Iseo & Dodosound, el dúo navarro formado por Leire Villanueva y Alberto García, celebraron su décimo aniversario en el mundo de la música. Acompañados de la banda The Mousehunters, brindaron un concierto de lo más eléctrico en el Apolo de Barcelona para presentar su nuevo disco, En La Tormenta.
El público se mostró expectante e ilusionado; se notaba que, reinados por la impaciencia, esperaban entrar en la sala y evadirse al ritmo del reggae, el dub, la electrónica y el hip hop. Una vez superada la larga cola, el grupo cumplió con su palabra y salió puntual al escenario ante una pista abarrotada.
La belleza de lo vulnerable en una anarquía
Las cervezas sobrevolaban las cabezas de la multitud. Inmersa en el alboroto, observaba cómo se derramaba el líquido de los vasos, los cuales pasaban de unas manos a otras con una celeridad impresionante. La gente, siguiendo una estela un tanto anárquica, iba desplazándose de arriba abajo, visitando la barra con frecuencia para abastecerse de puro alcohol.
Con todo este telón de fondo, Iseo & Dodosound inauguraron el directo con el tema En La Tormenta. Después interpretaron la melodía liberadora de Como Un Volcán, además de I Wonder e Infinity, que reivindican, respectivamente, la curiosidad insaciable que a uno se le activa al conocer a una persona que le despierta deseo y, por otro lado, el empeño en mantener una vibra positiva a lo largo de la vida.
Tras una carta de presentación bastante multicolor, sobre todo en cuanto a la lírica, Iseo interactuó por primera vez con los espectadores, saludándolos y animándolos a cantar Ahora Sé, una canción que escribió con el “corazón blandito”. A pesar de ello, la intérprete expresó haberse dado cuenta de la belleza que emana de la vulnerabilidad y que, desde la misma, se puede tejer una sororidad entre mujeres.
Dame y Chan Chan – versión del tema de la mítica formación cubana, Buena Vista Social Club – fueron aclamadas por el público, el cual las recibió como un soplo de aire fresco.
Luz sublime: homenaje a la protesta, a las raíces y a la diversidad
Desde la sutileza y la sensación de estar levitando se abrió un capítulo diferente: 21. Un camino de transcendencia social que, más allá de hablar de los males del siglo XXI – los feminicidios, el drama en el Mediterráneo, la xenofobia, la esclavitud emocional generada por las “garras de la tecnología” –, pone sobre la mesa su cronificación. En este sentido, Iseo & Dodosound arman un discurso protesta sin olvidarse de dar cabida a letras que pueden resultar incómodas y/o malsonantes, según quién las esté escuchando.
Durante unos instantes que parecieron eternos, el ambiente adoptó unos tintes urbanos que deambulaban entre el spoken word y el hip hop. “Hablo de amor en el microphone / Hago la guerra en el microphone / Pinto el paisaje en el microphone / Hago el amor con el microphone”, recitó Iseo, al tiempo que sus seguidores asentían con la cabeza.
La fiesta continuó con el juguetón Cuando Salga El Sol, que invita al hedonismo, al disfrute y al buen rollo. Esta canción contrastó con la que cantó Iseo a continuación, Txoria Txori, del cantautor Mikel Laboa, considerado el patriarca de la música vasca del final del siglo XX. En aquel momento de voz de raíz y guitarra desnuda se fundó una naturaleza tan íntima que nadie osaba romperla. En la línea de lo que defendía Laboa, amar el libre vuelo de un pájaro, se sucedieron Freedom y Dance Forever.
Dodo no se lo pensó dos veces y se hizo con el micrófono para profesar su profunda admiración por la gente de Catalunya, tierra en la cual ambos se sienten como en casa. También destacó el amor del público que les había llegado durante estos diez años de carrera musical y, al mismo tiempo, alabó la labor de su compañera – “echarse a la espalda dos horas de bolo” –, porque posibilitó que todo el mundo lograra escaparse de la monotonía y la costumbre.
Y la velada no pudo terminar de otra manera que homenajeando la diversidad de culturas, músicas y acentos de la mano de Arigato. El concierto culminó con las emociones de los artistas y de los espectadores por los aires, a flor de piel, y con un agradecimiento sincero que se extendió por todo el Apolo. Una sala que, durante los próximos diez años, les seguirá acogiendo, posando en ellos una luz sublime.
Autores de este artículo
Raquel Ashby
Aitor Rodero
Antes era actor, me subía a un escenario, actuaba y, de vez en cuando, me hacían fotos. Un día decidí bajarme, coger una cámara, girar 180º y convertirme en la persona que fotografiaba a los que estaban encima del escenario.