Acabada la sesión fotográfica nos dirigimos al interior del local. Ni el aire acondicionado fue suficiente para sofocar el calor de una típica tarde bochornosa del mes de junio en Barcelona. Lejos de incomodarse, Júlia nos comentó que se sentía a gusto y que podíamos empezar. Su lozana y alegre mirada (esas que no mienten) nos convenció de inmediato.
Antes de entrar en temas puramente musicales, calentamos motores (temeraria imprudencia) con algunas simples cuestiones.
¿Cuánto tiempo hace que vives en Barcelona?
Llegué aquí a los diecisiete años, a punto de cumplir dieciocho.
Ya que estamos en l’Eixample y están en boca de todos ¿Qué opinión te merecen las superillas? ¿Dan más sensación de pueblo?
Todo lo que sea no cohabitar con el tráfico y la contaminación es ganar calidad de vida, aunque sé que hay gente preocupada por la subida que esto puede provocar en los alquileres.
Nos hallamos cerca de un enclave turístico. Naciste en Valldemosa y parte de mi familia vive en Deià (sierra de Tramontana, Mallorca). ¿El turismo es una plaga necesaria?
No me considero experta en el tema, pero no debería serlo. Ahora mismo dependemos totalmente de él, la economía está dirigida al turismo y los autóctonos nos vemos privados de servicios básicos. En mi pueblo ya no encuentras papelerías ni mecánicos, este tipo de negocios no existen, la verdad es que nos afecta bastante.
¿De Mallorca te echaron los turistas o te fuiste ante la posibilidad de apertura artística?
Es un hecho que influye negativamente en el día a día de los habitantes de la isla, pero la presión turística no tiene tanta fuerza todavía como para echarme de mi casa, yo me fui de Mallorca para crecer como músico.
El jazz nunca fue un destino, era una necesidad para aprender harmonía, lenguaje musical, necesitaba herramientas.
Tu formación procede del Jazz y concretamente del Taller de Musics.
Nunca fui una chica de conservatorio. Es decir, antes de empezar la carrera nunca había pisado ninguno, esto en la formación académica es raro. Yo fui más autodidacta, también me formé en la escuela de música de mi pueblo en canto y tocando la flauta travesera, de una forma amena. El jazz nunca fue un destino, era una necesidad para aprender harmonía, lenguaje musical, necesitaba herramientas. Con el jazz aprendes a ver la música más profundamente, si no hubiera sido por él no hubiera aprendido nada.
¿Cuándo decides ir en busca de las raíces de la olivera mallorquina?
El folclore ha estado en mi vida desde un principio, el jazz llegó después. Todavía lo disfruto, pero lo que siempre me ha acompañado son las canciones tradicionales.
En este primer trabajo que titulas Miramar (ACLAM Records, 2023) cantas: “Olivera verda i grisa, més antiga que aquest món, ets arrel que lliga vides, ets treball i ets amor”. Además de ser el árbol característico de la isla de Mallorca, implica muchas más cosas.
Para mí sí. Desde siempre, en los bosques que no estaban abandonados, ha sido el árbol más común. Nos da olivas, aceite… es un árbol muy generoso. Desde muy pequeña me sorprendían las formas de los troncos e incluso distinguía formas humanas, por eso en la canción personifico a la olivera (acento mallorquín). Estos árboles tienen vida, cuentan vidas y han vivido vidas. Hoy en día hay mucho pino y por desgracia han quedado algo difuminados. Siempre me impresionaron.
¿Cómo llegas a Miramar?
Siempre había estado en mi cabeza. Creí que debía hacerlo al acabar mi etapa académica y después de pensármelo mucho me tiré a la piscina. Podía haber esperado más, pero si no presentas proyecto, en festivales o en otro tipo de actuaciones, se te acaban cerrando las puertas. Si no existes digitalmente no te programan, la gente debe escucharte antes, cuando me di cuenta de este problema decidí grabarlo.
