En tiempos de incertezas, el ser humano vuelve a las tradiciones. Lo conocido, aquello que forma parte de nuestra cultura, nos ofrece una seguridad, aunque sea sólo aparente. Recientemente ha habido una eclosión de películas que muestran grupúsculos que han decidido abandonar la civilización para volver, con mayor o menor éxito, a sus ancestros. Por todo ello, no es de extrañar que la Sala Apolo mostrase el aforo de las grandes ocasiones para recibir a Sons Of The East en la presentación de su primer álbum, Palomar Parade (2022).
Los australianos Nic Johnston, Dan Wallage y Jack Rollins se unieron en 2012 mientras estudiaban en la universidad. Les gusta tomarse las cosas con tranquilidad. Por ello han tardado 10 años en publicar su primer larga duración. Esa relajación en la velocidad de creación puede entenderse por su pasión por el surf. Hay quien antepone vivir a producir. Lo que sí es evidente es que, con su música, han tocado algún contacto emocional que estaba esperando ser activado.
Sus referencias incluyen a muchos artistas que se podrían calificar como easy listening, desde los Fleetwood Mac americanos a Coldplay, y sí que se puede detectar esa capacidad de generación de melodías que se enganchan inmediatamente al subconsciente. Hay en sus canciones folk, blues, americana; estilos que no quedan lejos de la cultura australiana.
En su directo, aunque hay elementos del folclore, como la utilización de armónicas o banjos, la inmediatez de sus melodías gana como argumento de atracción. Bien ejecutadas, con armonías vocales y arreglos que adornan ideas que, a priori, pueden parecer muy simples, pero efectivas.
Aparte, Jack Rollins es un buen frontman. Con presencia, divertido, cercano, animoso y con una gran expresividad, hace que la suave alegría de su música se transmita entre el público.
Por ello, no es de extrañar que la velada en la Apolo se convirtiese en una celebración, como si estuviéramos en un gran pub irlandés en el que los parroquianos se aferran a la barra con su pinta mientras se abrazan y se dejan la garganta gritando las canciones.
En formato de quinteto y con una efectiva traslación al directo de su propuesta, sin olvidar las armonías vocales, hicieron que sus sencillas canciones sonaran redondas y expansivas; un oasis de paz y felicidad en nuestras atribuladas vidas. Esa parece ser la función de sus creaciones, que nos acaricien para apaciguarnos.
Interpretaron sus éxitos Into The Sun, My Repair, Come Away, y como gran traca final, cerraron con California y su aceleración comandada por el banjo, que dejó a los presentes exhaustos y felices.
Transmiten la impresión de que están a punto de eclosionar como superbanda, que en cualquier momento entrarán en la primera división del show business. Es un privilegio poderlos contemplar en este momento y descubrir, en directo, la revelación de su prometedor futuro.






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