BOYE (1989, Barcelona) se define como irreverente y gamberro en primer lugar. A raíz de poseer múltiples capas emocionales, se autopercibe profundo, pesado, sensible. Después de publicar tres singles de adelanto – Vamos A Trabajar, Hemos Venido A Jugar (feat. Habla de Mí en Presente) y Peter Pan –, el artista sacará su álbum debut, A DÓNDE VAIS? (Vida Records, 2024), el 19 de abril y lo presentará el 9 de mayo en la sala Apolo de Barcelona.
Manteniéndose alineado con su concepción multidisciplinar y transversal del arte, lo cual va de la mano con el nihilismo vital que defiende el intérprete a capa y espada, A DÓNDE VAIS? no deja de ser un popurrí de géneros musicales. BOYE, que se resiste a encajar en la norma, toca desde la electrónica hasta el rap, pasando por la balada, la rumba, el funk y el indie pop. Mientras que Arnau Vallvé, el pulmón del proyecto musical, ha producido la mayoría de las canciones, el bajista brasileño, Juju Groove, se ha unido al viaje de la producción, junto con Roger Pi y Raül Refree. Bernardo ha condimentado la obra con un funk hipnótico y los colaboradores catalanes, a través de tres piezas que reinterpretan el folclore gallego, el flamenco y el fandango, han sumergido a BOYE en el universo del realismo mágico y el canto de raíz.
Mediante su irremediable picardía, su tono satírico y su personalidad arrolladora, pero humilde, BOYE invita a los supervivientes de la vida adulta a afrontar el capitalismo salvaje y lo que viene con un cierto cinismo cotidiano y un modus vivendi nihilista. Es decir, desmontando las convenciones sociales, los principios establecidos y los valores tradicionales. En este sentido, BOYE, a pesar de que lo acribillen, mirando de encasillarlo en una disciplina concreta – música, teatro o cine –, asegura que nunca lo lograrán.
No existe ninguna estrategia detrás de ser ecléctico. Me sale orgánicamente. Soy así y, de momento, no quiero cambiar.
Es este disco un reflejo de tu sello polifacético como artista?
Yo creo que sí, porque soy bastante polifacético por naturaleza y me he entrenado para serlo. Tampoco soy un médico ni astronauta, eh. Soy artista y, dentro de este concepto, me gusta escribir y, por tanto, hago letras. Disfruto cantando, moviéndome y actuando, y por eso canto, hago danza, teatro y demás. Todas las actividades que hago las he practicado hasta la saciedad. En cuanto a mis preferencias como oyente musical, sí que es verdad que amo cualquier tipo de música. Aunque yo vengo del rap – desde siempre que está en el epicentro –, escucho jazz, pop, electrónica, ópera. Hay algo que tengo claro y es que no quiero dejar de crear lo que me nazca. No existe ninguna estrategia detrás de ser ecléctico. Me sale orgánicamente. Soy así y, de momento, no quiero cambiar.
¿Por qué decides titular el LP A DÓNDE VAIS? y cuál es el hilo conductor que entrelaza las canciones?
Ha sido difícil la elección. Para mí el mensaje que vertebra el disco es la eterna dicotomía entre la profundidad y la comedia, y viceversa. Además, cada canción representa un concepto cotidiano. Por ejemplo, una se llama Vamos A Trabajar. Otra, No Estamos Tan Mal o Un Minuto De Descanso. Me atraía la idea de que cada una recogiese un tip.
El A DÓNDE VAIS? es un homenaje al humorista Pepe Rubianes y a ese instante en que me pongo su monólogo “Vamos a trabajar” y él suelta: “¿A dónde vais con esa marcha matinera?”. El título, por un lado, acoge un punto de vista cómico y, por otro lado, abraza una faceta personal y profunda desde la cual miro la ciudad y a la gente, e identifico, explico, opino, me emociono. Entonces, después de observar el paisaje durante tanto rato, pienso: “¿A dónde vais?”, interpelándome a mí mismo – no es que yo me libre, porque sea el amo – y a un nosotros como sociedad.
¿Cuáles son los ejes temáticos que sustentan el álbum?
Son muchos temas distintos los que sostienen el álbum. En el trasfondo, se oye a alguien decir “estamos jodidos” políticamente y como sociedad. Emocionalmente, estamos quebrados, sensibles, tullidos y con infinidad de grietas. A pesar de ello, no se me agota la fe en el ser humano ni en el futuro. Mi respuesta es que vamos a sonreír y a bailar bajo la lluvia. O, dicho de otro modo, vamos a asumir lo que hay. Soy adulto, tengo 34 años y he entendido que este es un mundo hostil en el que cada uno arrastra su mochila, la cual cosa no quita que desee crear una familia y continuar viviendo de lo mío. Por eso, se hace omnipresente el “oye, no estamos tan mal”. “Yo no soy nadie ni tampoco sé na [nada]” y, aun así, muevo el cuello al compás. Hemos venido a jugar, aunque mirando de cerca a la peña te fijas en que estamos todos fatal.
Hoy por hoy, estoy surfeando una ola que no sé cuánto tiempo durará. He sido precario durante años y me lo he tenido que currar mucho para llegar hasta aquí.
