Hay años a los que automáticamente podemos asociar una sonoridad; o mejor dicho, hay artistas que son el sonido de una época. Los noventa son Cramberries, Nirvana y por supuesto Counting Crows, que irrumpieron a principios de la década con el superventas August and Everything After (1993) y cosecharon no pocos éxitos más hasta principios de la siguiente. La resaca de la Mercé no impidió que Razzmatazz se llenara de fieles seguidores de la banda de San Francisco, rara vez vista por aquí.
Sería injusto decir que Counting Crows fueron (o son) unos one hit wonder, a pesar de ser mundialmente conocidos como los que parieron el single atemporal Mr. Jones, uno de los clásicos absolutos del rock moderno. Solo repasando la estadística de una ojeada, encontramos varias nominaciones a los Grammy, 7 millones de copias vendidas de su primer trabajo (aún se vendían esas cantidades de discos) e incluso hoy en día acumulan millones de escuchas en plataformas digitales. Aunque muchos se hayan olvidado de ellos o pregunten si siguen en activo, lo de “se compró el disco por el single” queda descartado.
Una (¿demasiado?) alargada sombra
Ya sin sus icónicas rastas juveniles y vistiendo camiseta de la Velvet Underground, el cantante Adam Duritz sonreía antes de empezar, junto con sus seis compañeros de banda, un set que repasaría todos sus álbumes y dejaría (no inesperadamente, pero sí incomprensiblemente para el que escribe esta crónica), su otro gran hit: Accidentaly In Love, conocida por ser el tema original de la película de animación Shrek 2 en 2004.
Quizás para desmarcarse de los números o no tener un final de concierto plagado de móviles, su tercera elección en el setlist fue la tempranera y descafeinada Mr. Jones, reconocida al primer acorde por todos. La versión que nos ofrecieron fue más que decepcionante: Duritz escapó casi todas las notas agudas y dejó las partes más exigentes al público, mientras parecía fatigado y se inventaba algunas partes de la letra. El resto de músicos tampoco lo compensaron. Una pena no estar a la altura de su buque insignia, aunque es cierto que a buena parte del público con el karaoke le bastó.
Más tarde el propio Adam reconocía sus dificultadas para cantar ciertos temas de su repertorio, aunque con Butterfly In Reverse dijo hacer el esfuerzo por su novia. Corregimos: las del principio son las que cuestan de cantar. Alguna balada sin nada a reseñar y poco más (a pesar de incluir varios temas de su exitoso debut) para completar un inicio de show que dejaba bastantes dudas.
Ahora sí: estos son los noventa
Poco a poco, las cuerdas vocales empezaron a remontar en Miami, ofreciendo los minutos más emotivos a varias parejas acarameladas que se sentaban en la parte de arriba de la sala. También se animó el guitarrista David Immerglück a dar un poco de show con la guitarra tras su cabeza, enlazando además varios temas seguidos, incluyendo su nuevo EP Butter Miracle Suite One al completo. De lo mejor y más celebrado de la noche, con la rockera Bobby And The Rat-Kings a la cabeza. De la misma forma que mencionamos lo que no nos gusta, justo es reconocerles el mérito de triunfar con temas nuevos 30 años después de su debut.
Ahora sí, lo estaban dando todo y las emociones estaban a flor de piel. Nadie se quedó sin cantar como colofón las míticas Rain King, Hanginaround y Holiday In Spain (estas dos últimas de su álbum Hard Candy), con eso de “catch a plane to Barcelona ’cause this city’s a drag” coreado por todo lo alto, como no podía ser de otra forma. Acertaron al no parar para el bis y acabar el concierto del tirón, ¿para qué interrumpir el ritmo si lo estamos disfrutando?
Durante el concierto, Adam Duritz había mencionado sus dudas al principio de la gira sobre si los fans serían fieles y acudirían a los conciertos, pero a la vista está que lo que marcaron los noventa es para toda la vida. Mr. Jones y su amigo no soñaron esta vez con bailaoras de flamenco, pero Counting Crows demostraron que aún, a pesar de los años, pueden ser grandes estrellas.
Autores de este artículo
Mikel Agirre
Marina Tomàs
Tiene mucho de aventura la fotografía. Supongo que por eso me gusta. Y, aunque parezca un poco contradictorio, me proporciona un lugar en el mundo, un techo, un refugio. Y eso, para alguien de naturaleza más bien soñadora como yo, no está nada mal.
1 comentario en «Counting Crows: Nostalgia noventera»
Adam Duritz pràcticament sempre versiona les seves pròpies cançons als concerts. No és una qüestió de veu (només)que modifiqui les cançons, és habitual en els seus directes. Qui va ser al primer concert que van fer a Barcelona fa uns 26-27 anys a la mateixa sala, recordarà que moltes cançons eren pràcticament irreconeixibles respecte a la versió original gravada (i la veu de Duritz estava en plena forma en aquella època). A mi em van faltar els bisos i la veritat és que més que decepció de cara al grup, em va semblar decepcionant que el públic no reclamés una mica més de Crows i tirés cap a casa (seran coses de l’edat o d’anar amb els fills preadolescents al concert?).