Agrupaciones de folk rock, americana o indie pop las hay a montones y buenas. Por desgracia, no a todos les suena la flauta de la notoriedad. Angus & Julia Stone juegan con unas bazas que hemos degustado en innumerables ocasiones: melodías sencillas, seductoras, etéreas y, en cierto modo, poseídas de un elemento frágil (a veces cercano a la blandura) que enamora. No son ni mejores ni peores que muchos de sus colegas, pero a ellos sí les ha tocado el gordo de la fama.
Nunca sabremos si el éxito de los seductores hermanos (embarcados durante un período de tres años en sus propios proyectos en solitario) hubiera sido el mismo si el productor Rick Rubin (Beastie Boys, Metallica, The Cult, Johnny Cash, etc…) no se hubiera empeñado en reunirlos de nuevo. Visto el resultado obtenido con Angus & Julia Stone (2014), Snow (2017), ‘Life is strange’ (banda sonora del videojuego Life is strange. ‘True colors’ en 2021) y el reciente Cape forestier (Sony Music, 2024), es evidente que Rubin tuvo muy buen ojo al descubrirlos. Este terremoto ocurrido, en tan solo una década les ha llevado a encandilar a millones de seguidores (que pudieron llevarse a casa todo tipo de objetos, discos incluidos, claro está) y conseguir no dejar un asiento libre en recintos como el Palau de la Música Catalana.
Triunfo cantado y tocado
Para estas Living room sessions, los Stone han dispuesto un bonito y entrañable espectáculo que se desarrolla en un acogedor espacio, parecido a un salón con lámparas y una pequeña mesita, situado en el centro del escenario. Ya estamos cómodos y relajados. Empecemos.
Minutos antes había actuado el cantautor de Melbourne, Harrison Storm quien con su guitarra interpretó canciones de último trabajo titulado ‘Wonder, won’t you?’ (2024), delante de una platea a medio llenar. Un aperitivo tan suave como un colchón de plumas. Inteligente introducción para la pareja protagonista que apareció elegantísima, arrancando en modo acústico con la ensoñadora (nunca mejor dicho) Santa Monica dream. Superado el primer encuentro, apareció Losing you, la primera de las tres piezas escogidas de su último trabajo, las otras dos fueron Cape forestier (perla pop de suave balanceo) y The wedding song, canción en homenaje a un matrimonio que parece haberse divorciado. Maravilloso.
A Julia & Angus (así no se enfada nadie) les acompañó un trio de bajo, guitarra (también pedal steel) y batería, muy adecuado que empezó a entrar en calor, a las primeras de cambio, con Yelow brick road y Nothing else, primer atisbo de jolgorio que nos recordó (no fue el único) a Fleetwood Mac.
Una de las peculiaridades del dueto, además de tocar las guitarras, es utilizar otro tipo de instrumentos como un piano pequeñito, la trompeta (especialidades de Julia) o la harmónica, compartida por los dos, no obstante le sacó más provecho Angus, Just a boy (sombras dylanescas) serviría de ejemplo.
Nos gustaron la sincopada Private lawns, For you, Wherever you are, Drawn your swords (magnífico bis) y por supuesto, sus dos grandes hits: Chateau y Big Jet Planet. Todas ellas interpretadas con exquisito gusto y extrema calidad, la que reinó durante toda la velada, incluso en los dos curiosos covers con que nos deleitaron. El primero, una sustanciosa versión acústica del Flowers de Miley Cyrus y el segundo, una locura llamada Ni tú ni nadie, han leído bien, el tema de Alaska y Dinarama cantado en castellano. Les puede parecer una tontería, pero no lo fue, Julia salió airosa ganándose la aclamación y el coro de todo el respetable. Sigue siendo un temazo, no lo olviden.
No hace falta decir que el Palau despidió a la familia en pie y con una ovación atronadora, la verdad es que la merecieron.
Al finalizar, recordando el principio del relato, te queda la sensación de que si derrotan a sus colegas, en ventas y convocatoria, es, básicamente, porqué han encontrado la chispa adecuada, saben juguetear con sonidos de altura (algo rebajados a la convencionalidad), pero, sobre todo, por la frescura emanada y su indiscutible aptitud interpretativa: el primoroso ajuste de voces de distinto tono y ese trapicheo instrumental, antes aludido, resulta impagable. Pueden sacar pecho, en la coyuntura actual, pocos les ganarán.
Autores de este artículo
Barracuda
Marina Tomàs
Tiene mucho de aventura la fotografía. Supongo que por eso me gusta. Y, aunque parezca un poco contradictorio, me proporciona un lugar en el mundo, un techo, un refugio. Y eso, para alguien de naturaleza más bien soñadora como yo, no está nada mal.