En Veni Vidi Vici planteas un escenario en el cual reina la incertidumbre, el caos, la niebla e, incluso, la muerte. Sin embargo, de los versos “Si esto se vuelca, yo aquí no me quedo” o “Vida hay una y la pienso vivir” emana una resiliencia a la que te agarras para no dejarte llevar por la destrucción.
Yo escribí Veni Vidi Vici antes de la pandemia pero, una vez superado el confinamiento, la resiliencia se convirtió en un concepto muy importante para mí. El tema está dedicado a aquellas personas que se han hundido en el pozo, a quienes invito a salir de él bailando o cantando. Por muchos muertos que me lleven al infierno de Hades yo no quiero caer todavía. Sí quiero caer en las pequeñas cosas y ser sensible, pero no hasta el fondo. A pesar de atravesar episodios duros, me siento con la responsabilidad de estar bien y de disfrutar de lo que me pasa, porque la vida me sonríe y me considero afortunado.
¿A qué responden las referencias a la mitología griega?
Al haberme formado en teatro, he leído bastante a escritores a quienes les interesa la mitología griega y he podido ver que esta atesora muchas capas. En Veni Vidi Vici quise que estuvieran presentes y, en concreto, la de la mitología le atribuye veracidad. A diferencia de Na, una canción que se regodea en el humor y en la cual predomina la línea de bajo, Veni Vidi Vici adquiere un peso propio de una catedral.
En Na vas repitiendo que BOYE no sabe nada. ¿Acaso la canción responde a un ejercicio de humildad?
Así como Veni Vidi Vici habla de cuando sientes que no eres nadie y te encuentras jodido y en el lodo, pero acabas saliendo a flote y redescubriendo tu personalidad, Na no solo refleja que no soy nadie, sino que no tengo ni idea de nada. Ni de cómo se lleva una relación, ni de la manera en que se supone que me tengo que comportar con la familia, ni hacia dónde tirar en el ámbito profesional. En fin, siempre andamos perdidos y me molaba la idea de verbalizarlo, quitándole hierro.
Mochilas escenifica una sesión de terapia en la que uno aprovecha para liberar tristezas, desamores, miedos y, a grandes rasgos, traumas y nudos sin deshacer. ¿Con qué mochilas cargas tú cuando te despojas del personaje artístico?
Hoy por hoy, estoy surfeando una ola que no sé cuánto tiempo durará. He sido precario durante años y me lo he tenido que currar mucho para llegar hasta aquí. He sufrido bastante cada vez que se me han cerrado puertas y me han dicho que no. Las mochilas que llevo a mis espaldas son las que describo en el track: las exparejas, el cordón de mamá, las riñas con papá, el amor que nunca volverá. También cargo con una mochila común, la del tiempo y la que se corresponde con mi carácter, el cual a veces me divierte y otras tantas lo odio, en medio de una lucha interna que, normalmente, libro en el psicólogo.
Sentir euforia y luego desconsuelo sucede a menudo en la etapa adulta. A los treinta quieres comerte el mundo, te lo zampas, vibras y caes en picado.
¿En esta fase de tu carrera conectas más con la vocación, la frustración, la adicción al trabajo, las crisis creativas o con todo a la vez?
Ahora me encuentro en una fase de workaholic total y, asimismo, en un horizonte de abundancia de curro respecto a la música, el teatro y el cine. Siento que tengo que aprovecharlo porque, después de tantos años de trabajo, los músicos con los que me voy cruzando y los proyectos que me llegan son como dios manda. Mantienen una especie de lógica y fidelidad no solo con mi persona, sino también el artista que ambiciono ser.
Como actor, protagonizas el nuevo spot de Netflix y apareces en el de la cadena de hamburguesas Vicio. Has participado en las series Antidisturbios y Autodefensa, y en la película As Bestas. Sales en la ficción de TV3 Jo mai mai y acabas de estrenar Jauría en el teatro Romea de Barcelona. Y, por si fuera poco, publicas disco y lo presentas en directo el 9 de mayo.
Si quieres, puedo enseñarte mi agenda repleta de colores. Los uso para ordenar mi cabeza. Reconozco que es una locura, pero como los proyectos en los cuales estoy metido me motivan trato de compaginarlos con procurarme una salud mental y física. Por eso entreno y hago deporte día sí, día también. Me cuido en el sentido de que duermo mis nueve horas, al tiempo que intento sacar huecos de calidad para gozar del ocio, de mi pareja y evadirme con los amigos, al menos una vez por semana.
¿Quiénes pueden sentirse aludidos por Peter Pan?
Peter Pan me conmueve, porque es un bálsamo y, además, representa a la gente que está triste y atrapada en su yo interior por definición. Es un tema que te pondrías de resaca y te contagia un mood tristón. Cuando recito “Todos somos niños; síndrome de Peter Pan” me refiero a que compartimos la vulnerabilidad, en calidad de seres humanos. “Me subo al tejado, vibro demasiado” te transporta a un estado festivo y de intensidad. Mientras tanto, “Vuelvo al pecado y caigo en picado” alumbra el terrible boicoteo que te tiendes a ti mismo. Sentir euforia y luego desconsuelo sucede a menudo en la etapa adulta. A los treinta quieres comerte el mundo, te lo zampas, vibras y caes en picado. Sin lugar a dudas, me la dedicaría a mí. Hay muchas canciones mías que escucho y, aun reconociendo el trabajo previo, no me hacen volar. En cambio, con Peter Pan tengo la sensación de que no la he compuesto yo, y eso es un logro.
