Las composiciones de Marwán suelen tener estructuras musicales que van evolucionando en espiral. Un motivo que se va repitiendo y va ampliando su calado a base de diferentes armonizaciones. Eso hace que sus temas sean fácilmente tarareables. Son canciones que pueden mostrar influencias del reggae o de la música africana, pero que son eminentemente pop. En cuanto a las letras, utiliza un costumbrismo que se situaría a medio camino entre Sabina, Joan Manuel Serrat y Fito y los Fitipaldis. Juegos de palabras e historias de amor y desamor con sustrato social que hacen que muchas personas puedan sentirse identificadas.
Así se demostró en su concierto en la Apolo, con la sala grande llena para asistir a un concierto que prometía emociones a flor de piel. Abrió la velada Lucas Álvarez de Toledo, conocido como Pez Mago, guitarrista de Marwán, y que ofreció, en solitario, acompañado por su electroacústica, un pequeño recital de canciones y lectura de poemas, lo que ya demuestra que la letra era también protagonista de la noche. En el breve espacio de tiempo en el que estuvo en el escenario, mostró estribillos resultones y una buena voz que daba lo mejor de ella cuando la forzaba a gritar.
Tras él, apareció Marwán en formación de quinteto junto a batería, bajo, guitarra y teclado. Desde el primer momento, la entrega del artista fue absoluta, sin un minuto de descanso, saltando de un lado a otro del escenario, interactuando con músicos y público. Entre canción y canción, locuaz, quiso compartir con nosotros la significación de algunas de las piezas y su alegría por volver a Barcelona, a la que dedicó algunas palabras en catalán, tras explicar que el conocimiento le venía de leer crónicas futbolísticas en ese idioma.
Volviendo a la propuesta, Marwán es un perfecto equilibrista. Ofrece un espectáculo de un elevado nivel de ejecución, con grandes músicos que muestran su pericia instrumental, siempre atentos a ofrecer aquello que la canción demanda, sin veleidades personales. Las canciones son más que dignos vehículos para la transmisión de información y emociones, que se mantienen, aparentemente sin esfuerzo, entre la línea difusa entre comercialidad y creación artística; o, si se prefiere, son arte preparado para llegar a las masas.
Como si fuera un Edward Hopper que, a pesar de tener un gran éxito popular, hace gala de un estilo propio, totalmente identificable y que emociona a un gran número de personas, Marwán ofrece una vuelta de tuerca a la canción de cantautor que lo sitúa como una propuesta propia, intransferible, exitosa y tremendamente popular. No es fácil lograr esa cuadratura del círculo. Marwán logra conjugar música popular y arte con esa aparente facilidad del equilibrista, que se juega la vida en cada movimiento, sin perder la sonrisa, como si ignorase la dificultad y el mérito de su propuesta.
Autor de este artículo
Òscar García
Hablo con imágenes y textos. Sigo sorprendiéndome ante propuestas musicales novedosas y aplaudo a quien tiene la valentía de llevarlas a cabo. La música es mucho más que un recurso para tapar el silencio.