“Somos Roja y Negro”. Estas palabras marcan un antes y un después en la carrera musical de la rapera chilena Anita Tijoux. Una nueva etapa en la que las rimas bajan del pedestal dejando su puesto a la melodía. Un camino que ya no toma sola sino acompañada de músicos de jazz, entre ellos Raimundo Santander y Ramiro Durán, y de los cantautores que la inspiraron a lo largo de su vida.
“Somos Roja y Negro”. Con estas palabras, la rapera y cantante Ana Tijoux presentaba el proyecto Roja y Negro, canciones de amor y desamor en su concierto el pasado miércoles 18 de abril en la sala BARTS de Barcelona. “No tienen vino, pero imaginen que tienen”, bromeaba intentando romper el hielo. Los fans estaban tan nerviosos como ella: ¿cómo será esta nueva Anita? ¿Seguirá siendo la que cantó a todos los del sur? ¿La que nos declaró insumisas e insurgentes? ¿La que nos hizo sacar la voz?
El concierto empezó con la emocionante Arriba quemando el sol, de Violeta Parra, dedicada al “pueblo muerto” de La Pampa, donde su corazón murió al ver cómo sufrían. Con el segundo tema nos dejaba claro que seguía siendo ella con la canción que ponía nombre a su disco Vengo (Nacional Records, 2014). Y fue con el tercero, Asaltango, de Roja y Negro, con el que nos adentró en su nuevo mundo demostrándonos que, uno, sabe cantar un tango y, dos, que la historia más romántica que existe es la del asalto a un banco.
Todos los miembros de Roja y Negro consiguieron crear un espacio íntimo con el público. Santander bromeaba continuamente con Tijoux y no pararon de hacer propaganda, aunque no de Spotify, de su próximo disco. Un álbum que también cuenta con temas inéditos que cantaron durante el concierto como Tinta roja, Dilema o uno “bien terrible” llamado Por ti. El proyecto nació con Choque, una canción que, según Tijoux, trata de “conocer a alguien y ‘pah’, todo cambia”.
Aunque desafinaba a veces, no importaba. Anita, más valiente que nunca, se atrevió a cantar la tradicional Tonada de luna llena, de Simón Díaz y Luchín, del gran Víctor Jara, cuyas “letras atraviesan”, una canción que dedicó a su país, Chile, lleno de fracturas, sismos y luchas sociales, pero que jamás se rinde. Nunca imaginamos que veríamos a Tijoux en esta tesitura y dejó al auditorio boquiabierto. También cantó la desgarradora Arauco tiene una pena, de Violeta Parra, que dedicó al machi (autoridad espiritual del pueblo mapuche) Celestino Córdova, un preso que lleva 97 días en huelga de hambre porque no le permiten ir a su rehue (altar sagrado mapuche) a renovar su energía espiritual.
Tijoux tampoco olvidó su pasado. Nos relató que cuando era pequeña su padre le hizo un regalo precioso, el “antimonopoly”, un juego donde los participantes compiten para derrocar a los monopolistas y devolver la ciudad a un sistema de mercado libre. A raíz de este presente, la cantante escribió la mítica 1977, año de la serpiente en el que nació Anita. Nos volvió a decir que sacáramos la voz (Sacar la voz) y, finalmente, dedicó su temazo Shock al rapero mallorquín Valtònyc al son de No callarem.
Público eufórico, Roja y Negro no nos dejaron con las ganas y nos obsequiaron con tres bises, aunque casi nos quedamos sin oír el primero, Misterio, porque la cantante no encontraba los papeles con la letra. En el segundo, Calaveritas, nos habló de los muertos que nos acompañan, y ya al final llegó la ansiada Antipatriarca. Toda la sala se puso en pie cantando al unísono: “A liberar”.
Anita quería demostrarnos que sabía cantar y lo consiguió. Aunque este sea el año del perro, la serpiente siempre nos deslumbra.
Autores de este artículo
Celia Sales Valdés
Aitor Rodero
Antes era actor, me subía a un escenario, actuaba y, de vez en cuando, me hacían fotos. Un día decidí bajarme, coger una cámara, girar 180º y convertirme en la persona que fotografiaba a los que estaban encima del escenario.