Si un explorador obstinado continúa con el insaciable apetito de encontrar viejas sonoridades del reggae style en Jamaica, se equivoca de territorio. En la privilegiada isla caribeña hace mucho tiempo que los tesoros están sepultados. De aquel maravilloso legado, sólo quedan restos dañados por el paso del tiempo o ensuciados por espesas y pringosas algas. A nuestro intrépido expedicionario le aconsejaríamos escudriñar en la vieja Europa (algo impensable hace unos años) o en la siempre inagotable Mama Africa para encontrar vestigios similares a los primigenios. Si decide aterrizar en una región occidental del ancestral continente, correspondería hacerlo en Côte d’Ivore, quizá allí encuentre a uno de los últimos protectores del movimiento rastafari (aunque no comulgue del todo con él). Debería preguntar por Doumbia Moussa Fakoly, aka Tiken Jah Fakoly, experto guía.
El incansable griot (trobador nómada) marfileño es de los pocos que sigue empeñado en utilizar el reggae clásico para lanzar sus proclamas en favor de la libertad del pueblo africano y la educación, mostrándose en contra de desigualdades, discriminaciones y el drama del cambio climático.
Fakoly lleva más de tres décadas peleándose con instituciones y gobiernos (Abdoulaye Wade, presidente de Senegal, le declaró “persona non grata” en 2007 y desde 2005 no puede entrar en Kinshasa, Congo), pero ni así ha dado su brazo a torcer en pos de luchar por un mundo más justo. El onceavo puñetazo discográfico se titula Le mond est chaud (Barclay Records, 2019). Lo presentó con una abarrotada Sala Apolo en el marco del festival Cruïlla de Tardor 2019.
Como es bien sabido, los cantantes de reggae africano, a diferencia de los finos estilistas jamaicanos, no poseen una armoniosa línea de canto, ni tan siquiera su máxima estrella Alpha Blondy. Sin embargo, utilizando sus innegables aptitudes de manera distinta, el resultado puede resultar igual de afortunado. El “punch” de sus arengas avasalla y la mezcla con el clasicismo musical africanista arrebata. Ese identificador colorista, junto la potencia instrumental, deja KO cuando suena la campana de inicio. Desgraciadamente, en la ocasión que nos ocupa, Tiken Jah Fakoly prescindió de su habitual sección de metales. A pesar de ese importante déficit, el empuje de la banda, dos coristas de postín y la estupenda labor en los teclados solucionaron el problema, dura contrariedad vistas las tremendas prestaciones ofrecidas por esos vientos desatados en otros conciertos memorables.
El carismático africano apareció en escena ataviado con una vistosa túnica de tonos grises y un precioso bastón grabado cual Moisés guiando a su pueblo, el predicador en plena enseñanza. Tiken entona Discrimination y atrapa al auditorio gracias a un magnetismo inusual, adoración inmediata. Fervor que irá ‘in crescendo’ hasta llegar a un final apoteósico al grito unánime de ¡Tiken, Tiken, Tiken!, habíamos llegado a la tierra prometida.
El repertorio no varió un ápice del que va exhibiendo en la gira de promoción de su nuevo y meritorio trabajo: una mezcla entre las recientes creaciones y clásicos que ya resuenan como himnos. El primer punto enloquecedor llegó en Alou Maye, introducida con unas bellísimas notas imaginadas por una guitarra africana de dos mástiles. Grandioso tema perteneciente a Coup de guele (Barclay Records, 2004), obra maestra de la que también desgranó Tonton d’America y Plues rien ne m’étonne con toda la comunidad africana presente en pleno éxtasis. Le mon est chaud contiene numerosas perlas, la que da título al disco (con la que cerró la velada), y temas poderosos como Pourquoi nos fouyons, Ça vole o Kodjougou, dónde las percusiones echaron chispas. Todavía están lejos de tocar la fibra tanto como sus principales éxitos aunque, quizá, We love Africa, por la obviedad del título, consiga esa meta a pesar de ser una canción algo endeble. En ese lustroso ‘pack’ encontramos Le Prix du paradis enlazado a un terceto agitador: Dernier appel, African revolution y Françafrique. Mención aparte merece Ouvrez les frontières, canto contrario a las racistas ideas de que solos estamos mejor. Mientras los gobernantes absolutistas cierran puertas, Tiken Jah Fakoly las abre de par en par con su juicioso discurso.
Descartando ‘guayoyos’ fiesteros y retornando a las raíces del género, Tiken Jah Fakoly arrasó vistiéndose de aguerrido ‘freedom fighter’. Revolución consciente.
Ouvrez la porte, ici, on étouffe, On est plein à vouloir du rêve occidental, Ouvrez la porte, ici, la jeunesse s'essouffle, Ne vois-tu pas que pour nous c'est vital ! Ouvrez les frontières, ouvrez les frontières Laissez-nous passer ... Ouvrez les frontières, ouvrez les frontières
Ouvrez les frontières, Tiken Jah Fakoly
Autores de este artículo
Barracuda
Aitor Rodero
Antes era actor, me subía a un escenario, actuaba y, de vez en cuando, me hacían fotos. Un día decidí bajarme, coger una cámara, girar 180º y convertirme en la persona que fotografiaba a los que estaban encima del escenario.