Las preocupaciones asoman, pero estoy atento y las dejo ir por donde han venido. El lugar de donde vienen es muy simple de ver e imposible de explicar. Lo importante es que el movimiento dura sólo unas fracciones de segundo, no permito que mi paz se vea alterada. Aparece un sentimiento extraño que nada tiene que ver con el de las películas: es universal, relajado, cálido. Veo colores más intensos, formas habituales se vuelven extraordinarias. Mi bebé en brazos hace ruiditos mientras escribo, dándome calor. Me duele un poco la espalda.
Los deseos surgen de forma natural pero estoy alerta y los dejo pasar, protejo mi paz por encima de todo. Mi paz es contagiosa, mi paz afecta a la paz de lxs demás, me doy cuenta. Es algo magnético porque todxs queremos ser felices, es el estado natural del ser humano, el estado en el que nacemos, sabiendo que todo es uno. Y yo también ahora siento que todo es uno. No es una sensación explosiva: es tan sencillo que no me pregunto sobre las diferencias ni las juzgo. Mi cuerpo se relaja, todas las tensiones se diluyen, los músculos se aflojan. Escribo lo que observo, no espero nada grandioso, la grandeza ya está aquí. El objetivo de mi vida es descansar y ser feliz ahora, independientemente de las circunstancias, independientemente de los deseos y de las preocupaciones. Y te quiero.
Así se expresa el italiano Flavio Bánterla. Mediante su nuevo trabajo Mystic pop (Warner Music / BMG, 2018) nos insta a tomarnos un momento, a dejar todas las preocupaciones a un lado y a disfrutar del ahora. Para él, lo único importante.
En un mundo donde la velocidad no nos deja disfrutar de los detalles, donde el exceso de información nos aturulla, donde las redes nos desconectan de nuestras relaciones, donde todo cada vez es más uniforme y plano… En ese mundo, Flavio Bánterla quiere parar el tiempo. Bajar la luz. Y llegar a algo más hondo que una sensación melódica estética.
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