Nos reunimos en un domicilio particular junto a su manager. Queremos profundizar en su personalidad del modo más íntimo y sincero posible, a pesar de que la cantante y compositora barcelonesa no es de las que esconde la cabeza delante de cualquier tipo de interlocutor.
Tuve el placer de entrevistar a Jara Aiala hace dos años con motivo de la presentación de Nothing less than art (New Beats-Kasba Music, 2019). En aquel momento, y pese a su lozanía (apenas había cumplido veinte años), me impactó la madurez con la que exponía sus pensamientos y la expresividad de unos ojos que denotaban firmeza, intimidadores. Pasado este corto espacio de tiempo, esa seguridad te sigue aplastando, la lucidez se ha multiplicado. “De alguna manera me seduce el diablo, sí. No quiero que me tomen por tonta. Está bien que desde fuera te vean un poco mala, en cierto modo me gusta”.
Escuchamos I want to be evil, distintivo tema de Eartha Kitt, artista con la cual ha sido relacionada alguna vez. Desde siempre se ha sentido cautivada por este tipo de voces. “Estas cantantes sonaban igual en estudio que en directo. En esa época no existían las herramientas actuales, tiene mucho mérito cantar sin ellas, en eso radica su magia”. No piensa que todas las exitosas cantantes actuales necesiten imperiosamente trucos de estudio. “Beyoncé o Lady Gaga, por citar a dos estrellas, tienen talento suficiente para no depender de los ingenios de un estudio. Hay más ejemplos que se pueden comparar con las artistas de antaño”.
En su hogar respiró música desde pequeña y la marcó indefectiblemente. “Desde muy pequeña me gustó cantar, pero también estudié ballet, flamenco, piano o guitarra. También me encanta pintar, ahora estoy aprendiendo a coser, cualquier cosa relacionada con la creatividad me interesa”.
Sé que es muy difícil vivir de esto, si se interponen dificultades buscaré la manera de sobrevivir digna y felizmente, pero seguiré haciendo música, la voy a necesitar mientras viva
La oportunidad de dedicarse a interpretar música no surgió de repente. “Terminada la ESO empecé a estudiar música y pronto monté una banda de versiones que yo misma creé. A partir de ahí me di cuenta de que quería escribir mis propias canciones y busqué la manera de hacerlo. Encontrado el camino, nunca me he planteado buscar otras opciones, o me sale o me sale. Sé que es muy difícil vivir de esto, si se interponen dificultades buscaré la manera de sobrevivir digna y felizmente, pero seguiré haciendo música, la voy a necesitar mientras viva”.

