Cuando después de casi dos décadas desaparecidos del mapa Slowdive regresaron en 2014 lo hicieron en condición de banda ya legendaria, estandarte del shoegaze, un género que, como ellos, tuvo una breve vida en los años 90 a la sombra de otras bandas y sonidos más populares y comercializables como el britpop de Oasis. Con otros grandes del movimiento como My Bloody Valentine y Ride en activo de nuevo parecía que era justo el momento para rentabilizar la nostalgia por las guitarras tristes y pesadas antes de que el interés se difuminara de nuevo. Lo que ha pasado diez años después, en 2024, ha sido justo lo contrario, y es que el shoegaze, de manera totalmente inesperada, está viviendo el que quizá sea el mayor momento de popularidad en su historia.
Precisamente son Slowdive, de entre las bandas originales de los 90, los que más están viviendo este impacto. When the Sun Hits, uno de sus temas más celebrados, se aproxima a las 100 millones de escuchas en Spotify y ha sido utilizado en más de 150.000 TikToks, mientras que su disco más reciente, Everything is Alive (Dead Oceans, 2023), ha llegado a posiciones de ventas sin precedentes para el género. Por supuesto, su concierto en la sala Razzmatazz 1 de Barcelona se llenó hasta los topes, vendiéndolo todo con semanas de antelación, y es que había que ver a unas leyendas más vivas ahora que hace treinta años.
A las nueve de la noche justas, intentando todavía localizar un espacio con buenas vistas al escenario, sintetizadores arpegiados y mareas de distorsión empezaron a llenar la sala. Shanty, la canción de inicio de su nuevo álbum, dio comienzo a una hora y media de música letárgica, envolvente, difuminada; un océano en el que zambullirse y perder la noción del tiempo.
Con una ‘setlist’ centrada en el reciente Everything is Alive y Souvlaki (Creation, 1993) –el clásico indiscutible de su primera etapa– no hubo espacio para revisitar algunos de los otros sonidos que también definen a Slowdive más allá del dream pop y el shoegaze. De Pygmalion (Creation, 1995), su incursión a la música ambient y el post-rock, tan solo sonó una Crazy for You que, sacada del estudio, se dejó amoldar con facilidad al sonido “estándar” de la banda en directo.
Tras una Alison que sonó algo anémica y que pilló algo desprevenidos a los asistentes, el grupo se recuperó rápidamente con otros dos grandes temas de su Souvlaki que sí que consiguieron sonar gigantescos, When the Sun Hits y 40 Days. Abandonando brevemente el escenario tras una nube de feedback, encararon el consabido bis, que comenzó con Sugar for the Pill, el ‘hit’ de su etapa post-reunión, seguida de una pequeña sorpresa: una canción sugerida por el público de las primeras filas, Sleep, tema nunco publicada oficialmente por la banda y que a través de un vídeo en YouTube con más de 12 millones de visitas se ha convertido en una especie de clásico oculto suyo.
Dagger, tal vez la canción más triste y desgarradora de un catálogo sobrado de canciones así, requirió del silencio total de Razzmatazz para poder escuchar la guitarra despojada de distorsión y efectos y la voz cansada de Neil Halstead. Finalmente Golden Hair, un tema durante décadas enterrado en uno de los primeros EPs de la banda y usado ahora como colofón final en sus conciertos, fue el cierre más espectacular que un fan de Slowdive podría esperar, un tratado en ocho minutos de todo lo que les hace especiales: el trance, la euforia ensordecedora, la sensación de ingravidez, de flotar.
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