Viva Belgrado y Barcelona tienen una relación especial; no son pocas las veces que el grupo cordobés ha venido a la ciudad condal a presentar sus nuevos trabajos, y siempre han salido de aquí con un llenazo y con las emociones a flor de piel. Ya lo decía Cándido, el cantante, en Apaga la Llum: “Barcelona me duele demasiado”. Pero es uno de esos dolores que significan algo, que remueven algún mecanismo interior.
Medalla, un grupo de rock que no dejó a nadie indiferente, dio el tiro de salida y evidenció la entusiasmo que el público traía de casa. La gente empezó a darlo todo desde las primeras canciones. Los que no conocíamos a la banda y tuvimos el primer encuentro la pasada noche, los recordaremos por haber aportado mucho punk y desparpajo.
Show orientado a la dureza
La banda de hardcore melódico indie –por clasificarlos de alguna manera– salió al escenario sin mucho teatro, iniciando el show con Un Collar, uno de los temas de su último álbum, Bellavista. Este tema, lleno de los gritos desesperados de Cándido, que buscan un sentido en el futuro incierto, resulta una declaración honesta de lo que supone Viva Belgrado y lo que se espera de ellos; una voz áspera que, sin embargo, ha encontrado su hueco en el indie y que permite a un público predispuesto forzar la afonía a base de gritar cada verso como si no fuera a existir nada más al salir de La [2] de Apolo.
Hubo espacio también para la vertiente más indie de la banda, largas secciones instrumentales repletas de delay y acordes punteados, a menudo un tanto anticlimáticas dentro de un contexto en el que el público estaba deseoso de moverse, saltar y bailar. Y ese es un punto que me sorprendió, porque aunque la banda no dejó de tocar temas tranquilos como Annapurnas –un auténtico himno de los cordobeses– o Apaga la Llum, Viva Belgrado orientó su show al espectáculo y la dureza que el género les permite, por lo que en la pista nunca dejaron de formarse moshpits y el público rara vez dejó de bailar.
Tomarse un respiro es necesario
Sin embargo, y siendo honesta, el formato de directo me dejó agotada. No existían pausas en el setlist del grupo, ni silencios ni charlas con los oyentes; Viva Belgrado tocó el set de una hora y cuarto sin parar, sin descansar, una canción tras otra. Es por ello que fueron capaces de colocar en el reducido espacio de tiempo la mayor parte de sus grandes temas, así como mucho de lo nuevo, pero el precio a pagar fue un espectáculo agotador y por momentos agobiante, y a menudo distante. No ayudó tampoco que el bajista, como es habitual, estuviera de espaldas todo el concierto. Solamente pudimos verle la cara durante los segundos finales, cuando se despidió. No acabo de entender esta decisión, si se trata de un acto inevitable nacido de alguna clase de pánico o una decisión artística. En cualquier caso, está claro que no es la mejor manera de conectar con el público, sobre todo si además no vas a hablar entre canciones.
Sabiendo lo que había y que los asistentes querían moverse, Viva Belgrado dejó sus canciones más intensas para el final, lo cual desató una auténtica locura en la pista. Y así, en medio de la vorágine de la parte más hardcore, Cándido se despidió con un “muchas gracias Barcelona” y sin más, la banda abandonó el escenario. Viva Belgrado se había marchado y algunos nos quedamos con la sensación de que no habían tocado para nosotros, que habíamos sido espectadores lejanos de un show con un propósito sin identificar, pero en el que no había lugar para una conexión directa. Esta es la sensación que yo tuve, pero vi a gente gritar las letras con lágrimas en los ojos y salir de la sala sudados y pálidos, pero siempre sonrientes. Eso es, quizá, más mérito de unas canciones tan sinceras, honestas y sin filtros que inevitablemente acaban formando parte de tu vida, a pesar de un directo distante y frío.
Confirmo mis sospechas; Viva Belgrado son esa banda que oír de vuelta a casa, en una noche de primavera, sola con tus auriculares. Es entonces cuando no hay nada que impida sentir que formas parte de su obra.










Autores de este artículo

Paula González

Víctor Parreño
Me levanto, bebo café, trabajo haciendo fotos (en eventos corporativos, de producto... depende del día), me echo una siesta, trabajo haciendo fotos (en conciertos, en festivales... depende de la noche), duermo. Repeat. Me gustan los loops.