Un Razzmatazz atiborrado, pero sin llegar a convertirse en la habitual lata en la que es imposible moverse un centímetro, recibió el nuevo espectáculo de los londinenses Skunk Anansie, quienes celebran tres décadas de existencia en este curioso circo del rock and roll. Para ello han ideado una puesta en escena llena de conos negros (bastante feos, dicha sea la verdad) y una iluminación espectacular, en instantes cegadora. El sonido hizo retumbar la nave del Poble Nou y el público salió sudado (el pogo rebaja kilos) y encantado, por supuesto. Sus fans lo sabían de antemano: este cuarteto no acostumbra a fallar nunca.
Guardábamos muy buen recuerdo de su última representación, en la misma sala, con motivo de su 25 cumpleaños. En aquella ocasión nos atrapó el efectivo cruce entre hard y la pizca de pop bailable que les alejaba de un grupo de rock duro sin más. Transcurrido este tiempo, no es que hayan virado su estilo, pero a un servidor le pareció que el discurso les quedó más monótono, lanzándose, sin miramientos, a la dureza sin, apenas, límites; quizá la ausencia de teclados, multiplicó el fuerte asedio.
Deborah Anne Dyer ‘Skin’ sigue luciendo carisma por arrobas, aunque vista con cazadora y pantalón negro (preciosos, eso sí). No para de moverse, chilla como si estuviera poseída e incluso se atreve a cantar fundida con la masa, provocando el delirio (I Can Dream); llevábamos tan solo cinco temas y el suelo ya se hundía. Sin embargo, le perdió un poco la aceleración y algún chillido exagerado, en pos de alcanzar mayor algarabía; no lo calificaríamos como defecto, únicamente es una impresión personal.
Apoyada por los tres guerreros habituales: Martin ‘Ace’ Kent (guitarra), Richard ‘Cass’ Lewis (bajo) y Mark Richardson (batería), ‘Skin’ apareció en el escenario arrasando. Atacó This Means War a lo Bon Scott, es decir, a grito pelado, bajando el tono en poquísimos momentos. “One, two, three” y a la guerra, dicho de modo figurativo, su discurso es opuesto, radicalmente a cualquiera invasión militar que se precie.
Con Charlie Big Potato aparecieron cambios de registro vocal (del suave al atronador) y la primera ovación apasionada, hubieron unas cuantas. Potentes fueron los latidos de Love Someone Else, Secretly, Yes, It’s Fucking Political (ya hemos advertido que son adictos a cualquier contubernio) o The Skank Heads.
Están a punto de editar un nuevo disco titulado The Painful Truth y de él, pudimos escuchar tres avances. Con buen criterio, situaron As Artist Is An Artist (creación anodina) entre dos pelotazos como Weak y Twisted (Everyday Hurts); disimulando que es gerundio. También escuchamos Animal y Cheers, la mejor del trio de estrenos y que no desentonó unida a Hedonism (Just Because You Feel Good) y Little Baby Swastikkka, final desatado. Los presentes corearon el “oe, oe, oe” para decirles adiós.
Skunk Anansie triunfaron de lo lindo y demostraron que todavía les queda cuerda para rato si mantienen su espíritu luchador y si la frontwoman no pierde fuelle vocal (los excesos no son buenos compañeros de viaje). En cuanto al próximo lanzamiento discográfico, deberemos esperar para valorarlo en su real medida. De lo que sí estamos seguros es que no ensombrecerá a un pasado muy notable. Felices 30.







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Barracuda

Aitor Rodero
Antes era actor, me subía a un escenario, actuaba y, de vez en cuando, me hacían fotos. Un día decidí bajarme, coger una cámara, girar 180º y convertirme en la persona que fotografiaba a los que estaban encima del escenario.