Peter Hammill cantaba sobre las obras de amor en su canción Labour Of Love, del disco Patience. Subirse a un escenario, con todos los esfuerzos previos que ello conlleva, es una gran obra de amor, llena de emoción, esfuerzo, esperanzas y expectativas.
El concierto de Rivers & Suns o, lo que es lo mismo, el proyecto de la intérprete y compositora californiana Jordan Rivers junto al músico y productor argentino Tomás Aristimuño, es una buena prueba de ello.
Se presentaron en la sala Laut en formato de quinteto para presentar los temas que conforman su álbum Fork In The Road, que, como explicó la expansiva Rivers, es una expresión referida a cuando te encuentras ante caminos que se bifurcan, como si se tratara de la cabeza de un tenedor. Siempre que hay una encrucijada, hay una elección.
En el caso de Rivers & Suns, el camino que han elegido es formar un combo folk rock, que bebe de clásicos del soft rock como Fleetwood Mac, o la madre de gran parte de la música occidental del siglo XX, The Beatles. A estas influencias, Rivers, Aristimuño y la resta de músicos incorporan una cierta revitalización de los riffs de guitarra que añaden contundencia a la propuesta.
En el centro del escenario y acaparando los focos, Jordan Rivers, que mostró ganas de comerse en escenario a cada canción. Bien como vocalista o también acompañándose con guitarra, Rivers conquistó el escenario con su presencia y energía. Rodeándola, un grupo competente y que sonó compacto y bien engrasado.
Aparte de los temas propios, sonaron también These Boots Are Made For Walking, de Nancy Sinatra, que seguro que tiene muchas connotaciones para Jordan Rivers por su vida nómada, y la contundente Are You Gonna Be My Girl, de Jet, que mostraron la riqueza de las influencias del grupo.
Un primer paso en un camino que seguro ofrecerá nuevas etapas, porque la pasión mostrada no es fruto de un día.
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