Este domingo 4 de marzo la sala Bikini ha albergado a Tricky, leyenda del trip hop británico. Este señor de cincuenta años lleva más de veinte compartiendo creatividad con grupos como Massive Attack, con quienes también comparte el inicio de su carrera musical en The Wild Bunch sound system. Junto a Portishead, son influencia básica para miles de estrellas actuales, que van desde Gorillaz, pasan por Björk y llegan hasta Kanye West. Así que perdonadme si, para bien o para mal, me pongo un poco fangirl.
El concierto empieza a las nueve y media. Son las ocho, y ya somos varios en la cola. Abren, pasamos, nos ponemos cómodos y esperamos entre birras. Llega el momento, se baja la música de fondo y apagan las luces. El escenario se llena de humo. Se encienden unos pequeños focos de colores que nos apuntan a nosotros. Esta escena va a ser la única en todo el concierto – sólo vamos a ver a Tricky gracias a los flashes del público -. Se sienta alguien a la batería y otro se pone a la guitarra (imposible verles, imposible saber quiénes son). Entre las tinieblas podemos atisbar una espalda bailando durante la introducción, y lo descubrimos al sonar You don’t wanna: esa espalda es de Tricky. Suena I’m not going, suena Armor… La mayoría de canciones acompañadas por Marta Zlakowska. Podemos percibir que lo está dando todo, y el público se lo devuelve. Esto sería más flipante si pudiéramos oír su voz. La gente se da cuenta del fallo de sonido, pero prefieren seguir con el dancing. Para The only way, varios ya están gritando que no se oye. El grupo desaparece unos minutos del escenario y al volver, sin Tricky, tocan Overcome. Aquí es cuando llega mi rabieta de la noche: empiezo a oír la base de Hell is round the corner, ¿dónde coño está Tricky? Con todo el respeto a Marta, pero no puede hacer esta canción sola. WTF. DÓNDE ESTÁ. Creo que varias personas están igual que yo, se les oye gritar cuando ven que la chica sólo hace los coros y lo demás es pista repetitiva y vacía.
Por fin vuelve. No sé si es cosa de esta noche o de su personalidad, pero Tricky hace más de director del ritmo para los dos músicos y de acompañante musical para Marta. Hay sólo algunos momentos en los que se posiciona como protagonista. Esto se intensifica y teatraliza en temas como Nothing’s changed, en los que se pone literalmente detrás de Marta para hacer de voz secundaria. Pero por fin llega un momento en el que podemos decir, sin duda alguna, que estamos en un directo de este monstruo, y en uno muy bueno, cuando suena My palestine girl. Se oye perfecto, se siente perfecto. Podemos empalizar con él sólo escuchando la voz. Tricky se retuerce por el escenario. Si hubiera cosas, las tiraría todas, como tira las pantallas de la batería. Coge los dos micrófonos y canta desde ambos, o los intercala haciendo que cambien los efectos de su voz.
Con Dark days llega el interludio del concierto. Todos desaparecen dando las gracias por haber asistido. Da un poco de miedo, porque entre su actitud y los problemas de sonido podría decidir no volver. Pero lo hace, y con Daughter. Este largo encore es para mí la estrella del concierto, cuando consigue que le perdone no haber estado presente para Hell is round the corner. Sea por actitud o por los técnicos de la sala, todo se oye mejor, se siente más fuerte. Los músicos dan más caña. Después de Doll y Vent termina la sesión oficialmente. De nuevo, dan las gracias por haber asistido y desaparecen en la oscuridad.
Muchos podrían decir que no ha sido un buen concierto. De hecho, he oído a alguien decirlo. Pero a cierto nivel que podría ser uno de los mejores a los que se puede asistir. La producción que llevan los discos de músicos como éste es enorme. Sintes, bases, efectos y un largo etcétera que otros como Massive Attack intentan reproducir lo mejor posible en los directos. Cuando se trata de un artista que posiblemente no tenga el mismo capital para llegar a esa estructura técnica, hay que ponerse un poco más creativos. Y esto es algo que Tricky ha conseguido superar. Ha tirado de algunos samples, sí, pero ante todo ha dominado la música en directo. Ha conseguido reproducir la oscuridad y el dolor que abunda en sus temas con una batería, una guitarra, casi inexistentes luces y una máquina de humo. Si alguien puede hacer esto con tan poco y hacerte sentir lo mismo que en esos discos, se merece que todos nos quitemos el sombrero.
Autores de este artículo
Nadia Dubikin
Víctor Parreño
Me levanto, bebo café, trabajo haciendo fotos (en eventos corporativos, de producto... depende del día), me echo una siesta, trabajo haciendo fotos (en conciertos, en festivales... depende de la noche), duermo. Repeat. Me gustan los loops.