a lo largo de los dos años que median entre la salida de Aliso y la de La Yarará.
De hecho, hay tres canciones escritas justo después del lanzamiento de Aliso, que son What if I, I’m leaving home y Memories gone. En aquel momento yo no quería parar, quería seguir grabando. Después, con todas las canciones en la mano, reajusté aquellas para que fuesen coherentes con las demás desde un punto de vista instrumental.
No sé si has notado una diferencia sustancial entre los procesos de producción de Aliso y La Yarará.
En este disco he tenido muchos más recursos a mano. En Aliso, básicamente, lo único que tenía era un micrófono. Ahora he podido ir a un estudio y trabajar con músicos, especialmente en los ritmos: en la batería trabajé con Joe Taylor, un músico inglés de 22 años muy bueno; y el encargado de la percusión es brasileño, de cerca de donde yo nací. Así que por esa vía también se ha producido el encuentro entre identidades. En La Yarará buscaba grabar también el sonido del espacio, no solo el de los instrumentos: dar sensación de ‘pieza’, hacer sentir al oyente como si estuviese viendo música latina en directo.
En la producción hay muchos experimentos, por ejemplo: al final de I’m leaving home introduces como una especie de grabación casera que prepara la transición a la canción que da nombre al disco.
Esa grabación es mi mamá hablando de una comunidad indígena argentina, los Diaguitas, a la que pertenecía una abuela nuestra. Con todos esos elementos, igual que con el mismo sonido del bongo de cuero, buscaba impulsarme hacia mis raíces, hacer un recordatorio del lugar en el que nací.
Nunca he tenido un fuerte sentimiento de pertenencia hacia ningún país
Para acabar quería preguntarte –porque es prácticamente inevitable– cómo estás llevando que el lanzamiento de La Yarará coincida con este contexto de confinamiento, y también cómo crees que ambas cosas pueden interactuar.
Personalmente… yo me dedico a la música, así que paso mucho tiempo dentro de casa. Nada ha cambiado demasiado. Estoy trabajando mucho, en el estudio preparando música nueva. Más que nada, estoy dedicando mis esfuerzos a tratar de que todos mis amigos y familiares se mantengan a flote, de que no caigan en un hueco oscuro de estancamiento y encierro personal. A lo largo de mi vida, trabajando en mi música, he llegado a sentirme muy encerrada y sola; ahora que todo el mundo está encerrado siento que quiero ayudar a los demás desde mi conocimiento de una situación similar y hacerlos sentir mejor. Es difícil pensar en cuál puede ser la diferencia en lo que se refiere al disco: con internet todo avanza al mismo ritmo de siempre, el disco sale a la luz igualmente. La lástima será que no podamos ir físicamente a disfrutar juntos de la música en los conciertos. Eso me da mucha pena, pero espero que pronto todo pueda volver a la normalidad. Lo que está pasando es tan horrible que no queda otra que mantenerse esperanzado.
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