Esto del soul es un sentimiento que o lo tienes o no lo tienes. Es un ritmo que te invade y no te suelta. Imposible el no exteriorizarlo si lo tienes en tu interior. Sonaron los primeros acordes de River (Coming home, 2015) y el hombre de mi izquierda entró en un éxtasis silencioso: arqueó la espalda, miró al cielo, cerró los ojos… Y sonrió. De todos los conciertos que había ayer en la ciudad (Beyoncé y Jay-Z, Eels, Queens Of The Stone Age… una oferta brutal para un solo día), Francisco eligió venir al Festival Jardins de Pedralbes para ver a Leon Bridges. Y eligió bien.
“Que en tiempos de triunfitos haya gente como él que canta con el alma es una maravilla y un regalo para todo el mundo”, me explica Francisco. “Y sobran las sillas, esto no es para verlo civilizadamente, este concierto se merece un comportamiento visceral”, añade entre risas. Y tanto, porque el de Texas vino con ganas de marcha. Un poco de rockabilly, otro tanto de funky, una pizca de twist, un punto pop, todo mezclado con temas que te invitaban a estar del relax más absoluto. Por lo que reducir el sonido de Leon Bridges en la categoría de soul es un poco baladí.
“You’re amazing!”, gritó una mujer. El público gritó en una especie de RT presencial. Me atrevería a decir que no había nadie ahí que no pensara que Leon era amazing. “No vienen a este concierto porque les suena de haberlo escuchado en Los 40 Principales o una historia así, vienen porque realmente creen en la buena música”, me cuenta Francisco. “Es gente que siente la música de manera diferente”, sentencia. Que, por cierto, entre esa gente había personalidades tan distinguidas como Ramon Mirabet o Artur Mas.
Sara Baras, Jessie J, Miguel Ríos, ZAZ, Emeli Sandé, Angus & Julia Stone, Fleet Foxes… Las dos mujeres que tenía a mi derecha antes de entrar al auditorio habían ido a casi todos los conciertos de este festival. Comentaban la lista mientras Edna Sey, cantante en The Sey Sisters, nos iba preparando para Bridges. Si todavía no has tenido la oportunidad de sentirte upperdiagonal por un día, pégate el capricho y ven hoy a Seu Jorge, mañana a Katie Melua o el sábado a SoundEat. Aquí te cuidarán bien.
Igual de bien nos cuidó el artista estadounidense: Beyond, Coming home, If it feels good… Temas de su debut y de su nuevo disco (Good thing, 2018) se iban intercalando con maestría, con power, con garra. Este hombre es de otro mundo. La mejor: Bad bad news. Qué decir de esta canción. Que pocas llegan tan dentro como esta. Y aquí empieza mi único pero de este concierto. Bad bad news se merecía ser el último tema, se merecía ir después de la fantástica versión en acústico de River con la que nos deleitó casi al final. Cuando ya todos nos habíamos olvidado de las sillas – y de los tacones – y bailábamos salvajes, sintiendo cada vibración. Ese hubiera sido el momento perfecto para Bad bad news. Así habría sido un concierto de 10, si es que hay algo de 10 en esta vida.
Autores de este artículo
Paula Pérez Fraga
Víctor Parreño
Me levanto, bebo café, trabajo haciendo fotos (en eventos corporativos, de producto... depende del día), me echo una siesta, trabajo haciendo fotos (en conciertos, en festivales... depende de la noche), duermo. Repeat. Me gustan los loops.