¿Qué pasaría si se fusionaran la tradición del folk anglosajón y nórdico con el flamenco? El cantautor Charlie Cunningham contestó a esta pregunta delante de una Sala Barts embobada ante la exhibición del británico con la guitarra española. Sentado en una silla con las piernas enroscadas, el británico repasó lo más destacado de su repertorio en un concierto del ciclo Singular.
Cunningham se presentó en Barcelona a quemarropa, sin artificios. Tampoco le hacen falta. El artista desistió de sus habituales arreglos jazzísticos de vientos, y con tan solo una guitarra española microfonada, fue capaz de construir una atmósfera intimista y sensible que mantuvo al casi millar de personas presentes aguantando la respiración. Lo demostró con la delicada An Opening, que sirvió para arrancar la noche. La siguió Breather, otro de sus temas más destacados de su álbum de debut Lines (Dumont Dumont, 2017).
Acto seguido llegó una versión minimalista de Sink In, que sonó grácil y ligera sin su capa de percusión habitual, sustituida por los golpes en el cuerpo de la guitarra de Cunningham. “Siempre necesito tres canciones para quitarme los nervios del inicio”, bromeó en un ataque de sinceridad el artista de Buckinghamshire (Londres) con un español con marcado acento británico (si te has acercado a cualquier playa del mediterráneo en verano sabes de lo que hablo).
Conexión sevillana
Y es que Cunningham pasó varios años afincado en Sevilla, donde perfeccionó su técnica de guitarra flamenca. Una técnica que brilló con luz propia en Headlights, uno de los singles de su último LP, el más que notable Permanent Way (BMG Rights Management), editado allá por 2019. La influencia del flamenco en la música del cantautor británico está presente en cada canción, como en los arpegios de la guitarra en la sosegada Don’t go far, cuya interpretación fue muy celebrada por el público.
Para añadir calidez a la velada, Charlie Cunningham pidió a los técnicos que iluminaran la platea. “Me gusta veros las caras mientras toco”, justificó con aires de timidez el cantautor inglés. Timidez que no abandonó durante gran parte de la noche. Tampoco durante Glass y Pieces, ambas pertenecientes a su EP más reciente, también llamado Pieces (BMG Rights Management, 2020).
Pese a ser su segundo concierto en los últimos 19 meses (maldita pandemia), a Charlie Cunningham se le vio en plena forma. El desamor de Lights off sonó fino y sensible, mientras que la toxicidad de Blindfold lo hizo de manera contundente. En la parte final, el trovador británico apostó por la optimista Permanent way y la cálida Minimum, que despertó el furor de los presentes. La cercana You sigh cerró la noche e hizo suspirar a todos los presentes que se quedaron con ganas de más. Porque por muy imposible que pueda parecer, Charlie Cunningham es la prueba fehaciente que la calidez puede ser londinense.
Pinceladas del futuro
Minutos antes de la aparición de Charlie Cunningham, fue el turno de la joven cantautora Maria Hein. Acompañada solamente por su guitarra, la mallorquina deleitó al público con varios avances de su futuro LP, Continent i contingut (Hidden Track Records, 2021), que ha sido producido por Ferran Palau y se publicará el 29 de octubre. Entre ellos, sobresalió la acogedora Sa teva presència y la reivindicativa Estrès acumulat. Síganle la pista.







Autores de este artículo

Pere Millan Roca

Montse Melero
Hacer fotos es la única cosa que me permite estar atenta durante más de diez minutos seguidos. Busco emoción, luces, color, reflejos, sombras, a ti en primera fila... soy como un gato negro, te costará distinguirme y también doy un poco menos de mala suerte.