“Que siga la fiesta”. Con estas palabras se anunció en las redes sociales de El Drogas una nueva tanda de conciertos para celebrar el cuarenta aniversario de la fundación de los míticos Barricada. Un tour que comenzó en abril de 2022 pero que, tras una inmejorable acogida en salas y festivales, se ha ido ampliando hasta llegar a una segunda ronda en las principales ciudades del país, acabando en un final de gira ante 15.000 personas en Iruña/Pamplona. De hecho, esta era la segunda noche seguida que llenaba el artista navarro en nuestra ciudad; el día anterior fue en Razz 2, ya que la sala grande estaba ocupada.
Los años de Barricada marcaron el día a día de toda una generación (por no decir varias) y pusieron banda sonora a los convulsos años 80, siendo una de las bandas que mejor supo reflejar el pulso de la calle contra el poder en la llamada transición y posteriores años. Una trayectoria impecable que, por desgracia, se vio ensombrecida en sus últimos años tras la traumática ruptura entre Enrique Villareal, El Drogas, y el resto de la banda, a la que siguió una descafeinada última etapa sin su bajista, vocalista y fundador, hasta la definitiva disolución del grupo en 2013.
El bueno de Enrique se reinventó con sus amigos de Txarrena y ha seguido publicando álbumes notables, como el quíntuple Solo Quiero Brujas en Esta Noche Sin Compañía (2019), explorando nuevos registros e inquietudes, pero siempre teniendo presentes sus viejas composiciones de Barricada, que nunca han faltado en su repertorio. Tras reconciliarse con su gran amigo y compañero de grupo Boni unos años antes de su muerte, el aniversario de la mítica banda del barrio de la Txantrea era una cita ineludible, también para los fans, que acudieron en masa.
Rock sin tregua
“Ha, ha, ha…”. El Drogas recibió a la Razz puño en alto con un atronador sonido. A la señal de “un, dos, tres, ¡va!”, En la Silla Eléctrica puso a saltar a todos los presentes al ritmo de su magnético riff y combativa letra. Ración de himnos de primero, con Esperando en un Billar y Barrio Conflictivo transportándonos a la Txantrea pamplonesa de los 80. El bueno de Enrique parece rejuvenecer cada vez que se pone su ropa de escena y aparca su habitual imagen de señor tranquilo para salir a la batalla micro en mano.
Había prometido, para esta segunda ronda de salas, mostrar “el lado más punkarra” de Barricada, y así, fueron cayendo cortes rápidos y potentes como Contra la Pared, Bahía de Pasaia, A Toda Velocidad o Ninguna Bandera, a lo Motorhead. Entre un público rondando mayoritariamente los 50-60, aparecía alguna cara más joven de tanto en tanto, como una niña en las primeras filas que cantó a pleno pulmón la letra de Deja Que Esto No Acabe Nunca a los hombros de su padre. Pudimos constatar que el legado de la banda pamplonesa sigue siendo intergeneracional.
Sin descanso ni perder un segundo, las fuerzas no parecían flaquear en un set que se iba a ir hasta las dos horas y cuarto de duración. Las incansables muñecas del gran Brigi Duke a la batería no dieron ni un segundo de tregua y marcaron el ritmo con una contundencia apabullante en todo momento, añadiendo innumerables arreglos e incansables fills. El maestro Txus Maraví hizo que con una guitarra bastase para hacer las dos que usaban en Barricada, clavando riff tras riff y solo tras solo. El fiel público no se quedó atrás, como se pudo observar en el pogo formado con Sean Bienvenidos.
Himnos atemporales
También estuvo presente el recuerdo a las 13 Rosas con Pétalos, single extraído de La Tierra Está Sorda (2009), álbum conceptual sobre la Guerra Civil y último en el que participó El Drogas. “Sus nombres tienen historia, siempre roja”, sentenció Enrique. Objetivo a Rendir, incluido en el repertorio como homenaje a su amigo Javier Hernandez Boni, fue el único tema con la letra no escrita por él.
Sacó los bastones para dirigir al público en la casi stoner Tentando a la Suerte, que coreó eso de “morirá en el suelo otra vez”. Okupación y La Hora del Carnaval (con intro de Rumore, Rumore a cargo del Flako Txarrena al bajo) marcaron la recta final, con el micro entregado a su parroquia una vez más.
“Ésta para el que siempre la canta”: llegaba el himno de los himnos. No Hay Tregua hizo enloquecer, como suele ser habitual, a toda la sala, que llenó los pulmones para vibrar con ella. Pasan los años y el pequeño silencio en “anónimo… lu-cha-dor” sigue poniendo los pelos de punta, además de ser probablemente la canción que mejor refleja una de las realidades del conflicto vasco. Si algunos le prestaran un poco de atención a su letra, en lugar de seguir lanzando vagos juicios simplistas, las cosas irían algo diferentes en este país.
¡Agusto!
Los últimos minutos incluyeron una impecable Esta Noche, con los músicos saliendo de escena uno a uno mientras el público mantenía la canción coreando su estribillo (“esta noche no es para andar por estas calles”), y el gran remate de En Blanco y Negro. Fiesta absoluta y vasos volando, mientras Razzmatazz temblaba en un mar de saltos, acabando con un gran reprise tras presentar a la banda.
¡Agusto, agusto, agusto! Enrique repitió hasta la saciedad su clásica expresión, agradeciendo junto con sus compañeros la entrega del público. El Drogas sigue siendo una de las voces más sensatas entre los músicos de su escena en activo y de los pocos (probablemente junto con Robe y Uoho de Extremoduro) que ha conseguido mantenerse al más alto nivel musicalmente y en directo. Qué decir de Txus, Flako y Brigi, unos portentos que han sabido enriquecer y elevar uno de los mejores repertorios del rock nacional. Las canciones de Barricada fueron la voz de la calle durante muchos años, y que sigan sonando es nuestro mejor recordatorio para estar alerta y que las injusticias no caigan en el olvido.
Autores de este artículo
Mikel Agirre
Miguel López Mallach
De la Generación X, también fui a EGB. Me ha tocado vivir la llegada del Walkman, CD, PC de sobremesa, entre otras cosas.
Perfeccionista, pero sobre todo, observador. Intentando buscar la creatividad y las emociones en cada encuadre.
