La anhelada cita con el saxofonista británico, que había sido anteriormente aplazada tras la cancelación de su viaje a causa de comportamientos racistas y prepotentes de la policía en un aeropuerto –donde le denegaron el embarque por motivos espurios–, ha podido hacerse realidad a finales de agosto, dentro del Mas i Mas Festival. Y, al parecer, Soweto Kinch quería dejar de lado esa negatividad que le rodea y planteó su primer set en la Jamboree con tintes más amables y relajados.
Sí que sonaron piezas de su último disco, como Dawn y March Of The Unicorns, ésta última que mira tanto a la nueva escena jazz británica como a luminarias del pasado entre las que se apareció en espíritu Moondog. Pero, quizás por estar en un entorno de cava de jazz, Kinch se dejó ir e incluso se despidió del público con una creación en freestyle, tomando como base de sus improvisado rapeado las letras que conforman el nombre Jamboree y las palabras que le propusimos el público que debían tener como inicial la correspondiente letra del nombre del local.
Hubo momentos de gran intensidad en el pase y Kinch demostró en directo su capacidad, no sólo con saxo acústico y digital, sino con su fraseado acelerado y combativo. Estuvo acompañado de un contrabajista y de un jovencísimo batería, además del colchón sónico de las bases que el mismo Kinch lanzaba desde un portátil.
La actuación, finalmente, dejó una cierta sensación deslavazada, como de divertimento. Era, probablemente, una ocasión de solaz, de relajamiento, que quizás no fue recibida con excesivo entusiasmo por el público, que seguramente esperaba una propuesta más ambiciosa.
Sea como sea, no queda duda de que Soweto Kinch es uno de los renovadores del jazz británico, con su amalgama de estilos en la que se fusionan, de manera personal, free jazz, funk, hip hop, música de vanguardia y mensaje concienciado. Junto a gente como Shabaka Hutchings (Sons Of Kemet y The Comet is Coming) está renovando el jazz y lo vuelve a acercar a la calle. Queda pendiente una nueva visita en la que pueda llevar al directo la complejidad de su ambiciosa obra, quizás acompañado de una orquesta, como en su disco grabado en directo. Por soñar, que no quede.
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