Puede que la primera vez que Joe Crepúsculo se dio a conocer al gran público, fue cuando el canal TNT en 2009 decidió utilizar su tema Ven a bailar como pieza para uno de sus spots de verano, la voz de Joe generaba en quién la escuchaba incomodidad y necesidad de atender a partes iguales. Rasgos que se han convertido en su sello inconfundible. Este 20 de abril todavía no hacía calor, pero los días si se hacían más largos y la cola que esperaba a la apertura de puertas del concierto lo hacía con luz solar.
A las ocho y media las puertas se abrieron y luz y fans entraron en el Apolo, donde los recibieron melodías que sonaban a verano. Joe venía a la presentación de su disco Disco duro (El Volcán / Ópalo Negro, 2017), acompañado de muchos amiguitos, entre ellos la banda de funk Diploide, que llegaba de Valladolid cargadita de buen rollo y que fue una de las encargadas de preparar al público para lo que se les venía encima.
A las 10, con una puntualidad pasmosa, las luces del escenario se apagaban para que Joe Crepúsculo, acompañado de los teclados de Aaron Rux, entrase en el escenario y empezase el juego. Los acordes iniciales de Te voy a pinchar sonaban y los focos generaban contraluz sobre las dos figuras que habían llegado al escenario. Tras presentar en sociedad su tema Familia y cigarros, Crepus, comenzaba a interactuar con su publico interesándose por si su Semana Santa había sido bonita y sin tiempo para sacar una respuesta concluyente, Rosas en el mar y El reino de la nuez, temas de su anterior disco, golpearon al público que confundido no pudo más que entregarse a Un demonio con piel de cordero, como si este fuera un gran clásico del artista catalán.
Para Ojos rojos de conejo, instruyó al público con una mohína coreografía que según dijo llevaba preparando toda la tarde. Lo que no se puede negar de Crepus, es que es un tío que se preocupa por su público pues no preguntó sino unas 20 veces a lo largo de todo el concierto que cómo estaban y midió si los asistentes estaban preparados para escuchar una balada. Dado que no era así, prosiguió con Toda esa energía y Reina del locutorio.
Para una de las grandes favoritos de Disco duro, Pisciburguer, el artista de flamenco, Tomasito, salió armado con unos botines verdes al escenario y consiguió alzar su taconeo por encimo de un público que coreaba. Dos de sus antiguos compañeros de Tarántula, Sergio y Gabi se unieron para acompañarle con el tema del disco Nuevo ritmo, Gabriela.
Un nuevo y enigmático amiguito apareció en el escenario, puede ser que fuera el desconocido bailaor El Alacrán o el famoso director Nacho Vigilando, imposible saberlo. Lo que si está claro es que se entregó al baile en Baraja de cuchillos y Ritmo Mágico. Ese escenario inicialmente poblado por dos personajes y sus sombras era ahora una fiesta privada retransmitida públicamente sobre un escenario. Todas las cosas buenas salieron a la luz y el nivel de buen rollo llegó a cotas alarmantes con lo que Joe decidió que era el momento de sacar su abanico y cantar La canción de tu vida y Suena brillante. En medio de todo este sarao, hubo tiempo para una cover del clásico de Los Punsetes, Maricas.
A pesar de que Joe esperaba cerrar el concierto con la sugerencia de seguir la fiesta en otra parte bebiendo un pisco sour con La verdad, el público le pidió que volviera de nuevo para bailar con bises un poquito más. Sonó Música para adultos y el gran hit Máquina de bailar, tema con el Tomasito sintió que había llegado el momento de quedarse en gayumbos y que gran parte del público interpretó como la invitación para subirse al escenario y unirse a la fiesta de amiguitos. Después Joe se marchó, pero nos había regalado toda una primavera triste llena de notas que florecen hasta convertirse en canciones que marcan.
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