Cuando escuchas Que m’abrasava (canción cantada “a capella” y que abre el disco) piensas que todavía queda bastante de aquella niña que cantaba, a los siete años, El cant de la Sibil·la.
Queda todo. La conexión con el canto “a capella”, que es como un ritual, es total y siempre me lleva al mismo sitio. Yo ya sentía que cantar era lo mejor que me podía pasar en la vida y lo sigo sintiendo ahora, especialmente cuando canto de esta manera.
Ese encuentro con el pasado se hace muy palpable en tonadas como Camí amunt (mi preferida), Tonada de segar o Tonada de collir figues, pero bastante menos en Estròfica o Enveja en las que entra en juego la música urbana. ¿Es un impuesto a pagar, obligatoriamente, en los tiempos que corren?
Actualmente la música electrónica tiene mucho peso, pero también es cierto que el mercado se ha abierto muchísimo y tenemos la posibilidad de escuchar músicas muy diferentes. Me encanta saber que existen circuitos de música folk totalmente orgánica o que a la antigua se le dé mucha importancia en la escena contemporánea. Valoro que esta diversidad sea accesible para todo el mundo. Lo he hecho porque la escucho y forma parte de mí. Tengo 25 años, sería antinatural no hacerlo.
De todos modos, en el disco domina la autenticidad e incluso encontramos ecos country como esos toques genuinos de guitarra que inician Canta para seguir (única incursión al castellano).
Cantar en castellano fue como un juego. Nunca es mi primera opción, mi lengua materna es el catalán, pero quería ir un poco más allá en el aspecto compositivo. La producción de este tema se aleja de la del resto del disco, es como otro planeta, más que las electrónicas.
Mi camino es intentarlo hacerlo muy bien, conseguir que mi proyecto sea honesto y digno.
A pesar de esos mínimos contactos con las modas pasajeras, tu personalidad se aleja de los inalterables moldes reinantes de programas tipo Eufòria. ¿Qué opinas de ellos?
Este tipo de programas no me llamaban la atención ni de más jovencita. Respeto que haya jóvenes que quieran forjarse una carrera a partir de ahí, pero nunca me he sentido conectada a este tipo de cosas, ni me lo he planteado.
Retornando a cosas serias ¿Cuándo escuchas el nombre de Maria del Mar Bonet qué se te pasa por tu joven cabeza? ¿Es una sombra demasiado alargada o un ejemplo a seguir?
Siento respeto y admiración. Cuando empezó se lo tuvo que currar muchísimo para sentirse respetada, escuchada, para sentir que tenía un espacio. En una industria que ahora es completamente masculina no me quiero imaginar cómo era antes. Ella debía vivir siempre rodeada de hombres: músicos, managers, programadores, técnicos de sonidos, etc… Seguro que era la única mujer presente y eso crea hostilidad, esta sensación la tengo menudo. Es una mujer con las ideas muy claras que ha reivindicando y puesto a Mallorca en un sitio que me gusta.
¿Tienes otros referentes de este tipo o de cualquier otro?
Me he dado cuenta que no los tengo. Con Maria del Mar hay similitudes, me veo reflejada en ella por el hecho de ser mallorquinas y otras cosas, yo tan solo acabo de empezar. A nivel artístico admiro a gente y en el disco existen influencias de músicos como el guitarrista José González. Me gusta el fado, concretamente Carminho, (adivinó mi posterior cuestión) o la cantante griega Marina Satti.
Escuchándote en Camí amunt, da la impresión de que no vives tan solo de del aire mediterráneo. La pasión con la que la cantas podría venir de Portugal.
Es algo que no cuento habitualmente, me encanta el fado. Es un tipo de canto que tenemos muy cerca y me impresiona muchísimo, Carminho es de mis cantantes favoritas.
