A punto de cumplir los ochenta, Giorgio Moroder continúa haciendo mover los esqueletos al mismo tempo que hace cuatro décadas. Las modas cambian y Moroder ahí está, impertérrito, codiciado como productor por figuras destacadas o ejerciendo de DJ en festivales de postín. Los años pasan sin arrebatar talento, y el italiano de Ortisei (Tirol del Sur) lo conserva por arrobas, prefiere ser el tío, pero hablamos de uno de los padres de la música disco, pocas bromas.
Su presencia en el Festival Jardins de Pedralbes, debemos considerarla un homenaje a una carrera repleta de éxitos inmarchitables. Tenerlo delante, aunque fuera sólo enlazando temas, fue emocionante, como adorar a un tótem. Ya pueden venir los Guetta & cía. no lo ensombrecerán, mito viviente.
A pesar de haber compuesto obras del calibre de Midnight Express (1978) y ganador de tres premios Óscar, Moroder nunca ha sido un Steiner o un Bernstein, si hablamos de su trabajo componiendo bandas sonoras, en cambio la faceta de productor le sitúa entre los más grandes. Junto a Pete Bellotte descubrió a Donna Summer, la cantante con la que consiguió fama y a la postre protagonista indiscutible del festín rompe caderas. La reina volvió a serlo.
El recinto de Pedralbes se convirtió, por una noche, en improvisada discoteca al aire libre, temblaron hasta las fuentes. No puede ser de otra manera si el selector va lanzando truenos como Love to love you baby, Bad girls, On the radio, I feel love o Enough is enough, imposible mantenerse sentado. Previniendo ese aluvión, los organizadores dispusieron, nuevamente, una pista sin sillas; quedaron cortos, se bailó en todos los rincones. Arrebatos de felicidad.
A Moroder nunca le ha gustado bailar, de hecho parece que la afición por encender pistas es debida básicamente al entusiasmo de su mujer por la danza, así pues, a ella le debemos todo, ha sido una inspiradora, gracias eternas.
Apoyado por unas precisas y a ratos espectaculares filmaciones, Giorgio Moroder desgranó en noventa minutos la mayor parte de su historia musical y algún regalo prestado para reforzar, más si cabe, el ritmo imparable. Aparecieron casi todos los hits de LaDonna Adrian Gaines (Donna Summer), alternándose con sus producciones para el cine, obras de carácter más personal, y los proyectiles que en la época sagrada de las discotecas retumbaban mientras una bola de cristal con espejos hacía diabluras desde el techo de los templos. La lista es tan larga que intentaremos resumirla.
Mientras sonaba la música respectiva, pudimos deleitarnos viendo al dragón Fujur surcando los cielos (The Neverending story), enternecernos con la melosa pareja Kelly McGillis/Tom Cruise (Top Gun), vibrar ante el monstruo Al Pacino (Scarface) o escuchar exclamaciones de admiración cuando un jovencito Richard Gere apareció en pantalla (American Gigolo). En el apartado “no me hablen de electrónica, voy un paso por delante”, escuchamos The Chase, From here to eternity o Together in electric dreams, tema fabricado junto a Philip Oakey; todas ellas ilustradas con el eterno mostacho, ahora blanquecino, exclusividad de Giorgio, apareciendo detrás suyo simbólicamente.
Tampoco podían faltar a la cita Flasdance…What a feeling (Irene Cara), Take my breath away (Berlin) o Giorgio by Moroder, pieza creada por Daft Punk donde combinan el hipnótico ritmo y un monólogo de Moroder explicando anécdotas vividas. La muy solicitada Call me (Blondie) cerró la tanda. You should be dancing, I will survive y Boggie wonderland, quisieron, previamente, unirse a la fiesta cual polizones en barco, jugó con ellas y encajaron, la danza era el objetivo primordial.
Probablemente le puedan acusar de vivir de rentas, nosotros lo permitimos ¿qué más da? Se lo ha ganado a pulso. ¡Viva Moroder!
Una omisión: Last dance había desgastado sin remisión las suelas de mis zapatillas, ésas no serán las últimas trinchadas por el querido Giorgio, lo aseguramos.
Let´s dance, this last dance toniiiiight
(Last Dance, Donna Summer, 1978)
Autores de este artículo
Barracuda
Miguel López Mallach
De la Generación X, también fui a EGB. Me ha tocado vivir la llegada del Walkman, CD, PC de sobremesa, entre otras cosas.
Perfeccionista, pero sobre todo, observador. Intentando buscar la creatividad y las emociones en cada encuadre.