Cuando llegué a La Nau, la sala estaba inmersa en una especie de nebulosa. Al empezar el concierto de Mammal Hands, el humo se intensificó y nos transportó a tierra norteñas, en que la niebla desdibuja el borde de los acantilados. El grupo británico empezó progresivo y susurrante con dos temas del disco Captured spirits. Luego, la niebla se evaporó y por fin pudimos ver con claridad a los tres músicos: Nick Smart al piano, Jesse Barrett a la percusión y Jordan Smart con sus tres saxofones.
Aurora boreal y otros paisajes
El grupo, formado en Norwich, una de las ciudades más remotas del este de Gran Bretaña, nos regaló el pasado viernes una música aislada de lo mainstream. Sus composiciones nos hicieron viajar, evocando paisajes e imágenes cautivadoras. El tema Boreal forest fue uno de los destacados de la noche y nos impresionó trasladándonos el espíritu de la naturaleza.
El acertado despliegue de luces, colores y humo de la sala reforzó la música paisajística del grupo. De hecho, al mezclarse morado y verde, pensé que aquello era probablemente lo más cerca que había estado nunca de presenciar una aurora boreal. Por unos momentos, olvidé que estaba en Barcelona y me dejé llevar por la belleza del norte de Europa.
El sonido romántico y melodramático del grupo me hizo reconectar con el libro de Emily Brontë, Cumbres borrascosas, un clásico de la literatura inglesa. De pronto, el símil me pareció revelador: ambos describen climas y entornos parecidos. Los solos de saxo y percusión, con fuerza y agitación, fueron otra de las cumbres de la noche. Y es que, a diferencia del sonido sereno de los discos, el directo nos ofreció experimentación y riesgo. Vimos unos músicos atrevidos y dispuestos a traspasar los propios límites de su lógica compositiva.
Horizontes difusos
Cuando caminamos sumergidos en la niebla, resulta francamente difícil distinguir límites y horizontes, ¿verdad? De igual manera, la niebla de Mammal Hands hace que sea complicado reconocer un único estilo. Y es que, en sus piezas, compuestas a partir de sesiones de improvisación, percibimos pinceladas de clásico-contemporáneo, jazz y folk. Además, muchas otras influencias del mundo (ritmos indios, minimalismo y jazz espiritual), que hacen que su sonido sea especialmente mágico. En la actuación del viernes, tuvimos la ocasión de presenciar al percusionista Jesse Barrett, alternando las baquetas, con las manos y unos exóticos ramitos de paja. Al pianista Nick Smart, por su parte, abriendo puntualmente la caja del piano y tocando las cuerdas directamente. Y, por último, al saxofonista Jordan Smart, combinando tres saxos de tamaños y registros diferentes.
La niebla de Mammal Hands será quizá etérea y difícil de delimitar, pero sin duda tiene textura y sonido propios. En el concierto de La Nau, los músicos nos lo demostraron, conduciéndonos por una especie de pentagrama infinito y armónico. Quiet Fire, una de las composiciones más antiguas y aclamadas del grupo, fue la encargada de darnos el último adiós. Con esa preciosa melodía, se despidieron efusivamente de nosotros y, entonces, la niebla se esfumó.








Autores de este artículo

Júlia Palacín

Víctor Parreño
Me levanto, bebo café, trabajo haciendo fotos (en eventos corporativos, de producto... depende del día), me echo una siesta, trabajo haciendo fotos (en conciertos, en festivales... depende de la noche), duermo. Repeat. Me gustan los loops.