Una de las habilidades sociales menos valorada, pero a la vez más importante, es la de saber despedirse. Algunos, fruto de la timidez o directamente de la mala educación, prefieren irse a escondidas y sin decir nada. En cambio, otros aburren hasta los muertos con largos y pomposos discursos, apretones de manos, abrazos o mensajes telefónicos que acaban derivando incluso en la más profunda incomodidad. Con la elegancia y la experiencia que le conceden sus 78 primaveras, Joan Manuel Serrat brilló el primero de sus tres conciertos de despedida en el Palau Sant Jordi de Barcelona con una actuación reposada y muy emotiva en la que repasó las grandes piezas de su inabarcable repertorio ante más de 15.000 personas a medio camino entre el fervor y la nostalgia.
Y eso que el cantautor del Poble Sec había avisado en el inicio de la velada. “He vingut a acomiadar-me de vostès en persona. A acomiadar-me, però amb alegria. Deixin de costat qualsevol temptació de nostàlgia o melangia”, afirmó ante los aplausos descontrolados de los más fans tras abrir la noche con Temps era temps. Toda una declaración de intenciones. La velada sirvió de puente entre tres generaciones: la que se enganchó al cantautor durante sus inicios a mitad de los 60, lo que le descubrieron tras la apertura cultural después de la dictadura y aquellos que, como yo, hemos crecido escuchando sus discos a través de nuestros padres y madres.
Pese a sus casi 60 años de carrera, la voz de Serrat se mantiene intacta. Su característico vibrato no ha perdido ni un ápice de expresividad, como demostró en Cançó de bressol, potente retrato de sobre los duros años de posguerra. En esta etapa final de su carrera, Serrat ha abandonado ya su aspecto de cantautor folk para abrazar el de crooner. Ataviado con una americana marrón con un estampado de flores y situado en el centro del escenario, el artista barcelonés interpretó al más puro estilo Frank Sinatra la celebrada Me’n vaig a peu, otro de los cortes más destacados de su etapa juvenil.
Pese al paso de los años, el ‘noi del Poble Sec’ no ha perdido el desparpajo y no renuncia a agarrar por momentos la guitarra, como hizo para tocar la socarrona No hago otra cosa que pensar en ti. La siguió la mordaz Algo personal, que pese a tener 39 años continúa siendo aplicable a mucho de lo que sucede todavía hoy en la política de nuestro país. Durante toda su carrera, Joan Manuel Serrat ha sido un compositor muy activo políticamente. Esta faceta no podía faltar tampoco en su despedida. Lo hizo defendiendo la lengua y la cultura catalanas como miembro de los apodados Setze Jutges durante la dictadura franquista, llegándose a tener que exiliar a México durante unos meses, y lo hace ahora apoyando la causa ecologista. “El problema més gran que tenim com a espècie és el canvi climàtic, però els qui haurien de prendre les decisions sembla que no tinguin pressa”, señalaba mirando de rojo un teleprompter que le servía de chuleta antes de tocar Pare. “Ens estan matant la terra”, fraseaba con vehemencia acompañando a una banda formada por siete músicos y capitaneada por su sempiterno socio Ricard Miralles.
Durante su carrera musical, Joan Manuel Serrat ha ejercido de difusor de poesía, acercando a todo tipo de público autores de la talla de Josep Carner, Joan Salvat-Papasseit o Antonio Machado a través de sus canciones. En esta ocasión, el compositor catalán interpretó visiblemente emocionado las Nanas de la cebolla, poema que Miguel Hernández escribió desde la cárcel.
En una noche tan especial, no podía faltar tampoco el homenaje de Serrat a Barcelona, su ciudad natal. Primero con El meu carrer, haciendo honor a la empinada calle del Poeta Cabanyes en el que se crio, y después con Barcelona i jo, con la que recorrió todos los barrios de la urbe, de la misma manera que el cantautor se ha recorrido medio mundo ejerciendo de embajador de lujo de la ciudad condal.
La parte final de la velada estuvo reservada para los grandes éxitos. “Es inevitable que tot el que comença hagi d’acabar i aquest concert no serà una excepció”, decía entre risas. Llegó el momento de la icónica Mediterráneo, que provocó que el respetable se levantara de sus butacas. Acto seguido fue el turno de Cantares, que fue coreada por el público. La emoción volvió a estar a flor de piel durante Paraules d’amor, cantada a dúo entre Serrat y su público. La noche terminó con el jolgorio de Fiesta, con la que el cantautor catalán cumplió su promesa de despedirse con alegría.
Con esta triple fecha en el Palau Sant Jordi de Barcelona, Joan Manuel Serrat cierra su gira de despedida ‘El Vicio de Cantar 1965-2022’. Ahora bien, ya sabemos qué pasa con los vicios. Cuestan mucho de dejar y muy poco recuperar. En este caso, ‘el nano’ decide recaer, allí estaremos para disfrutarlo.
Autores de este artículo
Pere Millan Roca
Víctor Parreño
Me levanto, bebo café, trabajo haciendo fotos (en eventos corporativos, de producto... depende del día), me echo una siesta, trabajo haciendo fotos (en conciertos, en festivales... depende de la noche), duermo. Repeat. Me gustan los loops.