Los nuevos valores del rock’n’roll, rhythm & blues o soul, tienen un grave contratiempo: las semblanzas que los medios generalistas (en pos del mercantilismo) quieren adjudicarles para situarlos como relevos de aquellas estrellas inimitables, que glorificaron esos géneros seminales en su época dorada. Probablemente dentro de cuarenta años nadie utilice a los supuestos y ventajistas estilos urbanos de actualidad como referentes, ya que habrán sido aplastados al igual que Atila hizo con el ejército romano, pero de Etta James, LaVern Baker o Ann Peebles, todo ser viviente seguirá acordándose. En este contexto de odiosas comparaciones, deberíamos situar a Nikki Hill, aunque la de Missouri (criada en North Caroline) tiene suficiente carácter y personalidad para no dejarse encasillar. Maneja tan diversa paleta de colores musicales (incluyan reggae y country a los nombrados) que la marca de heredera de Sister Rosetta Tharpe o Tina Turner (la más común) sólo sirve de confusión. Añádanle la evolución producida, con tan solo tres discos, y el desconcierto puede dañar a nuestros amigos etiquetadores.
Feline roots (Deep Fryed Records, 2018) es el motivo por el cual la aguerrida cantante ha salido de tour y parará nada menos que en doce ciudades españolas presentando su nuevo y duro trabajo. Sin su complacencia no hubiera sido posible, pero nos tememos que en este progresivo acercamiento al hard rock, Matt Hill, su marido y guitarrista de la backing band acompañante, tiene tres cuartas partes de la firma. A pesar de lucir un bonito colgante con una cruz etíope, su aspecto y la manera de utilizar las seis cuerdas, nos recuerdan más a un guitar killer que a un fino estilista de blues. No se trata de cebarnos con una variedad musical determinada, si no de dejar constancia del endurecimiento estilístico de la propuesta, alejada sustancialmente de su primer trabajo, Here’s Nikki Hill (Deep Fryed Records, 2018), descaradamente cercano al rockabilly en muchas de sus fases.
Tampoco es una gran sorpresa, los estallidos ‘stonianos’ y la influencia de grupos como AC/DC siempre han estado presentes en su idea sonora. If you want blood (you got it), tema emblemático de los australianos, es un tiro habitual en sus actuaciones, sin embargo, en esta ocasión prescindieron de él. La substituta, en cuanto a versiones se refiere, fue en este caso la tremenda Breakaway, tema compuesto por Jackie DeShannon y Sharon Sheeley, popularizado en 1965 por Irma Thomas, uno de los mejores momentos de la velada, un clásico es un clásico. Nikki Hill reside en New Orleans y no podían faltar otras referencias a su ciudad de residencia: la estupenda New Orleans hizo disfrutar a toda la platea. Sólo con escuchar ese bendito nombre los pies echan a volar.
El engrasado combo de cuatro elementos (dos guitarras, bajo y batería) lidió con solvencia y ductilidad el a ratos monótono show, que resplandeció cuando la alegría del genuino rock’n’roll brotó en él. La inicial Oh my, I’ve got a man, Mama wouldn’t like it o Strapped to the beat (el saxo original se encontró a faltar), hicieron brincar de lo lindo al numeroso público presente, ansioso de batir palmas y menear caderas.
Feline roots se agotó, en su edición de vinilo, al terminar la función incluida en el Guitar BCN 19. El tercer trabajo de la norteamericana es inferior a sus predecesores, a pesar de ello los clientes quedarán satisfechos. Contiene Tell the next door, un pedazo de canción country rock o piezas de enjundia como The fire that’s in me y Get dawn crawl que sirvieron de epílogo.
Nikki Hill es una fiera de voz rugosa con un futuro por delante gigantesco. Tiene las ideas muy claras y acabará siendo un referente por mucho que vayan variando sus ondas sonoras.
Con la sala casi vacía pudimos conversar tímidamente con la artista. Le preguntamos si el cambio hacia esas rudas resonancias iba a ser definitivo. Algo desairada contestó: “Vuelve al próximo concierto y lo sabrás”. Nos convenció. La obedeceremos.
Autores de este artículo
Barracuda
Víctor Parreño
Me levanto, bebo café, trabajo haciendo fotos (en eventos corporativos, de producto... depende del día), me echo una siesta, trabajo haciendo fotos (en conciertos, en festivales... depende de la noche), duermo. Repeat. Me gustan los loops.