Está claro que el cine sin música no sería lo mismo. Hay bandas sonoras que cualquier persona reconocería. Son icónicas. Mr. John Williams ha creado unas cuantas. Si suena la fanfarria imperial de Star Wars, nos imaginamos a Darth Vader apretando el puño sobre el cuello del desafortunado subordinado de turno. ¿Un sombrero, un látigo y un arqueólogo cabalgando desde Petra hacia la puesta de sol? Sí, Williams también creó la banda sonora de Indiana Jones. ¿Es un pájaro? ¿Es un avión? No, es Superman. Por supuesto, otra de las obras del compositor que, probablemente, más premios tiene en su haber.
Hay músicas que nos marcan. Nunca veremos una ducha igual si suena la banda sonora de Bernard Herrmann de fondo. Al igual que las primeras notas de El resplandor de Wendy Carlos y Rachel Elkind nos pondrán la piel de gallina. Sobre todo, si estamos en un hotel de montaña desierto fuera de temporada. Y no hay película de Tim Burton que no suene a las maravillas de Danny Elfman. Él también le ha ayudado a crear ese mundo tan particular.
La música de una película es mucho más que un simple acompañamiento. Te sitúa, te emociona, te hace sentir lo que pasa en la pantalla.
La música de una película es mucho más que un simple acompañamiento. Te sitúa, te emociona, te hace sentir lo que pasa en la pantalla. Recuerdo escuchar durante la primera parte de Dune de Villeneuve la impresionante banda sonora de Hans Zimmer y gracias a ella construir en mi mente un planeta, una historia, unos sentimientos. Estábamos viendo la creación de un mito. Muad’dib se transforma en Lisan Al Gaib. La música es un personaje más. Lástima que, en la segunda parte, Zimmer no se haya lucido tanto y se haya vuelto un poco repetitivo.
Pero si hay un personaje y una música que se me ha quedado grabada a fuego, esa es la de Poor Things. Bella Baxter se mueve, baila y crece al ritmo asincopado de la impresionante banda sonora de Jerskin Fendrix. Ella es también el personaje. En Bella vemos sus primeros pasos, como un bebé que no sabe cómo funciona su cuerpo aún. La dulzura de Bella and Max se contrapone a los choques de Bella y Duncan. La tenebrosa Victoria nos sumerge en lo más oscuro del film. Los viajes de Bella nos descubren las maravillas de Lisbon o los terrores de Alexandria. Mientras God piensa I Just Hope She’s Alright. Duncan y Bella bailan al ritmo de Portuguese Dance II. La tristeza se siente en London, el regreso. Y mucho, mucho más.
Las bandas sonoras también han hecho de alguna canción que formaba parte éxitos inesperados. Y, sino que se lo digan a Sophie Ellis-Bextor que ha vuelto a renacer entre las cenizas con su Murder on the Dance Floor gracias a Saltburn de la directora Emerald Fennell. Me acuerdo perfectamente de Q Lazzarus y su Goodbye Horses. Se convirtió en un gran éxito gracias a la banda sonora de El silencio de los corderos de Jonathan Demme. Sonaba en uno de los momentos más escalofriantes de la película. El director conoció a Q Lazzarus mientras ella le llevaba en su taxi y escuchó alguno de sus temas. Desde entonces, incluyó algunos en varias de sus películas. Pero eso, ya es otra historia que quizás algún día os contaré. ¿Qué música de cine os ha atrapado?
Autora de este artículo
![Picture of Anabel Vélez](https://qualsevolnit.com/wp-content/uploads/2020/06/Anabel-Vélez-300x300.jpg)