Nos toca hablar del disco, el entusiasmo crece. “Parece que hubiese salido hace dos años por qué no hemos parado. Entrevistas, ensayos, videoclips cosas nuevas en las que ya estoy trabajando, es una pelota que no para de girar. Tenemos ganas de seguir haciendo bolos. A ver como se presenta este verano, aparentemente más libre. Necesitamos volver, poquito a poco, al tipo de conciertos que hacíamos antes de la pandemia”.
Sus exquisitas producciones contrastan con un directo más austero donde intenta ser más pura, no obstante, estancarse no es el objetivo. “Es necesario mejorar constantemente en todos los campos. Me encantaría tener más músicos en el escenario, mejorar los arreglos, pero si antes era complicado, con el Covid dos piedras más”.
La relajación invita a escudriñar en su interior. No nos dejará insatisfechos. “Tengo más defectos que virtudes. Resulta imposible no juzgarse a uno mismo a la hora de componer. Muchas veces priorizo mis sentimientos sin pensar en el oyente. Como persona me da igual lo que especulen los demás, sin embargo, como artista debo ir con más cuidado y pensar dos veces. Defiendo la libre expresión, ya nos arrepentiremos después si la pifiamos, pero las otras orejas mandan, la prudencia, desgraciadamente, es necesaria”.
Intento hacer música que me vaya a gustar siempre y si los demás se apuntan a esa idea, genial. Mi objetivo junto a Chalart es producir piezas de las que nos sintamos orgullosos, más allá de lo que vayan a durar.
Los vicios y la honradez se entrecruzan. “Soy muy exigente, conmigo misma y con los que me rodean, no al mismo nivel por supuesto. No me da miedo probar cosas a la hora de mezclar estilos, lo considero una gran virtud. Tengo la enorme fortuna de poder colaborar con Chalart 58 (su productor) no le desasosiegan mis locuras, llegar a un acuerdo es muy sencillo”.
Resulta inevitable diseccionar la coyuntura actual. Las dificultades, controversias y cambios, impulsan a ello. “Estamos domesticados, el fast-food predomina. Intentamos remediarlo por dificultoso que sea, no es nada sencillo. Hacen falta decisiones, aunque sean desde el entorno personal, cualquier pequeña cosa sirve”.
El omnipresente C. Tangana entra a colación. “Su evolución me gusta mucho porqué demuestra que no era un rapero al cien por cien. El cambio me parece tan comercial como natural” En este punto se antoja lógico detenerse y reflexionar sobre lo perdurable que pueden llegar a ser las producciones de hoy en día. “Intento hacer música que me vaya a gustar siempre y si los demás se apuntan a esa idea, genial. Mi objetivo junto a Chalart es producir piezas de las que nos sintamos orgullosos, más allá de lo que vayan a durar. De todas maneras, creo que Red Temple, Always want more o Fighting and learning, cumplen el propósito de arraigarse en la mente por mucho tiempo”. Seguimos en el empeño de solucionar los problemas que puedan llegar en un futuro. “El reggaetón no deja de ser un ritmo ancestral, estaría bien utilizar instrumentos orgánicos para tocarlo. Da pavor pensar que las inteligencias artificiales vayan a comerse todo el patrimonio acumulado en años. La buena simbiosis es la solución”.
Van Morrison se ha abierto en canal en su último disco, Jara cree imprescindible “mojarse” de tanto en cuanto. “Me fastidia que los artistas no se posicionen. Si estás en contra del maltrato animal debes decirlo, sino huele mal. Las formas debemos cuidarlas, pero si hay cosas que decir se dicen. La situación que estamos viviendo produce hastío, esta tortura no habrá servido para nada. Le ha servido al poder dominante para demostrarnos que nos pueden callar con bozales. No soy negacionista, pero es evidente que nos están tomando el pelo, parecemos idiotas. Los vencedores ya sabemos quiénes serán”.

Con la crispación a flor de piel, el tema enciende, se impone un break y encaminarse hacia el final de modo didáctico. “Desde mi humilde punto de vista, para mantenerse en forma durante muchos años debes cuidarte y estudiar. No tan solo música, es necesario estudiar tu cuerpo. Tus cuerdas vocales están envueltas por un instrumento que es tu propio organismo. Debes cuidar la alimentación, tus emociones, todas estas cosas van directas a las cuerdas vocales y cuando cantas se nota” Apunten este dato nada baladí: no ha cumplido ni un cuarto de siglo, todo un ejemplo.
Cuando le preguntamos sobre algún apunte de su próximo trabajo, se cierra en banda, aunque intuimos que la nave estelar Aiala querrá ir audazmente donde nadie ha ido antes, estamos seguros.
Antes del adiós le teníamos preparada otra jugarreta. Debía escoger una canción, se decidió por Black Cofee (Sarah Vaughan). “Es el sampler que escogí para componer White wine (Raro). Podía haberlo usado para cualquier otro tema, pero me pareció ideal para él”.
Esta es Jara Aiala: Una mujer batalladora, sincera, de gusto exquisito, encantadora, junto a ella las charlas podrían eternizarse. Al cruzar el umbral de la puerta, su sonrisa y esos ojos pintados de leve amarillo, más que intimidarnos nos producen felicidad. La virtud de los modestos.
No tardaremos en volver a coincidir en alguna estación planetaria. Por lo pronto, este sábado 12 de junio tendremos una nueva ocasión en Almo2bar.
Autores de este artículo

Barracuda

Jordi Vidal
Més de quaranta anys dalt i baix de l'escenari, davant i darrere del micro, entre bambalines, a la foscor, entrant i sortint de camerinos, deambulant per festivals. La foto bona segur que la faig demà.