Nacida en Xalapa (Veracruz, México) e hija de músicos (madre, clarinetista y padre contrabajista), Silvana Estrada tuvo claro, desde el primer momento, que su destino debía ser el mismo que el de sus progenitores.
Cursó la carrera de jazz en la Universidad Veracruzana, aunque poco después se mudó a New York para proseguir los estudios. Allí conoció al prestigioso jazzman Charlie Hunter con quien grabó ‘Lo Sagrado’ (2016), disco algo ignorado y que recuperó en el documental ‘Volver a lo Sagrado’, donde se explica la historia de su creación.
Con el periplo jazzístico cumplido regresa a casa para reencontrarse con la tradición del folclore mexicano, abrazando el son jarocho e incluir las influencias de Chavela Vargas, Violeta Parra o Soledad Bravo. Establecida en Ciudad de México, frecuenta, entre otros, a Natalia Lafourcade, la chilena Mon Laferte o al cantautor venezolano Ulises Hadjis. El camino estaba trazado.
En 2019 (plena cuarentena) comienza a grabar, junto al productor Gustavo Guerrero, lo que iba a ser su primer trabajo plenamente oficial, mostrado desde el alma. ‘Marchita’ (Glassnote Records, 2022) obtiene un éxito espectacular que le iba a proporcionar el premio Grammy Latino al Mejor Artista Nuevo. Posteriormente aparecería el EP ‘Abrazo’ y un par de singles que los devotos seguidores estaban ansiosos de escuchar en directo.
Como siempre ocurre en estos casos de éxito precoz, siempre nos quedan dudas del verdadero valor de la obra o si el marketing ha hecho de las suyas. El concierto de Barcelona iba a disipar desconfianzas. Los directos te pueden jugar muy malas pasadas.
Silvana y el Cuatro
Entre vítores unánimes (el Paral·lel 62, prácticamente se llenó), Silvana Estrada compareció flanqueada por un solvente combo (violoncelo, teclado, vientos y percusiones) y su inseparable Cuatro: “el primer amor y el más sano”. También utilizó la guitarra, instrumento con el que se siente menos a gusto y al que, evidentemente, le dio mucho menos protagonismo.
Arrancó con Qué problema y, de inmediato, se arrimó a ‘Marchita’ con Tristeza, especie de bossa nova apasionada.
Pronto nos dimos cuenta que, a pesar del buen hacer de los acompañantes, los sutiles arreglos de la grabación no iban a ser igualados. En cambio, su voz frágil, pero llena de ductilidad, nos iba a deparar momentos conmovedores. Así sucedió en la ovacionada Sabré olvidar (estreno en Catalunya), Los días y Porque existo (ambas pertenecientes a ‘Lo Sagrado’) o en la notable Ser de ti y Dime. Incluso mejoró el éxito de Manu Chao (hecho nada dificultoso) Clandestino, cambiando la última letra por una “a”, Clandestina es su versión.
Novedad, hits y sorpresas
Utilizando una quijada o cacharaina y un palillo de madera (pueden escoger la nomenclatura, hay más) encaró la parte final del tan introspectivo como entretenido espectáculo.
Con ella, y emulando al gran Pepino Pascual (responsable de los otros artilugios percutores), cantó la novedosa Milagro y desastre que, aun siendo una canción especial para ella, no nos parece uno de sus mejores logros. Sí lo son Marchita (clásico desde ya), Te guardo (indiscutible hit) y Carta, linda despedida.
Entre estas hermosuras, apareció la que nunca falla: Silvia Pérez Cruz. Ensalzada como el mayor prodigio vocal jamás habido, la de Palafrugell, asistió a Silvana en Tonada de luna llena, pieza compuesta por, el también venezolano, Simón Díaz e interpretada a capella, exclusivo tramo que desgañitó al entregadísimo público. Esfuerzo encomiable, no lo negaremos, sin embargo, el efectismo quizá no entraba en los parámetros sinceros y naturales que reinaron durante toda la noche.
Diluido el efecto invitada de honor, Silvana encaró las propinas. Cuarteto formado por Brindo (EP, 2022), Tom’s dinner (único acercamiento al pop y cantada en inglés), y las animosas Tenías que ser tú y Al Norte. Adiós festivo muy bien trabado.
Silvana Estrada, nerviosa y emocionada (el gentío la aturdió), firmó una actuación íntima (nada aburrida) en la que mostró calidad, entrega, destreza, calidez y unas ganas de complacer a sus partidarios dignas de aplausos interminables. Los tuvo.
A la modesta y primorosa artista mexicana le esperan muchos momentos de gloria, superiores a los vividos en esta inolvidable noche barcelonesa. Velada acaecida años después de su anterior presencia en tierras catalanas, concretamente en Sitges, cita recordada por un enérgico fan.
La Estrada: otro oasis descubierto en el desierto gobernado por Pelele.
Tengo la vida muy corta y tú la mirada decente. Y a mí no me importa pensar lo imposible de tenerte. Pero si un día tú me encuentras y ahora piensas diferente, te guardo mi luz de mañana, mis ojos, mi amor y mi almohada”
(Te guardo, Silvana Estrada)
Autores de este artículo
Barracuda
Aitor Rodero
Antes era actor, me subía a un escenario, actuaba y, de vez en cuando, me hacían fotos. Un día decidí bajarme, coger una cámara, girar 180º y convertirme en la persona que fotografiaba a los que estaban encima del escenario.