A pesar de que los aplausos de despedida fueron sonoros, sospecho que bastantes de los espectadores, que llenaron La Nau, salieron defraudados, y más si asistieron al espectáculo ofrecido por Ben L’Oncle Soul , hace once años, en la sala Apolo.
Por aquel entonces (el tiempo vuela) el soberbio cantante nacido en Chambray-lès-Tours, Centre (France) nos dejó anonadados con su imperial poderío vocal (que todavía posee) y aquella mezcla soul-reggae subyugante que presentó con una fornida banda que incluía coristas, al modo Motown o las I Threes de Marley. Desgraciadamente, este formato, y a tenor de lo visto, ha pasado a la historia.
Después de su extraordinario debut discográfico con Ben L’Oncle Soul (2010) y el subsiguiente A coup de rêves (2013), la carrera de nuestro protagonista se ha estancado. En su posterior trayectoria intentó emular a Sinatra en Under my skin (2016) y grabó un par de álbumes poco destacables; ahora nos presenta Is it you? (Enchanté Records, 2023), disco deudor del espíritu de Stevie Wonder o Bill Withers, aunque aburre más que divierte. No nos gustaría compararle con la trayectoria, azucarada, de John Legend, pero nos sentimos obligados a ello.
Acompañado de Christophe Lardeau (guitarra), Stan Augris (batería) y complementos pregrabados (tampoco desentonaron) el show del simpático Ben, decepcionó en líneas generales.
Gustó mucho la introducción funk de Seven Nation Army (The White Stripes) y la inspiración góspel de There’s a light (podría ser un gran predicador), pero con la novedosa Is it you? y los imperdonables arreglos reggae de Stay, tocó un fondo del que sólo se recuperó en un par o tres de ocasiones. Lo intentó con la aclamada Next to you, pero volvió a fracasar con Levitate, otra primicia obviable, y en Walk the line, pese a sus referencias a Bob Marley.
Como no todo pueden ser torpezas en un artista apreciable, también encontramos puntos positivos. Estuvo muy acertado en You got my back (el flow es difícil perderlo), a pesar de ese final enloquecido a lo Kravitz y en So hard to find, con un bello inicio “a capella” y redondeada con unas bases que muchos raperos infortunados necesitarían para emerger de una vez por todas.
No desentonó en Jealous guy (la canta mejor que Lennon) y menos en Soul man, única canción cantada en francés y que resultó ser de lo más meritorio de la noche. Ni sumaron la meliflua A Rose… (especie de bossa nova con Stevie Wonder mirándosela fríamente), ni por supuesto el cover de I’ve got you under my skin. No es que la cantara mal, sino que existen cosas con las que nadie debería enfrentarse. Cole Porter la construyó para sabios como Sinatra, no para esperpentos como Bono, ahí hasta el amigo Benjamin le gana la partida; y quién no.
Este clásico entre clásicos, prendió la llama de bises. Ben L’Oncle Soul cerró, la desigual actuación con I love this game y Call me, un par de ejemplos de la elegancia artística que atesora y que no debería perder por mucho que la fofa coyuntura lo demande.
Retornamos al son de siempre: Ben es un cantante como pocos existen en la actualidad, sólo falta que se lo crea y no quiera ganar premios frivolizando con su verdadera identidad. Soul man para siempre o nada.
Autores de este artículo
Barracuda
Marina Tomàs
Tiene mucho de aventura la fotografía. Supongo que por eso me gusta. Y, aunque parezca un poco contradictorio, me proporciona un lugar en el mundo, un techo, un refugio. Y eso, para alguien de naturaleza más bien soñadora como yo, no está nada mal.