Según consta en la Biblioteca Nacional de Brasil, el 20 de enero de 1917 se grabó la primera canción del género samba, un 78 RPM cantado por el cantor Bahiano titulado Pelo telefone. Para celebrar ese dichoso centenario, Eliane Elias ha grabado Dance of time (2017) álbum producido por Steve Rodby y su marido Marc Johnson, en el que recrea a su modo doce piezas de ese estilo originario de África, desarrollado posteriormente en ciudades brasileñas como Río de Janeiro o Bahía. Elias ganó en 2015 el Grammy al Mejor Disco de Jazz Latino con Made in Brazil (después de 25 nominaciones) y ahora sueña volver a ganarlo con su nuevo trabajo de corte similar. La pianista/cantante nacida en Sao Paulo parecía obsesionada por esta cuestión: molesta por haber ganado sólo uno e ilusionada por repetir galardón. Angustia chocante, ya que este tipo de premios únicamente pueden interesar por motivos pecuniarios, porque ni aportan más prestigio, ni más ganas de buscar nuevos horizontes musicales. Adele o Ziggy Marley tienen las vitrinas llenas de pequeños gramófonos y no me consta que les hayan servido de inspiración, sino más bien de adocenamiento.
En fin, no toquemos más el violón y centrémonos en la presencia de la elegante brasileña en el 49 Voll Damm Festival Internacional de Jazz de Barcelona. Acompañada del insigne Marc Johnson al contrabajo, Rubens De La Corte en la guitarra y Rafael Barata en las percusiones, ofreció un set dedicado a la música de su país con la única excepción de Embraceable you, composición de George & Ira Gerswhin dedicada a su ídolo Chet Baker e introducida con un bellísimo solo. No cuento nada nuevo al explicar que Eliane Elias transmite más emociones desde su esplendoroso piano Steinway & Sons que como cantante. Su voz no podrá rivalizar nunca con Gal Costa al entonar Aquarela do Brazil, de su admirado Ary Barroso, o con Joyce Moreno, maravillosa entonando Sambou sambou, pero sí puede encandilar recordando los punteos de Antonio Carlos Jobim en Chega de saudade, regalando intensas versiones de Desafinado, en la que Marc Johnson se mostró como un intelectual del jazz acariciando las cuerdas del contrabajo con su arco, e incluso brillar en el escenario bailando, de manera sexy, Rosa morena (en su caso rubia), aquella obra maestra de Dorival Caymmi.
Eliane Elias, es una excelente profesional, pero le vence la pereza de arriesgar, usar el trapecio musical sin red por temor de alejarse del gran público; una decisión que produce desencanto, porque si jugara a quemarse a la manera de Carminho o Antonio Zambujo en sus últimos homenajes a Jobim y Buarque, todos saldríamos ganando, incluso los que no les gusta la cerveza amarga. Pulcritud sin genio.
Última hora: Eliane Elias gana el Grammy 2017 en unos premios en los que también triunfa Luis Fonsi y su Despacito. Lo dicho, puro negocio.




Autores de este artículo

Barracuda

Aitor Rodero
Antes era actor, me subía a un escenario, actuaba y, de vez en cuando, me hacían fotos. Un día decidí bajarme, coger una cámara, girar 180º y convertirme en la persona que fotografiaba a los que estaban encima del escenario.