El dinero. Tan ineludible como anhelado. Es lo que nos diferencia, lo que nos une, lo que nos preocupa, lo que nos hace gozar. Si lo tienes, corres el riesgo de obsesionarte con no perderlo (que se lo digan a los de Succession); si no lo tienes, con mucha probabilidad te obsesionarás con conseguirlo (todas somos un poquito Anna Delvey). Curioso porque en ambos casos, sean ficción sean fake o sean como sean, ese capital viene heredado. Igual que se heredan los privilegios de clase, el color de piel y las coronas reales. Lido Pimienta piensa mucho en estos temas. Ayer en su concierto en La Nau de Barcelona nos abrió las puertas de su cosmovisión.
Y es que para nuestra sorpresa pero no desagrado, entre canción y canción iba intercalando rajadas de temas tan dispares como la monarquía o la industria musical a lo stand up comedy. Nada que no sepamos en ningún caso pero en su boca resulta muy simpático: se metió con el esqueleto andante que es Letizia Ortiz, con su muermazo de suegra y con sus hijas robóticas. Un Sálvame Deluxe que nos dejó a todos –y éramos muchos porque el concierto estaba sold out– a cuadros. Tenía un sentido: nosotros trabajando y comiendo mierda para que esos ‘hijoeputas’ vivan, ya lo dice la misma expresión, a cuerpo de rey… Declare independence. Contra el poder, la colonización, el patriarcado. Si alguien no la conocía antes del concierto, a la segunda canción ya se dio cuenta de que su música rebosa conciencia sobre mil temas entrelazados.
Me esperaba un concierto para bailar pero en general tranquilo; y me encontré con una performance histriónica y una voz estridente, incluso a ratos hardcore. No hubo hueco para la indiferencia, y pienso que este es el mejor cumplido. Lido Pimienta tiene mucho por sacar y el público quiere absorber. “Esta es mi terapia”, confesaba. Quien da también recibe porque nos llevamos un consejo útil: si en una foto de grupo, tú sales con cara de zapato y tu amiga reluciente, y elige esa en vez de la foto en la que salís ambas bien… es que tan amiga no será. Cantaba que a ella no le cuida la policía, que le cuidan sus amigas; así que es mejor escogerlas bien.
Quien sin duda era una selección muy acertada fue la menorquina Anna Ferrer como telonera. A ratos recordando a voces latinoamericanas como Chavela Vargas o, por poner un ejemplo más reciente, Silvana Estrada; y en otros a un folk mediterráneo estilo María del Mar Bonet; su nuevo show es diferente y a la vez una continuación de todo lo que ha hecho hasta ahora. Se llama Parenòstic –como los calendarios payeses de las Baleares–, ha contado con la dirección artística de El Niño de Elche y es muy especial porque o lo disfrutas en directo o ya no tienes manera de recuperarlo. Contrariamente a la costumbre de grabar disco en estudio / presentar disco en directo, este espectáculo no está grabado y solo se puede disfrutar in situ. Para que no te dé ‘fomo’: tranquil@ que en un mes puedes disfrutar de Parenòstic en Barcelona.
En el de Lido no faltaron los hits: Eso que tu haces, Te quería y por supuesto Nada, la canción que la catapultó a la escena internacional, y aún más después de haberla interpretado para Colors. Presentaba su último largo, Miss Colombia, dos años después de su publicación, así que también introdujo algún que otro tema nuevo que todavía no ha visto al luz. Las personas que allí presentes, decía, y era aplicable a los demás conciertos de su gira (Madrid, Valencia), éramos de otra categoría. Que para triunfar a nivel mainstream necesitaría algo que empieza por liposucción. Tiene claro que no le dará esa satisfacción al patriarcado, prefiere dársela a ella misma con el gran placer que es la comida –gustó mucho una sugerente canción con un mango como protagonista–. Este imaginario tropical es la base de sus composiciones, a las que les añade un filtro electrónico que las convierte en globales.
Tampoco es que sea una fórmula novedosa, muchos artistas parten de ritmos tradicionales que convierten en actuales. Pero en ella, al contrario que otros nombres que se lucran con las estéticas y maneras de lugares que les son ajenos, “suena natural: en mí tiene sentido porque es mi experiencia vivida, no es falso, no es decoración”. Lido Pimienta no ha de fingir, ni adoptar una pose, y mucho menos robar una cultura. “Nací en la costa norte de Colombia, yo soy Caribe, donde la presencia afrocolombiana y africana es muy fuerte, y eso es lo que corre por mis venas”, me explica en un Zoom que pese a haber llegado a casi una hora me supo a poco (me hubiera quedado hablando de colonización con ella toda la tarde, sino toda la vida). Encima del escenario también da unas pinceladas sobre este tema, mencionó por ejemplo la región San Basilio de Palenque (Colombia), el primer lugar de América en ser descolonizado (1713). Pero a nivel cultural, todavía hoy se viven situaciones de opresión contra las que se manifiesta durante todo su show. Sabe de lo que habla: “Soy latina, vivo la opresión en carne propia”, me decía. Pronto la conversación completa.









Autores de este artículo

Paula Pérez Fraga

Víctor Parreño
Me levanto, bebo café, trabajo haciendo fotos (en eventos corporativos, de producto... depende del día), me echo una siesta, trabajo haciendo fotos (en conciertos, en festivales... depende de la noche), duermo. Repeat. Me gustan los loops.