Saber conjugar profundidad y espectáculo no es cosa sencilla. En el pasado, James Brown lideró una estirpe de artistas de los que ya no quedan. Aquellos que, dejándose el alma en el escenario, sabían exprimir lo mejor de su talento y, al mismo tiempo, emborrachar de gusto al público receptor. Hoy en día, manda la pirotecnia, fuegos fatuos que desaparecen tan rápido como una pompa de jabón. Troy Andrews ‘Trombone Shorty’ esgrime la suntuosidad con descaro, liderando una agrupación de diez elementos, la Orleans Avenue, que desafían la pulcritud musical, sin embargo, es tal su talento que el exceso torna en virtud, al utilizar el supuesto artificio como una pieza más del perfecto engranaje.
En una noche complicada por los efectos del “sonido primaveral”, el de New Orleans volvió a demostrar que en la escena del funk-rock muy pocos pueden ponerse a su altura en la actualidad. La sala del Poble Nou no se llenó como en anteriores visitas, pero los que allí estuvieron vibraron hasta romperse y sin empellones.
Jugando en casa
El trombonista, trompetista, cantante y circunstancial rapero (en la bestial One night only (The March) lo conjugó todo) se siente muy cómodo en el Razzmatazz. La amplitud de sus tablas le permite ubicar a su numeroso combo con desahogo y consentirles manifestar todas sus habilidades que no son pocas. Podríamos pensar que duplicar teclados, baterías o guitarras no es imprescindible y no nos equivocaríamos. Pese a este derroche (únicamente sobró algún solo estrepitoso) el show adquiere maneras funcionales: la abundancia es utilizada con sentido y sirve para llegar al clímax ambicionado. Por una vez, la exuberancia se convirtió en sencillez. No hace falta incidir en que ese gran espacio le facilita sus excursiones, moviéndose sin parar con su soltura característica; un showman de los de antes, igual que Brown o Cab Calloway pero con trombón.
Sin respiro
Tras el arranque con la feroz Buckjump, recordó a The Meters versionando su It ain’t use, atacó, ferozmente, Where it at? (fastuoso solo de trombón) y empezó a repasar el reciente Lifted (Blue Note, 2022) con el díptico compuesto por Lifted y I’m standing here. Del nuevo disco relució Come back y especialmente Might not make it home, pedazo de pieza funky, evocadora de los mejores tiempos de grupazos tipo Cameo o Kool & The Gang. Los que hayan escuchado alguno de los temas citados, conocerán su empuje y fibra, una potencia que no decayó en ningún segundo de la velada.
El rock de un Lenny Kravitz abrazado con el subidón de unos Earth Wind & Fire más el aire de NOLA podría ser una buena definición para el estilo practicado por el excepcional Mr. Andrews. Hablamos del buen Kravitz, el de antaño, lo de ahora se asemeja más a ese circo rimbombante que tanto está alejado de la verdad.
Fue un placer observar de qué manera el público gozó, desde los organizadores hasta los camareros. Lo que hace este músico es vivir el ritmo y entregarlo tan solo por recibir un aplauso o engancharse al coro de When the Saints go marching in. Es el disfrute que, seguramente, le enseñaron de pequeño en aquella ciudad donde el buen compás brota de las piedras.
Magnífico tanto en su cover de On your way down (Allen Toussaint) como bajando algo el tono en No good time o en el teórico final con Long weekend de 2013 y, obviamente, en los bises: la tremenda Hurricane season y Do to me.
El sonido, mucho mejor dispuesto que en otras ocasiones, fue otro gran aliado para un festejo colosal que mereció más audiencia, la tendrá cuando vuelva. Será pronto, es oro puro, los promotores lo saben.
Dos baterías, dos teclados, dos guitarras, dos saxos, un bajo y dos celestiales coristas. No nos olvidemos de ellas, estuvieron ajustadas, primorosas, regalando un punto soul valiosísimo.
A Trombone Shorty se le podría recriminar que, quizá, apuesta más por la juerga que por la seriedad sonora, cualidad que alcanzaría sin esforzarse. No obstante, esa opción nos parece adecuada e ideal para rescatarnos del marasmo que, por desgracia, nos regala (menudo obsequio) el duro día a día.
Lo de este trombonista es vida, alegría y pasión. Fuego eterno.
Fill the night with fire. Dance until the moon becomes the sun. Wanna take you higher. Dance until the moon becomes the sun”
Might not make it home, Trombone Shorty








Autores de este artículo

Barracuda

Miguel López Mallach
De la Generación X, también fui a EGB. Me ha tocado vivir la llegada del Walkman, CD, PC de sobremesa, entre otras cosas.
Perfeccionista, pero sobre todo, observador. Intentando buscar la creatividad y las emociones en cada encuadre.