Es irónico que se nos llene la boca hablando de lo importante que es prevenir el acoso y a la vez nos encontremos dando bombo y perpetuando los actos de Kanye West. Parece que todos los anteriores sucesos, como el suicidio de Verónica Forqué y los deplorables comentarios en su cuenta de Instagram, no nos ponen alerta ni nos invitan a tener una actitud crítica ante ciertos temas. Condenamos el acoso y paralelamente lo propagamos.
En las redes no se habla de otra cosa. Hace días que Twitter arde y se llena de memes relacionados con LA MOVIDA. Kanye ya apuntaba maneras cuando en los VMA de 2009 interrumpió el discurso de Taylor Swift para manifestar su opinión y decir que Beyoncé era quien realmente merecía el premio. La polémica siempre ha ido ligada al artista, de hecho, hace una semana acusaba a Billie Eilish de criticar a Travis Scott y las muertes por avalancha que este provocó en su concierto Astroworld. Sin embargo, el gesto de la cantante fue completamente malinterpretado, ya que ni siquiera mencionó a Scott. Lo único que hizo fue detener su concierto para ayudar a un fan con problemas de asma.

A través de su cuenta de Instagram, Kanye se ha dedicado a lanzar mensajes violentos a su exmujer Kim Kardashian y a su actual pareja, el actor y humorista Pete Davidson. Quizá se deba al tipo de publicaciones, ya que ha llegado a compartir este tipo de montajes, pero el tema ha sido recibido con mucho humor.
Kanye ha querido dejar claro que no tiene “nada en contra” de Kim y ha aprovechado la horterada de San Valentín para regalarle una furgoneta llena de rosas, un detalle bastante malrollero que no ha dudado en compartir en su Instagram –como era de esperar–. Mientras yo misma me reía de todos los memes que han inundado Twitter, me he dado cuenta de que el humor que ha generado esta situación se ha encargado de opacar una realidad alarmate.
A las pruebas me remito cuando digo que pese a vivir en la era de la cultura de la cancelación, seguimos riéndole las gracias a un ex machista y posesivo
En el fondo, este señor es el clásico ex creepy que te persigue y te acosa, e incluso arremete contra tu pareja. Es normal que te venga a la mente un tipo que cumpla con este perfil, alguien que hayas conocido o del que te hayan hablado. Si es así, también es probable que lo odies profundamente. Entonces, ¿hasta qué punto estamos siendo cómplices de una situación de hostigamiento?
El otro día escuchaba hablar sobre “la nueva dictadura progre”, esa que ha provocado que “ya no se pueda hablar de nada”. Quizá con eso se referían a que por fin se pueden denunciar de forma pública agresiones machistas, homófobas o racistas, o al hecho de que ahora ya no se puedan ir soltando barbaridades que antes pasaban desapercibidas o quedaban impunes. Pero a las pruebas me remito cuando digo que esto no es del todo cierto y que pese a vivir en la era de la cultura de la cancelación, seguimos riéndole las gracias a un ex machista y posesivo.
Autora de este artículo
