La historia, la leyenda de los Magnetic Fields es una inevitablemente atada a un solo álbum, a pesar de llevar más de 30 años haciendo canciones, a pesar de los cinco que lo preceden y los otros seis que van después, a pesar de The 6ths, de Future Bible Heroes y de las otras múltiples bandas de su líder Stephin Merritt. A pesar, incluso, de que si este álbum no existiera, su legado seguiría siendo el de una banda de una genialidad, sensibilidad y humor insuperables. Y aún con todo eso, la realidad es que nada puede equipararse a la que seguramente es la colección de canciones de amor más extensiva y definitiva jamás editada. Hablamos, por supuesto, de 69 Love Songs (Merge, 1999).
Con motivo de los 25 años desde su publicación, The Magnetic Fields se encuentran en medio de una gira europea interpretando, a lo largo de dos noches, todos y cada uno de estos temas, que en su versión de estudio ocupan la friolera de casi tres horas de duración. En la que es su tercera vez en Barcelona desde 2022 (no se puede decir que nos tengan abandonados), efectuaron la única parada en España de esta gira para hablarnos del amor en prácticamente todas las facetas que uno pueda imaginar. Aviso a navegantes: la redacción de Qualsevol Nit estuvo presente tan solo en la primera de las dos veladas, así que esta crónica tristemente solo hablará de 35 canciones de amor. A por ello.
Dividido en dos sets de cincuenta minutos cada uno y con el formato de quinteto acústico que vimos ya en anteriores ocasiones dio comienzo esta particular maratón de canciones con una racha espectacular, desde el ‘opener’ Absolutely Cuckoo hasta doce o trece temas más adelante, depende de a quién preguntes. Tal vez uno de los grandes motivos por los que 69 Love Songs es recordado con tanta estima es porque empieza con varias de las mejores canciones de la historia del pop una detrás de la otra, un hecho que en directo no dejaba de sorprender, el reconocer a los dos segundos uno de tus temas favoritos del mundo como, por ejemplo, Come Back from San Francisco, cuando justo antes había sonado I Don’t Want to Get Over You para ser inmediatamente seguido por The Luckiest Guy on the Lower East Side y verte en un momento cantando a viva voz junto a otras trescientas personas su eufórico estribillo final como un coro multitudinario.
Como es obvio, este nivel no se puede mantener de forma constante durante dos noches y cuatro sets distintos, seguramente sería demasiado para el cuerpo humano, y cierto es que después de la archiconocida The Book of Love (que Merritt presentó con su humor seco marca de la casa como “la canción que escribió para que la cantaran niñas danesas de siete años en Got Talent”) la emoción decayó tan solo ligeramente. Aún había, de todos modos, canciones preciosas por escuchar, como The One You Really Love, todo esto antes del primer descanso.
La siguiente tanda de canciones incluyó clásicos como Nothing Matters When We’re Dancing, el brevísimo ‘a cappella’ de Roses, interpretada por el guitarrista Anthony Kaczynski, o el cachondeo paródico de Love is Like Jazz, que incluyó una ambientación de nubes de vape provistas por la cantante Shirley Simms. Tras otro puñado de temas perfectos (No One Will Ever Love You, (Crazy for You But) Not That Crazy llegamos al número 35, Promises of Eternity, después del cual Merritt avisó que habría un intermedio “de unas 22 horas de duración”. Vamos, que era hora de marcharse por hoy y de volver al día siguiente a por las 34 restantes. Aunque no pudiéramos estar presentes, huelga decir que cualquiera de ellas podría ser la canción favorita de alguien, que todas, a su manera, son perfectas, incluso las que no lo son. Ahí la magia de las 69 canciones de amor de Stephin Merritt.
Autores de este artículo
Miguel Lomana
Sergi Moro
Desde que era un crío recuerdo tener una cámara siempre cerca. Hace unos años lo compagino con la música y no puedo evitar fotografiar todo lo que se mueve encima de un escenario. Así que allí me encontraréis, en las primeras filas.