Realizar una gira de grandes éxitos suele ser señal inequívoca de que un artista no pasa por su mejor momento creativo. Al mismo tiempo, también puede ser una gran oportunidad para una banda de reencontrarse con uno mismo y con su público. Esto debieron pensar Editors antes de editar Black Gold: Best of Editors (PIAS Group, 2019), el nuevo álbum en el que los británicos repasan lo mejor de su trayectoria y que ayer presentaron ante una entregada Sala Razzmatazz de Barcelona que presentaba una muy buena entrada.
Y es que poco queda hoy del sonido de aquél pletórico cuarteto de Birmingham que irrumpió en la primera década de los 2000 como cabezas más visibles del movimiento ‘post-punk revival’. Siempre marcados por el gran parecido de la voz de su frontman Tom Smith con la del malogrado Ian Curtis, vocalista de la icónica Joy Division, Editors aparecieron en la escena con dos pelotazos: Primero, el sobresaliente The Back Room (Kitchenware Records, 2005), un álbum épico y dramático con un sonido muy atmosférico y cargado de sensibilidad. Y dos años después el notable An end has a start (Kitchenware Records, 2007), que les sirvió para asentarse como una de las bandas superventas en el Reino Unido. Ahora bien, a partir de ahí, su carrera se convirtió en una consecución de sinsabores. De hecho, su acusado giro estilístico, concediendo mucho más peso a la electrónica y relegando al sonido de las guitarras acabó provocando en 2012 la salida de Chris Urbanowicz (hasta entonces guitarrista compositor) de la banda.
Ahora, lo que queda de la formación original: Tom Smith (voz, guitarra y piano), Russell Leetch (bajo), Ed Lay (batería), Justin Lockey (lead guitar) y Elliott Williams (teclado, sintetizadores y guitarra), junto al nuevo guitarrista Justin Lockey, se dedican a defender el legado de su obra en una gira de ‘greatest hits’ que, pretendiéndose convertir en un acto de homenaje a los fans más fieles, corre peligro de convertirse en una especie auto-homenaje. Café para muy cafeteros.
Por si alguien había llegado un poco despistado a la Sala Razzmatazz de Barcelona, Editors se encargaron de recordar la naturaleza de su concierto desde el minuto uno, arrancando con la épica An end has a start, seguida por la deliciosamente repetitiva Bullets. Sin tregua, ni un solo segundo para tomar aire, los británicos enlazaron la abrasiva guitarra de la dramática Bones, con la estridente Escape the Nest, cerrando así un poderoso y excelente en la ejecución primer bloque formado por cuatro de los temas más representativos de sus dos primeros trabajos discográficos.
Tras esta primera parte marcada por el sonido post-punk más guitarrero, Editors continuó su descarga de éxitos repasando trabajos discográficos posteriores, en los que predomina una estética sonora mucho más electrónica y basada en la ‘new wave’ de los 80. Aquí, sobresalieron Sugar, tema que habrían firmado los mismísimos Muse, y dos de las piezas inéditas que la banda ha presentado en este Black Gold: Best of Editors: la luminosa Upside Down y Frankenstein, que convirtió la sala Razzmatazz en una especie de discoteca gótica.
Para cerrar este segundo bloque, Editors apostaron por Papillon, quizá el mayor hit de su carrera y que con sus sintetizadores totalmente pegajosos sirvió para reenganchar a un público que se había perdido con los temas más recientes.
Con una puesta en escena muy sobria, Editors fió el éxito su actuación a la selección de su repertorio y a la capacidad de su líder Tom Smith de captar la atención del respetable. Ya fuera a través de su sugerente, profunda pero también bastante castigada voz, o bien mediante a su gran expresividad interpretativa, que si bien combinó correctamente con el dramatismo y la épica de ciertos temas, llegó a parecer bastante forzada en otros.
Tal es la confianza de los de Birmingham en su líder, que Smith interpretó la azucarada balada Not sound but the wind totalmente en solitario, en lo que fue el momento más intimista de la velada. La siguió la progresiva Spiders, ya defendida en compañía del resto de la banda y la sólida Formaldehyde, una pieza que, diseñada para ser interpretada en estadios, el martes retumbó en una sala como la Razzmatazz de Barcelona.
Fue la última concesión de la banda a su repertorio más reciente, pues para la parte final los británicos volvieron a apostar por los clásicos. All Sparks, sonó desnuda sin los característicos coros que Urbanowicz cantaba en la parte final, mientras que Blood supuso una gran descarga de intensidad. La contundente Fingers in the factories fue el colofón final antes de los bises.
Editors cerró su noche en Barcelona asegurando el tiro. Primero fue el turno de la melancólica balada Distance, que ejerció de previa de la tormenta final. Los estallidos post-punk de The Racing Rats vinieron sucedidos del alud de sonido de guitarra que es Munich. Finalmente, la mezcla entre épica y tristeza de Smokers Outside the Hospital Doors puso la guinda a una noche milimétricamente diseñada para los fans de la banda británica.
“Nunca pensé que vería temazos como Bones o All Sparks en directo”, comentaba en voz alta uno de los asistentes a la salida de la Razzmatazz, resumiendo así el sentir general entre el público. Es para lo que sirven las giras de grandes éxitos. Recordar grandes temas y trasladarnos a esos momentos de vida que todos encapsulamos en las canciones de nuestras bandas favoritas. Porque en tiempos de novedades musicales continuas, recordar es volver a vivir. Y eso es lo que hizo este martes Editors en Razzmatazz, para delicia de muchos.
Autores de este artículo
Pere Millan Roca
Aitor Rodero
Antes era actor, me subía a un escenario, actuaba y, de vez en cuando, me hacían fotos. Un día decidí bajarme, coger una cámara, girar 180º y convertirme en la persona que fotografiaba a los que estaban encima del escenario.