Has colaborado con Maria Arnal y Marcel Bagés, un mundo distinto dentro de la música catalana actual, como también lo son Tarta Relena o el gran Nico Roig. Aunque no tengáis tanto éxito como Oques Grasses, ¿piensas que es el camino a seguir para no caer en la trampa del populismo?
Mi camino es intentarlo hacerlo muy bien, conseguir que mi proyecto sea honesto y digno. No sé si el de los que me has nombrado es exactamente lo mismo, yo estoy absolutamente enfocada en lo mío. Lo que sí creo es que en las radio fórmulas no comprarán mis canciones, no me dejarán caer en la trampa del populismo, como tú dices.
Mirando un poco al retrovisor nos gustaría que nos contaras algo breve sobre la experiencia que supuso el documental de FILMIN Sempre dijous, dirigido por Joan Porcel en 2020, y con el que ganasteis el Premio al Mejor Documental Nacional del Festival Inèdit de aquel año.
Como básicamente habla de mí y del encuentro con la gente mayor que cantaba tonadas, me situé en la posición de autoanalizarme, de repente me vi expuesta. Si ya de por sí me cuestionaba las cosas que hacía, aquello fue como una lupa que se multiplicó en mi cabeza. Fue un momento introspectivo, de conexión conmigo misma. Estoy contenta de haberlo hecho.
Me interesa mucho la diferenciación entre tonada y canción de la que se habla en el film.
Biel Collut me dijo una frase muy hermosa: “las tonadas no tienen música”. Para ellos era una herramienta de faena, trabajaban de sol a sol en jornadas durísimas, eso no podía ser música, la música surgía cuando podían ir de fiesta, los cantos en el trabajo eran para ir todos a una.
En el documental te muestras desinhibida, natural y segura de tus posibilidades, a pesar de los prudentes consejos de tu madre.
En mi familia no ha habido nadie con estos precedentes. Que yo viva algo que no han experimentado es un difícil ejercicio para ellos. Mi madre es maestra y lo ve desde su posición. Mis padres me han apoyado un montón, en la actualidad, sin un soporte externo, una carrera artística es imposible llevarla a cabo.
Has participado en el Primavera Sound, tanto en Barcelona como en Madrid. ¿Qué tal la experiencia?
Muy bonita. Hace un mes que el disco está fuera, estos bolos son los primeros que estamos haciendo y fue increíble tocar en un escenario tan grande. Conocí a otras bandas, hablé con ellos, todo positivo.
El futuro nos depara una actuación junto a Marta Knight en el Castell de Montjuïc ¿algo más?
La gira va creciendo y aparecen fechas nuevas. La primera será en el Castell, un sitio muy bonito porqué tocaremos en el claustro, me muero de ganas de cantar allí. Después vendrá Galicia, el MOBOFEST de Porreres (Mallorca), el Atlántida Film Fest de FILMIN, pasado mañana nos vamos a la Universidad de Regensburg (Alemania) y habrá más fechas en Europa a partir de septiembre. Me acompañarán Josep Pou, Artur Ponsà y Martin Leiton, coproductor del disco.
Posiblemente busques otras alternativas en tus composiciones, pero te veo acariciando oliveras durante mucho tiempo.
La voz “a capella” o acompañada de guitarra española es por dónde empieza a nacer mi música, es mi centro de gravedad.
Finiquitada la fructífera charla, Jùlia Colom enfiló (rauda cual Roadrunner) la calle Girona para dirigirse a la Diagonal. Seguro que, incluso a esa velocidad, le bullía, en su privilegiado cerebro, todo lo que le venía por delante.
La Colom es sabia y será grande. Apuesten por ella.
Autores de este artículo
Barracuda
Marina Tomàs
Tiene mucho de aventura la fotografía. Supongo que por eso me gusta. Y, aunque parezca un poco contradictorio, me proporciona un lugar en el mundo, un techo, un refugio. Y eso, para alguien de naturaleza más bien soñadora como yo, no está nada mal.