La de ayer fue la segunda noche del año que los más rezagados tuvimos oportunidad de disfrutar en Barcelona el directo de uno de los discos más ricos compositivamente del año: el CLAMOR del dúo formado por Maria Arnal (letras, voces y cánticos) y Marcel Bagés (guitarras, ritmos, sintetizadores y todo lo demás). Acompañados en directo de su productor David Soler como refuerzo instrumental y de dos coristas, el quinteto apareció sobre el escenario a oscuras y, con el primer tema de su nuevo disco, Milagro, se hizo la luz.
Bajo una puesta en escena monocromática –luces, ropa y humo blanco frente a un negro atril– el sonido cósmico del dúo tomó presencia mientras Maria, moviéndose sobre el escenario, cantando sobre principios, finales y sobre empezar de nuevo, empezó a buscar rápida la conexión del público con la música. Cuando parecía que el concierto iba a seguir el tracklist del álbum el grupo pasó a El gran silencio, una de las últimas del disco, tema inspirado por el IDM y la electrónica experimental, con la cantante creciéndose cada vez más bajo los ritmos casi industriales que sonaban.
Tras esto, pequeña pausa para saludar al público e introducir su versión del Cant de la Sibil·la, poema medieval sobre el fin del mundo, cantado en un sobrecogedor a capella por parte de la cantante y su coro, mirando fijamente al cielo en formación. El concierto se podría haber acabado allí, en ese momento arrebatador y todavía hubiera merecido la pena, pero sus intérpretes todavía tenían mucho que mostrarnos.
De nuevo con el escenario en silencio y a oscuras, comenzaron a surgir ondas de sonido oscilantes, drone de guitarras y vocalizaciones que lentamente se juntaban una encima de la otra hasta llegar a un cántico repetido cada vez con más y más énfasis y euforia por parte de Maria Arnal, euforia que explotó en saltos de alegría: “la gent no s’adona del poder que té”, perteneciente a su disco de debut, 45 cerebros y un corazón, del que aprovecharon unas cuantas canciones revisitadas y adaptadas a la nueva configuración del grupo, más rica en sintetizadores.
El blanco puro de la escenografía pasó a un profundo azul durante Meteorit ferit y después a un rojo que bañó los rostros del público en los dos temas más celebrados de su debut, Canción total y Tú que vienes a rondarme, una de esas raras canciones perfectas desde todos los ángulos y que en los cuatro años desde su estreno no ha perdido un poco de su magia original. Así lo hizo saber el público en un aplauso estruendoso tras su interpretación en directo.
Durante la segunda mitad del concierto los sonidos de Maria Arnal i Marcel Bagés se empezaron a mezclar con los de los propios jardines de Pedralbes, que con los sonidos de pájaros y grillos empezó a cobrar vida en la noche, una combinación ideal con la música del dúo, que ya utilizó grabaciones de naturaleza durante la creación de su último álbum. Daba la sensación, pues, de que este concierto debía de disfrutarse en un espacio así.
Tras el primer cierre de la noche con Ventura llegó el inevitable bis, primero con una Jaque enérgica, futurista y extasiada, que clamaba a gritos “alzar la voz” en su minuto final, lema que se podría aplicar a todo el concierto y al espíritu vitalista y reivindicativo de su música. Finalmente, su single Fiera de mí se encargó de cerrar la noche con el público en alto en un aplauso unánime hacia un concierto singular, emotivo y genial.






Autores de este artículo

Miguel Lomana

Montse Melero
Hacer fotos es la única cosa que me permite estar atenta durante más de diez minutos seguidos. Busco emoción, luces, color, reflejos, sombras, a ti en primera fila... soy como un gato negro, te costará distinguirme y también doy un poco menos de mala suerte.