Teniendo en cuenta que, en algunos casos, el marketing interfiere en las colaboraciones, substituyendo una amistad o una afinidad musical, ¿cómo surgió Hemos Venido A Jugar con Habla de Mí en Presente?
En mi caso, la colaboración se dio, porque somos colegas, porque nuestros estilos musicales se asemejan y porque nos embarcamos en esta aventura loca casi al mismo tiempo. Fue un día en que Arnau [Vallvé] se iluminó y me dijo: “Aquí molaría un featuring rumbero con Habla de Mí en Presente”. Y para allá que fuimos a proponérselo.
Tras haber colaborado con Roger Pi y Raül Refree en el trío de piezas folklóricas, compuesto por Que Se Queme La Danza, El Percebeiro y Mirlo y Mariposa, ¿cómo valoras la experiencia?
Ha sido increíble. En mi opinión, Raül Refree es de los mejores productores de España, dado que ha conseguido comprender y modernizar el folklore del país. Siempre me ha emocionado su trayectoria, y por ello es un honor y un gusto que esté presente en mi primer álbum. También pienso que algo debo estar haciendo bien. Con Raül Refree nos conocimos trabajando juntos mientras representábamos Yerma, la tragedia poética de Federico García Lorca, en el Teatre Lliure, y conectamos. De ahí que se originara Que Se Queme La Danza con un pasaje de la obra de Lorca.
Roger Pi fue quien se encargó de la producción en mayor medida, ya que Refree no podía venir tanto al estudio. Y yo, por supuesto, siempre acompañado de buenos profesionales, me he implicado en todo: la composición, la producción, la creación de los videoclips.
¿De dónde salió la idea de dedicar parte de este LP al folclore gallego, a la tradición cultural andaluza y al canto popular con trazas de fandango y de pop?
El folclore gallego brotó, debido a que hace años escribí una obra de teatro, titulada El Percebeiro, y se me ocurrió crear una historia encima de una retahíla gallega. En los highlights de los conciertos y en las bodas canto el tema, que me ha acompañado de un tiempo a esta parte. La aparición literaria de Federico García Lorca en Que Se Queme La Daza se explica por la profunda admiración que le tengo después de haber devorado sus obras como lector y haberlas interpretado como actor. Finalmente, el fandango de Mirlo y Mariposa fue cosa mía y de Arnau, en el sentido de que, a diferencia del resto de piezas que emergieron de manera orgánica, esta última resultó de un acto algo más planeado.
¿Sigues obsesionado en terminar tu obra maestra o, con el paso del tiempo, tus ambiciones ya no van tan encaminadas hacia dejar un legado?
Con el paso del tiempo, mis ambiciones han cambiado. No me da miedo confesar que soy ambicioso, porque no lo percibo como algo negativo. Me llena marcarme objetivos en la vida y esforzarme para alcanzarlos; avanzar e ir dando saltos. Vivir de la música, del teatro o del cine es complicado, razón por la cual mis propósitos pasan por ampliar mi impacto mediático, que mi público crezca, que acabe currando con artistas soñados como C. Tangana, Kae Tempest, Childish Gambino, Stromae, Rosalía, Jorge Drexler, Andrés Calamaro. También me moriría con Robe Iniesta o Albert Pla.
¿Te avienes con el cinismo cotidiano?
El cinismo cotidiano me encanta. Reírme de mí mismo y hacer reír a los demás es un deporte que practico con asiduidad. Sobre todo, me divierte chinchar y buscar las cosquillas a quienes les cuesta soltar carcajadas. Soy una persona que se toma en serio el trabajo, pero de repente, en situaciones tensas, cuando veo que se abre una mínima oportunidad para la broma no puedo evitar agarrarme allí como a un clavo ardiendo.
¿Qué es para ti el arte, partiendo de la base de que, en calidad de intérprete, lo entiendes como una artesanía global e interdisciplinar?
El diálogo que intercambio con el arte se basa en nutrirme lo máximo posible, ya sea leyendo, escribiendo, haciendo entrenamientos actorales o estudiando música. De este modo, piso el escenario y me lo conozco como si fuera mi hogar. He absorbido los recursos para habitar en él moviéndome, comunicándome, dirigiendo actores, articulando una narrativa audiovisual que justifica mi discurso artístico y mi estética. Y, en lo musical, enriqueciéndome con diferentes géneros. En medio de esta complejidad, algunos se cuestionan con ansia: “Porque no es un rapero, pero tampoco es un actor”. Y yo les respondo: “Es BOYE”. En la piel de BOYE intento integrar todas las vertientes – la música, la estética, el acercamiento a la belleza, la política, la causa social y la interpretación – de lo que significa ser un artista en el siglo XXI.
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