La figura de Robert Leroy Johnson, uno de los mejores guitarristas de la historia del blues, es un auténtico referente para Xavier Dphrepaulezz, alias Fantastic Negrito, hasta el punto de estar convencido de que todo el mundo debería conocerle. Al contrario de muchos colegas, poco interesados en escudriñar las raíces del género, al artista de Massachusetts (criado en Oakland, California), no tan solo le interesa el fundamento de la música que toca, necesita difundirla: instruir forma parte de su tarea como intérprete. Con Johnson le une, evidentemente, su faceta de guitarrista, pero hay algo más que roza lo sobrenatural. Un accidente de coche estuvo a punto de costarle la vida en 2000, sobrevivió a él de forma casi milagrosa. Robert Johnson, no tuvo tanta fortuna y murió envenenado a la edad de 27 años, curiosamente la misma que tenía Jimmy Hendrix (otro guía fundamental) al fallecer. Al rey del blues del Delta, se le atribuye un pacto con el diablo para conseguir dominar su instrumento de forma tan brillante. Xavier no parece haber llegado a ello todavía, el reconocimiento lo ha conseguido a base de esfuerzo, pero tantas coincidencias, incluida una infancia espinosa, les ponen en contacto irremediablemente.
En septiembre de 2016, durante la gira de presentación de The last days of Oakland (Blackball Univers, 2016), Fantastic Negrito abarrotó el Jamboree Jazz, dejando al público estupefacto en una actuación de enmarcar. Falta algo más de un mes para la aparición de su nuevo trabajo, Please don’t be dead (Blackball Univers, 2018) y el norteamericano ya se ha lanzado a promocionarlo. Por ese motivo y su evidente consolidación en el mundo del rock y del soul, esperábamos un lleno en La [2] de Apolo, nuestro optimismo se fue al traste. No fue un descalabro, aunque abundaron los huecos que, eso sí, facilitaron los brincos de los ágiles bailarines. Una lástima porque el show fue colosal, claro aspirante al podio final de lo mejor del año.
Fantastic Negrito, ha ganado en registro vocal, presencia escénica; se muestra más comedido, menos agresivo, algo virado hacia el soul. Sin embargo, la potencia del discurso musical sigue siendo demoledora. En ese sentido, el bis con Plastic hamburgers resultó titánico. Los amantes de su lado más rabioso pueden estar tranquilos, la bestia sigue mordiendo.
Con Bad guy necessity, una de las piezas de nuevo cuño, inició el trepidante espectáculo, canción soulera que invita a esperar con impaciencia la aparición de su próximo trabajo, encadenada con Nobody makes money del EP Fantastic Negrito (Blackball Universe, 2014). En ésta apareció el cantante que se refleja en James Brown o Wilson Picket e incluso les hace algo de sombra. Binomio de nivel espectacular, nota predominante durante toda la noche que sólo dio un pequeño bajón en Hump through the winter, algo empachosa. ‘I’m just an american boy’, espeta en Scary woman, iniciada a modo de blues añejo con rigor y emoción al unísono. Porque aunque parezca contradictorio, su poderosa banda, sólida como el cemento armado, es capaz de tocar con estrépito para luego cambiar a pasajes delicados. Inmensa labor desde los teclados, lugar donde se pierden muchos conciertos, en éste gano la batalla con precisión suiza. Cada nota colocada en el lugar exacto, una gozada.
Quizá no crean en lo expuesto si echan una ojeada a las magníficas fotos que ilustran esta crónica. El excéntrico look del protagonista, no debe llevarles al engaño. Atreverse a lucir falsete al estilo Curtis Mayfield, sin perecer en el intento, o pasar de la suavidad a la locura vocal en un mismo tema (In the pines), no lo hace cualquiera. Después de aquel desdichado percance automovilístico, Fantastic Negrito se sometió a una dura rehabilitación, regeneró su alma y volvió con todas las de la ley, aquí está para quedarse. Le encontramos en mejor forma que hace dos años, con ganas de someter a la audiencia a base de talento y sabiduría, mejorando con creces el credo soul punk que le define. Mis comentarios sobre aquel concierto en Jamboree acababan con unas palabras que me atrevo a repetir: Fantástico, así es él.
P.D.: Sería injusto no resaltar la excelente selección de blues, soul y funk regalada por el selector de la sala. Un lujo por desgracia poco habitual. La espera, sin música o de ínfima calidad se hace eterna. Gracias.
Autores de este artículo
Barracuda
Mario Olmos
Vinculado a la fotografía desde el siglo XX. En los últimos años he juntado mi locura por la imagen y mi pasión por la música. Me consideran fotógrafo, pero me defino como alguien que deja momentos congelados con la intención de provocar una reacción.