Que un tema como Per la bona gent, basado en un sampler de Maria del Mar Bonet funcione, es difícil. Con este cambio de paradigma, que ya asomaba la cabeza en algunos temas de su anterior álbum, Jo competeixo, Manel va dejando atrás el indie folk en catalán para decantarse por un rollo un poco más cañero y experimental.
No hay que ser muy espabilado para darse cuenta de que no aportar cosas nuevas significa desvanecerse. Al menos eso piensa buena parte del público y de la industria: los inquietos, sedientos por reinventarse constantemente, arriesgándose al estrepitoso fracaso pero ampliando exponencialmente la posibilidad de petarlo fuerte. Y, en el lado opuesto, los que prefieren apostar por la comodidad, que en la mayoría de los casos los lleva al olvido (por lo menos mediático).
La estrategia de jugar al desmarque, despistando al público y probando con samplers, sonidos y sintetizadores, funciona desde los inicios del hip hop. Y ahora que se usa para mezclar trap y reguetón o folk y pop, parece que hayamos descubierto la gallina de los huevos de oro. En cualquier caso, no le quitemos méritos a la apuesta de Manel por ampliar sus propios horizontes.
Aunque no nos engañemos, todos sabemos quién lidera y maneja este cotarro: la Rosalía. Colaboraciones con artistas muy potentes a nivel internacional, un año en el que nos ha regalado hit tras hit, shows espectaculares y un boom mediático de la leche. Comparar el flamante éxito de la de Sant Esteve de Ses Rovires con un grupo como Manel, que lleva diez años construyendo una carrera musical sólida, es osado. Pero sí tienen en común esta disposición a arriesgar.
Y eso, como no podía ser de otra manera, irrita a muchos: los haters del cambio. Los que siempre han escuchado a sus grupos predilectos sin dar oportunidad a lo nuevo. Seguro que conoces a alguno. Predicadores de la música como si fuera una religión, demasiado ortodoxos con sus fórmulas y fieles seguidores de sus ídolos de siempre. Dan un poco de rabia, ¿no? Tan cerrados y poco flexibles.
Pero ahora mírate el ombligo y párate a pensar: es muy fácil criticar a los haters de un torbellino como Rosalía, que pisa fuerte en lo más alto. Pero piensa en cuántas veces has sido tú quien se ha cargado algo por ser demasiado indie, demasiado comercial, demasiado reguetón; sin darle una oportunidad. Y es que somos muy abiertos cuando nos gusta lo que suena, pero cuando el cambio no va en la línea de lo que nos mola, la película cambia.
A cortes generales, ¿tú con qué grupo te identificas? ¿Con la versatilidad de los valientes o con el inmovilismo hater?

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