Francisco César Chico César, el polifacético artista natural de Catolé do Rocha (Paraíba, Brasil), llegó a La [2] de Apolo con los sentimientos enfrentados. Por un lado, henchido de la júbilo que proporciona el nacimiento de un disco. En este caso se trataba de su décimo álbum (el primero grabado lejos de Brasil), titulado Vestido de amor (Zamora Label, 2022), trabajo que reúne reggae, calypso, african music o forró y en el que colaboran, entre otros, figuras de la talla de Salif Keita o Ray Lema. El contraste anímico venía de su patria: Brasil.
César sentencia: “Brasil vive una decadencia profunda de sus valores democráticos”. aseveración demostrativa de lo que le preocupa la situación política de su tierra. Panafricanista y antifascista convencido, el genial compositor e intérprete está viviendo los momentos de la contienda Lula da Silva/Bolsonaro con gran angustia.
En 2020 grabó, Bolsominions (incluida en Vestido de amor) una sátira canción de ritmo reggae, dedicada cariñosamente a todos los seguidores del dictador brasileño. Reivindicación y música iban a estar presentes en una velada para no perdérsela.
Perfecta Miscelánea
Aunque estuvo flanqueado, toda la noche, por un sensacional cuarteto, Chico César comenzó cantando, a capella, Beradero, uno de los temas referenciales de Aos vivos (1995), su debut discográfico. Podría haber construido todo el set de este modo o con una guitarra y hubiera triunfado del mismo modo, tal es su capacidad de levantar un auditorio a través del arte de la comunicación, otra cualidad perdida en tiempos de frialdad expresiva. No lo hizo, ya que, como hemos comentado, le acompañó un combo que rozó la perfección sin importar el estilo. De todos modos, si algo destacó fue la rotundidad con que encararon los temas reggae. En el género jamaicano lo clavaron; precisión suiza o brasilera.
A este tremendo artista le importa poco que los sonidos jamaiquinos estén en clara declive, al menos los modernos. Les dedicó el 60% del show, tanto fundidos con África (SobreHumano) como con el roots más genuino: la mencionada Bolsominions o Pedrada estarían incluidas en este apartado donde quedó acentuado el legado de Bob Marley. El “tour de force” desarrollado en Mama Africa (segundo tema del concierto) fue sobresaliente, inmejorable.
Hace muy poco que el reciente disco está rodando, pese a ello, César tuvo las agallas de sacar a relucir cinco piezas que, sin tener el empaque de los éxitos pretéritos, desentonaron muy poco o nada. Tomemos como ejemplo la festiva Vestido de amor o las pausadas Amorinha y Flor de figo, dos preciosidades.
Su gran mérito estuvo en saber conjugar lo estrenado con A primeira vista, Deus me proteja, Onde estará o meu amor o Pedra de responsa, tratada cual verdadera rumba africana. En estos detalles se descubre la verdadera sabiduría de un creador. Chico se agiganta en el dominio del escenario (no para quieto) en el discurso libertario (¡Viva la democracia!) y ante todo no se casa con nadie. Rebautiza la samba, coloca apuntes funk en cadencias poco afines y destroza convencionalismos a cada paso que da. Un todoterreno.
Política y cierre
Poco tiempo faltó, tras su aparición en escena, para que el público (la mayoría brasileño) entonara a voz en grito: ¡Oeoeoeoe Lula, Lula! cánticos que se sucederían hasta la salida de la sala.
Pese al pírrico resultado, Francisco César estaba contento. No había sido una victoria holgada (el temor sigue acechando) pero, al fin y al cabo, el ex presidente logró vencer, era una buena noticia. Alegría denotada en un espectáculo en el que la luz de la esperanza borró cualquier tono grisáceo.
El final africanista con Pausa floreció como una de las declaraciones de principios a las que el brasileño nos tiene acostumbrados. No lo callarán por pequeño que sea, su apabullante discurso musical y social arremeterá contra todo el que intente coartar la libertad.
Durante la presentación de sus músicos, estos abusaron de solos estruendosos que estuvieron a punto de ensuciar lo que hasta aquel momento había sido inmaculado. Por suerte la fase conga y un par de clásicos más limpiaron el nimio borrón.
Una foto colectiva (selfie), la promoción del disco y los enésimos rugidos en favor de Lula cerraron una noche tan brillante artística como emocionalmente.
Gracias a la cortesía de la organización, pudimos acudir al camerino de Chico y abrazarle. Nos recibió con la amabilidad de los más grandes, los que nunca te mirarán por encima del hombre. Para él la pedantería es caer muy bajo.
Bolsominions são demonios que saíram do inferninho direto pro culto para brincar de amigo culto com satã num condomínio”
Bolsominios. Chico César
Autores de este artículo
Barracuda
Marina Tomàs
Tiene mucho de aventura la fotografía. Supongo que por eso me gusta. Y, aunque parezca un poco contradictorio, me proporciona un lugar en el mundo, un techo, un refugio. Y eso, para alguien de naturaleza más bien soñadora como yo, no está nada mal.