Vivir la música. Sentirla y dejarse llevar. Eso es lo que el público pudo ver con el concierto de The Crab Apples en la Sala Razz 3. Mientras el frío gélido acechaba fuera, el escenario ardía y el grupo formado por Carla Gimeno, Laia Alsina, Laia Martí y Mauro Cavallaro presentaban su nuevo trabajo: A drastic mistake (Hidden Track Records, 2018).
Marta Knight también siente la música. La joven cantautora se plantó sola en el escenario con una guitarra acústica y comenzó a cantar serena su repertorio de canciones. Algunas nuevas, como Creations, y otras de su primer EP Peterloo heroes (Binary Emotions Records, 2017), entre ellas la canción que da nombre al trabajo. También versionó varias canciones, como My kind of woman de Mac DeMarco. Al folk alternativo lo acompañó una mirada ausente, perdida en la música. Interrumpida a veces por una sonrisa suave dirigida al público. Y también por unas palabras de agradecimiento al grupo del que era telonera: “Quiero dar las gracias a las Crab Apples por darme esta oportunidad. Y que esta noche es una noche muy especial porque presentan disco”.
Entró la introducción. Una voz robótica que hablaba de errores. Porque A drastic mistake va de eso, de errores de todo tipo y de cómo evolucionan y se transforman. Y frente a un público que trataba de asimilar lo que estaba escuchando aparecieron ellos. Los Crab Apples. Cavallaro en la batería, Alsina con la guitarra, Martí al bajo y Gimeno delante del micrófono preparada para cantar. Todo entre aplausos y silbidos de admiración que se desvanecieron cuando comenzó la primera canción, Dear please, del nuevo trabajo del grupo de rock. “Hoy es una noche muy importante para nosotros porque presentamos nuestro tercer trabajo, nuestro segundo disco, y lo queremos compartir con vosotros”, saludó Carla Gimeno, la vocalista, que además acababa de tocar la guitarra eléctrica durante Mirror.
Fue un encuentro intenso. Cañero. Rockero. Pero sexy a la vez, con unos artistas que sentían la música y se dejaban llevar. El grupo hizo un recorrido por todas las canciones de la nueva propuesta, como Don’t play with us, Nomads, The end & The beginning o Flesh, a la vez que recuperaron Lovely girls y Never look back, canciones de su primer LP Right here (Discmedi, 2014) y piezas del EP Hello stranger (Discmedi, 2016) como Blow us away y Puppets. Saltaron, tocaron y cantaron sin dejar de moverse. Carla, la vocalista, zarandeó incluso la pandereta al son del ritmo más agitado. Demostraron tener más proyección internacional que nunca y ser capaces de crear un hilo conductor y un mensaje implícito en cada una de las canciones. De crítica, de errores y contradicciones, pero también de reconstrucción y reconciliación. De evolución y fuerza.
“Es el momento de los agradecimientos. Este es un disco que hemos hecho con todo nuestro corazón. Y todo es gracias a vosotros. Aplaudiros”, expresó la vocalista cuando el final se acercaba. Entre todos los miembros del grupo dieron las gracias a muchísimas personas, entre las que destacaron los productores Lluís Cots y Xavier Nadal, así como la telonera del concierto, Marta Knight. La canción A drastic mistake puso en marcha el concierto de nuevo, pero de una manera más suave, pausada e inspiradora. En algún momento, Carla Gimeno bajó el micrófono, cerró los ojos y se limitó a balancearse bajo los luminosos focos.
Desaparecieron al poco tiempo con la grabación robótica de fondo y gritos pidiendo más tiempo. Volverían para los bises, momento que abrieron con Open your mind, la pieza más conocida del último trabajo. Y no lo hicieron solos: dos bailarinas subieron al escenario para acompañar al rock con un baile lírico. Una combinación épica que terminó con la canción y una ovación del público para dejar paso a la rompedora Godzilla (Hello stranger) y a Wicked memory, nueva propuesta, alegre para un final que terminó de nuevo con las bailarinas y Marta Knight en el escenario. Para recibir aplausos merecidos junto con el grupo de rock The Crab Apples.









Autores de este artículo

Anna Martín

Aitor Rodero
Antes era actor, me subía a un escenario, actuaba y, de vez en cuando, me hacían fotos. Un día decidí bajarme, coger una cámara, girar 180º y convertirme en la persona que fotografiaba a los que estaban encima del escenario.