La dualidad de la cuarta edición del Cara B, el festival que pretende dar a escuchar lo mejor del sonido emergente actual, se podía intuir tan solo con echarle un vistazo a su programación. Su cartel, en el que figuraban tanto artistas de géneros urbanos como bandas consolidadas de pop rock alternativo, parecía vaticinar que los dos días del festival serian dos propuestas muy diferenciadas la una de la otra. Parece ser que no era mentira. Aún así, el festival confirma su posición como propuesta exitosa, anunciando un sold out.
Viernes: trap, rap y uñas de gel
Los géneros urbanos fueron los protagonistas del primer día del festival, en el cual los raperos canarios Locoplaya y el trap de Dellafuente se coronaban como los platos fuertes de la noche. La Fabra i Coats se llenó para la ocasión de jóvenes ataviados con melenas decoloradas repletas de raíces, de pantalones Adidas, de camisetas anchas y de uñas de gel.
Los integrantes de Damed Squad, Enry-K, Lil Moss y Mishii, fueron los encargados de inaugurar la jornada. Originario de l’Ametlla del Vallès, el trio se ha convertido en una de las sensaciones del trap nacional, y probó su valía en el escenario con la colaboración de Cecilio G, con quien cantaron, entre otros, Rainbow, uno de sus éxitos más aclamados.
Les siguieron Afrojuice 195, máximos exponentes del afro trap en España, que hicieron vibrar al público desde el primero hasta el último minuto de su actuación con una inagotable energía. Y es que los chicos de Fuenlabrada no podían parar de moverse por el escenario, de saltar y de bailar mientras cantaban temas como Fifa street o Joga bonito, con bases repletas de ritmo, o la acelerada Choque afro trap. El desparpajo y la alegría de la banda, que twerkeó sin miramientos ni complejos e incluso acabó el concierto bailando con el público, sin duda se contagió a los asistentes.
Al chute de energía de Afrojuice 195 le sucedió el erotismo desbocado de Mueveloreina. El dúo, formado por la vocalista Karma Cereza y Joaco J Fox, con quienes estuvimos en el backstage antes de su primer concierto en Razzmatazz, ha sabido hacerse un hueco en la industria musical gracias al eclecticismo de su instrumental y gracias a la transgresividad de sus letras, que tienen un punto crítico y reivindicativo. El dúo combinó temas como Vivas, un himno a la deshinibición, o I want it all, que habla de los millenials, con otros de sus éxitos más destacados, entre los cuáles Têtes inclues y Paradiso. El show desprendió en todo momento una carga sensual apabullante gracias a la voz de Cereza y a las coreografías de los bailarines, plagadas de juegos de seducción y de miradas zalameras.
Tras el festival del erotismo que montó Mueveloreina en la sala, Ms Nina se encargó de seguir con la fiesta interpretando con una actitud muy desenfadada temas como Tu sicaria, Noche de verano o Pastillas. Su actuación terminó con la aparición de King Jedet en el escenario para interpretar la esperada Reinas, un himno a la diversidad.
Sin duda, uno de los conciertos más esperados de la noche fue el de los raperos canarios Uge, El Crema y Bejo que, tras comenzar sus carreras en solitario, se juntaron en 2017 para sacar un disco en conjunto: Qué dice la juventud? (Autoeditado, 2017). Más conocidos bajo el nombre de Locoplaya, hicieron justicia a su fama de colgaos presentándose al escenario con ropa colorida de verano, rociando al público con pistolas de agua y tirándole todo tipo de comida, desde zumos a cachos de melón, pasando por caramelos, galletas e incluso un par de mangos.
Tras los temas canallas de Locoplaya llegó el concierto estrella de la noche, el del rapero Dellafuente. El granadino, que apuesta por la mezcla de estilos y entremezcla en sus canciones ritmos de todo tipo, demostró ayer que es todo un fenómeno. Y es que desde su aparición en escena, tenía decenas de móviles grabándole y provocó una auténtica oleada de saltos entre el público. Incansables, siempre con ganas de más, los asistentes corearon y bailaron durante aproximadamente una hora sus hits más exitosos, como Romea y Julieto, Consentia o Guerrera, que estrenó en diciembre pasado, pero también aquellas menos célebres como Bailaora. La sala estaba abarrotada, pero a nadie parecía importarle la falta de espacio, ni el abundante humo que flotaba por ella, ni el calor asfixiante del roce. Había demasiada expectación.
El productor y DJ Steve Lean fue el encargado de amenizar el final de la velada pinchando una selección de temas de éxito asegurado. En la sala, ya más vacía tras el concierto de Dellafuente, gran parte del público seguía bailando a pesar de que las actuaciones hubiesen empezado a las seis de la tarde.
