Bad Gyal, Fever Ray, Little Simz o Amelie Lens son los primeros nombres que se me vienen a la cabeza. El talento femenino dominó una 30º edición del festival Sónar en la que también actuaron DJ míticos que volvían después de muchos años y muchos regalos de aniversario. Horas y horas de descubrimiento y constatación, pero sobre todo de no querer perder detalle de nada de lo que estaba ocurriendo.
Los pesos pesados se disfrutaron en su momento pese a no poder respirar entre la multitud pero no fueron tan memorables. Teníamos por ejemplo a Aphex Twhin volviendo al festival después de 12 años con una sesión muy introspectiva y poco bailable que encantó a los entregados y dejó desacompasados a quienes estaban de paso. También era un reclamo la presentación del show inmersivo HOLO, de Eric Prydz, una petición popular que se acercó más de lo esperado al mainstream pero que sorprendió con sus proyecciones y hologramas a una masa entregada. El de BICEP fue de nuevo un momento más ensimismado: los hermanos James y Andy crearon una atmósfera hipnótica pero con una potencia y una bailabilidad que le iba como anillo al dedo al escenario principal.
Bad Gyal volvió al festival en el que actuó por primera vez en 2017, ahora convertida en una estrella internacional. Reventó el aforo y dejó a sus súbditos encantadísimos ya que ofreció un set extenso a la par que muy generoso de hit after hit que no suele ser habitual en festivales. Una reina. Por su parte Samantha Hudson consagrándose como la diosa a la que le rezamos después de romper esquemas y caderas con un show makinero en el que se entregó en cuerpo y alma a ritmo de “amore, te sabe a vodka red bull la boca; me das un beso y me vuelvo loca”.
Más conciertos que recordaremos para siempre: Fever Ray, el proyecto musical de Karin Dreijer, cautivó al público con su misteriosa, oscura y experimental propuesta. La artista sueca creó un ambiente íntimo, transportandonos a un mundo de atmósferas subterráneas y melancólicas. Destacan asimismo la surcoreana Peggy Gou, sesión energéica y contagiosa la suya que puso a bailar a cualquiera, y la estadounidense Honey Dijon, otra reina; mientras que la apuesta por las más grandes figuras de la escena se completa con el icónico y pionero Richie Hawtin. Y debutó por fin en el Sónar el productor alemán Solomun, con set épico que acabó pasado el amanecer. De la misma manera que Amelie Lens, DJ y productora belga, cuya energía desbordante canalizada a través de su techno ácido y acelerado, fue el broche de oro para una edición inolvidable de Sónar.
Entre tanto festín, paréntesis para explorar las implicaciones culturales, éticas, económicas e industriales de las nuevas herramientas y procesos creativos vinculados a la Inteligencia Artificial. Sónar+D brindó un espacio para la reflexión y el debate sobre el impacto e influencia de esta nueva tecnología y cómo ya está tranformando las industrias creativas y nuestras vidas. El tono fue positivo y en muchos casos interactivo para experimentar de primera mano que estas nuevas formas de expresión no nos anulan como humanos sino que le añaden una capa más a nuestra capacidad creativa.
Otra actividad para hacer de día: descubrir los sonidos de microescenas surgidas en distintos puntos del planeta. La tendencia global hacia la música del Latinx club estuvo representada por Nick León, Dinamarca y Manuka Honey, pero también por los artistas nacionales Phran, Flaca, Toccororo, Merca Bae y La Niña Jacarandá. El underground de Andalucía se vio reflejado en las actuaciones de DALILA y B2BBS, mientras que BADSISTA b2b Cashu trajeron a Barcelona el mensaje político y reivindicativo del colectivo queer Mamba Negra de São Paulo. También estuvieron presentes otras escenas nacionales, como la del rap con Albany, LEÏTI y Sticky M.A., y la experimental, con los nuevos proyectos de Santiago Latorre & Colin Self, Marina Herlop (increíble propuesta visual que ojalá encontrar en más lugares próximamente) y CLARAGUILAR.
Además de HOLO, con un despliegue que de momento pocos artistas y localizaciones en el mundo pueden conseguir, esta fue la edición de los espectáculos tecnológicos, como los del legendario artista sonoro y visual japonés Ryoji Ikeda, el genetista convertido en músico Max Cooper, el polivalente artista de culto Oneohtrix Point Never, Kode9 con su directo audiovisual Escapology y el pianista y compositor Carles Viarnès presentando su nuevo álbum Hyper_O junto a la visualista Alba G. Corral, entre muchos otros nombres.
120.000 asistentes y por lo tanto el mismo número de listas ‘top 3 conciertos con mención especial’. Los míos: en primer lugar Little Simz, en segundo Black Coffee y el tercero The Blessed Madona. Si los conoces, lo sabes. Y si no pues una pequeñísima pincelada de estas tres figuras tan enormes que por fin empiezan a ser reconocidas: Rap, afrobeats y house, respectivamente. Lo mejor de lo mejor, de nuevo, en el Sónar.
Autores de este artículo
![Picture of Paula Pérez Fraga](https://qualsevolnit.com/wp-content/uploads/2018/06/paula-avatar-300x300.jpg)
Paula Pérez Fraga
![Picture of Víctor Parreño](https://qualsevolnit.com/wp-content/uploads/2018/06/victorparreno-avatar-1-300x300.jpg)
Víctor Parreño
Me levanto, bebo café, trabajo haciendo fotos (en eventos corporativos, de producto... depende del día), me echo una siesta, trabajo haciendo fotos (en conciertos, en festivales... depende de la noche), duermo. Repeat. Me gustan los loops.