Sábado: pop rock, barbas de leñador y totebags
Si las actuaciones del viernes por la noche se caracterizaron por un uso constante del autotune y un sonido que te hace vibrar hasta el estómago, nada tuvieron que ver las actuaciones del sábado por la noche. Tampoco el público que fue a verlas. Modernillos de edad más avanzada, con un buen puñado de vello facial en la cara, así como hombres y mujeres ataviados con camisas vistosas de apariencia vintage y bolsos de tela sustituyeron al público del día anterior.
Las Robertas, una de las bandas costarricenses con más visibilidad internacional, inauguraron la jornada con el pop rock de toques psicodélicos de Waves of the new (Buen Dia Records, 2017), disco que publicaron en mayo del año pasado.
Les siguieron los veteranos Mujeres, que tocaron en un concierto más tranquilo de lo que podrían haber esperado los asistentes tras una alocada presentación de su disco nuevo, Un sentimiento importante (Sonido Importante, 2017) hace apenas un mes en la Sala Apolo. A pesar de ello, el grupo no defraudó en lo que respecta la lista de temas: los éxitos de su nuevo trabajo, como Vete con él o el tema que da nombre al disco, se combinaron con las ya míticas canciones de la banda, como Aquellos ojos y la versión del tema de Kokoshka No volveré. En el centro de la sala, frente al escenario, el público saltaba alocado, bailaba y cantaba sin parar.
“Parece ser que los traperos se lo pasaron bien ayer adornando las columnas”, bromeó en un momento dado Pol Rodellar, bajista de la banda. Y es que el paso de los traperos había dejado huella en la sala: hacia la barra del fondo, en el extremo izquierdo de la sala, una pared negra lucía en toda su longitud cubierta de firmas hechas con permanente plateado. Las columnas blancas, en cambio, estaban repletas de grafitis hechos con rotuladores negros.
El autotune y el trap también dejaron su huella en el segundo día de festival. El duo de gallegos Esteban y Manuel, hicieron vibrar a la sala a golpe de autotune superpuesto con ritmos de cumbia, de merengue, y algún que otro toque funky. “Estamos aquí para darle el toque tropical a esta noche”, comentó el duo. No les hizo falta ni pedir al público que bailara sin miedos. Hasta aquellos que parecían más reticentes se lanzaron a la pista a menear el esqueleto como si no hubiera mañana.
El Último Vecino fué, por su parte, el responsable de la incursión del trap durante el sábado al interpretar Mi chulo, uno de sus temas más populares. La canción, que estrenaron como single en 2017, es en realidad una mezcla entre el tecno pop propio de la banda, tan relacionable con The Cure o El Último de la Fila y las bases del trap. Un amalgama curioso, que puede no gustar, pero que ya deja entrever que las influencias de este género suburbano se filtran por ahí por dónde encuentren paso.
Dispuestos a ofrecer al público un auténtico subiduki, Los Ganglios llegaron al escenario con una lista de temazos de su inclasificable tecno, ravero, punk y cumbiero con letras extra cachondas. La muy bailable Cumbia de Félix y Jacques, la súper ravera S.A.N.Z, y la desternillante Vicencias propias fueron algunas de las canciones que la banda interpretó, además de su éxito por excelencia, Lol.
Pony Bravo, cabezas de cartel incuestionable del sábado, se apoderaron a continuación del escenario. Los sevillanos se han mantenido alejados de prácticamente todos los escenarios desde 2015, cuando finalizaron la gira de su último disco hasta la fecha, De palmas y cacería (El Rancho, 2013). Esta vez, volvieron a actuar para ofrecer una compilación de sus éxitos más coreados, como Noche de setas, La rave de Dios o Mi DNI. Con una interpretación que dejaba entrever los años de expertise de los integrantes de Pony Bravo, el grupo bordó una actuación que calmó la excitación del público tras el despiporre de Los Ganglios.
Clausuraron el festival Carlos Ballesteros y Genís Segarra, de Hidrogenesse, con una extensa selección de quince temas de su repertorio. Aquellos que seguían con fuerzas para bailar lo hicieron con ganas frente al desvergonzado y movedizo art rock del dúo, y yo no pude evitar preguntarme qué pensarían los traperos de lo que escuchan los modernos.
Autores de este artículo
Marina Montaner
Aitor Rodero
Antes era actor, me subía a un escenario, actuaba y, de vez en cuando, me hacían fotos. Un día decidí bajarme, coger una cámara, girar 180º y convertirme en la persona que fotografiaba a los que estaban encima del escenario.